lunes, 25 de junio de 2012

Para volver a creer

por Marcelo Calvente

Dos días antes de salir a disputar su último encuentro como entrenador de Lanús para empatar en cero con Newell’s en el Parque Independencia, Schurrer había comunicado su alejamiento. Fue con una conferencia de prensa donde estuvo receptivo como nunca y respondió todas las preguntas sin pisar ningún palito, dejando en claro que él se sentía fuerte como para continuar hasta el final de su contrato pero que aceptaba sin rencores ni revanchas la decisión de la conducción de club y dejaba en claro su eterno agradecimiento a la institución que le dio la chance de recibirse de entrenador de primera categoría, donde fue subcampeón del
Clausura 2011 y luego quedó eliminado por penales en octavos de la Libertadores 2012 ante el Vasco de Gama, a quien superó en el trámite global, habiendo derrotado además a Olimpia de Paraguay por 6 a 0 en la fase de grupos, un resultado para la historia. Sus números lo avalan, demostró capacidad para conducir un plantel con grandes estrellas pero lo traicionó su temperamento ante la prensa partidaria y su propio público. Ni unos ni otros se lo perdonaron e hicieron un calvario de su gestión, omitiendo todo lo bueno y culpándolo de todo lo que salió mal fuera o no su responsabilidad. Schurrer no había parecido sincero al lamentarse por el fuckyou y la comezón inguinal, y la gente nunca lo perdonó. La noticia de su alejamiento tuvo el sabor del merecido escarmiento, y la inesperadamente buena actitud con que se despidió lo cubrió de piedad. Algunos, incluso, ahora están arrepentidos. "Quien carajo son los mellizos para dirigir a Lanús, para eso hubiera seguido Chucho…" dijo más de uno que había exigido a los gritos su despido. Pasar la línea de lo racional debe ser complicado, más que nada a la hora de intentar la vuelta…
Nuevas sentencias irreflexivas e irascibles cruzan la ciudad pasional y futbolera. "Un técnico de experiencia, hacía falta" dicen varios, y las listas incluyen entrenadores que acumulan varios fracasos sobre el lomo, muchos ya jubilados y hasta alguno que otro fallecido. Y cuando caen en la cuenta que en el medio no circulan alternativas en ese sentido, se inclinan por decir "Para traer a esos dos hubieran confiado en alguno del club. Graieb, Chiquito Bossio, no se, alguno de las inferiores" comentan los mismos que decían que el proyecto de técnico del club había fracasado, omitiendo que entre Cabrero, Zubeldía y Schurrer se habían repartido seis años, en los que hubo un titulo, dos subcampeonatos, varios torneos peleados hasta el final, manteniéndose siempre entre los tres mejores de la tabla del descenso, con varias clasificaciones a las Copas. Un panorama envidiado para la gran mayoría de los hinchas de nuestro fútbol, que vaya uno a saber porqué, en Lanús solo generó contrariedad, desaprobación e insultos para todos.
La gestión de Schurrer, debo decirlo, ameritaba respaldo, al menos hasta diciembre, cuando concluía su contrato. La insólita eliminación a manos de ¡Barracas Central!, la escasa cosecha del muleto en el tramo inicial en el Clausura pese a la levantada un tanto tardía, la eliminación ante Vasco, pese a los penales, y la reprobación insistente de la mayoría de los hinchas hizo combustión con dos muy malas actuaciones de los titulares ante Olimpo y Unión, y con el lamentable hecho de violencia sucedido en las adyacencias del estadio que costó una vida y varios heridos. La suma de cosas resultó condicionante para la continuidad de Chucho e hicieron necesario el cambio de clima. Ahora se dan cuenta que hay que conseguir otro entrenador, que en inferiores no se viene destacando ninguno como para confiarle el cargo, y que no debe ser un entrenador del
montón sino uno capaz de conducir a Lanús a la conquista de otro título, lo que se ha convertido en exigencia de mínima en una parcialidad que no parece tener mucha memoria que digamos, y que no quiere mirar a los costados para ver a los demás y sus respectivas tragedias. River y Quilmes regresando de la "B", San Lorenzo al borde del abismo, Independiente con la soga al cuello, Racing haciendo equilibrio. Huracán, Gimnasia, Ferro y Chacarita tratando de no bajar otro peldaño, Central e Instituto tratando de subirlo, Atlanta volviendo a la "B" y Banfield en el fondo del mar. Mientras Arsenal se adjudica con justicia el último título de los torneos cortos, solo Boca, que peleó todo y se mantiene en competencia al límite de sus fuerzas tratando de ganar algo, Vélez y Lanús, que se quedaron sin nada, y Estudiantes que está en situación de recambio y empieza a vivir la vida sin Verón, esas cuatro instituciones, como viene sucediendo desde hace varios años, siguen estando a la cabeza de la tabla de promedios, que es la que marca la realidad de cada uno al cabo de tres años de competencia.
A punto de comenzar un nuevo ciclo, en tiempos en que los entrenadores deben consensuar las decisiones con sus dirigidos, que ahora son los que detentan el poder real, Lanús va confiar en los mellizos Barros Schelloto su primer equipo y apuesta a la personalidad ganadora que Guillermo supo exhibir tanto dentro como fuera del terreno, un consagrado y admirado por todas las parcialidades de las casacas que vistió, que viene a hablar de igual a igual con el cotizado plantel granate, un cometido que parece no ser para cualquiera. No hay motivos para no esperar los mejores resultados, al menos en tanto la pelota no empiece a rodar, y los mellizos y su capacitado grupo de trabajo a tomar las decisiones. Es hora que como hinchada podamos estar a la altura de las circunstancias. Es hora de volver a creer.