domingo, 10 de febrero de 2013

Con la sangre en el ojo


por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com
Terminada la etapa de los preparativos, nada cambió demasiado en la mayoría de los clubes respecto de la semana previa. Pocas incorporaciones, varios pensando en la Copa; Lanús y River, tal vez Colón, un poco más difícilmente Racing, serán los protagonistas principales del Torneo Final, teniendo en cuenta que Boca, Vélez y Newell’s tendrán que afrontar la doble competencia. Sin embargo, Lanús tiene una espina clavada con Vélez, el único de los grandes al que aún no le pudo asestar una victoria histórica, una victoria de esas que duelen de verdad. Por el contrario, las dos más grandes oportunidades de sumar el segundo título a nivel local, en 2009 con Zubeldía en el banco de suplentes, y en el último torneo, con el debut de Guillermo Barros Schelloto como entrenador, Lanús estuvo a una circunstancia de ganar el campeonato, pero ninguna de las dos se dio, y en ambas oportunidades quedó marginado antes de la fecha final, dejando la sensación de que no estuvo tan cerca como realmente estuvo. Solo bastaba que aquel penal de Faccioli no hubiera ocurrido para consagrarse campeón del Clausura 2009 en la última fecha; y que en el torneo pasado Lanús le hubiera convertido a Estudiantes el gol que largamente mereció, en tanto a la misma hora All Boys le hubiese marcado a Vélez el gol que también holgadamente mereció, si eso ocurría como debió ocurrir, al Grana no lo alcanzaba nadie y era el Campeón del Torneo Incial. Después de una persecución de siete fechas con igual número de victorias consecutivas, Lanús había igualado la suma de puntos de Vélez, hasta ahí único puntero, y promediando el segundo tiempo contra Estudiantes estuvo a un pasito de sacar una ventaja de tres puntos a favor, que finalmente terminó siendo dos en contra y marginándolo de la pelea, porque Vélez había superado el mal momento ante All Boys con una contra que le dio tres puntos milagrosos. Siempre Vélez, justamente la institución que debe alcanzar en el aspecto
organizativo. Las demás, con los dos grandes a la cabeza, son conventillos con los pisos agrietados, y en cualquier momento y por cualquier circunstancia adversa se vienen a pique como el Albergue Warnes.
Últimamente, ante Vélez, la balanza de la justicia fue esquiva con la bandeja granate. En cambio a Vélez, cuando le hizo falta, la suerte no lo abandonó. Hoy debutó por el Torneo Final, y como ante All Boys en Floresta y como ante el humilde Unión en el mismísimo Fortín en el pasado Torneo, en algún tramo importante de partido, a Vélez lo pelotearon, pero lo pelotean en serio, pudo zafar sacando tres o cuatro balones sobre la línea, más algunas que siempre se estrellan en los palos del arco que defiende, hoy volvió a pasar ante el pobre Argentinos de Gabriel Schurrer, un equipo demasiado joven y sin figuras que también debió marcarle más de un gol, aunque el partido, como suele ocurrir, terminó siendo para Vélez porque la suerte indudablemente lo viene acompañando. Si en estos últimos años Lanús hubiera tenido la liga de Vélez, las vitrinas de la sede tendrían dos títulos más, nada menos, porque seamos sinceros, Vélez tiene más culo que cabeza. No empecemos con que es una gran institución y que saraza, saraza. Ya los sabemos. También lo es Lanús, con la diferencia que no ha sido particularmente afortunado en toda su vida institucional. Hay grandes victorias en el archivo de la memoria granate, pero de suerte, nunca, ninguna, jamás en la vida. 
Muchos fuimos testigos de tanta desventura, de tantas derrotas duras e inmerecidas. Sabemos de grandes horas de gloria, y atesoramos en nuestro guardarropa la galera y el bastón de los Globetrotters y la finura en la construcción de Silva y Acosta, pero somos esencialmente un club barrial y proletario. Y lo seguimos siendo hoy, cuando desde hace varios años nos hemos consolidado como uno de los dos clubes más grandes  de la Argentina, tanto en lo político-institucional como en lo deportivo.  Siempre es igual. A Lanús todo le cuesta el doble. 
Para dar el salto de calidad que desde hace varios años y de manera  holgada merece dar, Lanús tiene que buscar desde la primera fecha lo que se le viene negando, el título de campeón, porque mantiene la base del equipo que más cerca estuvo de arrebatarle a Vélez, el otro grande de verdad, el ejemplo a seguir, ni más ni menos que a un paso de despojarlo de su última conquista. Con arquero y defensa de memoria, con dos grandes centrales y dos laterales de salida y aporte ofensivo de los que no abundan -como prueba vemos a Cavagnaro marcando punta en la Selección de Messi- Lanús tiene por delante además de las certezas defensivas y el aporte determinante de Regueiro, interesantes desafíos y promesas por cumplir. El Pulpito González, el Chino Romero, el Pochi Chávez e Ismael Blanco tienen por delante el reto más importante de sus carreras, el que marcará si verdaderamente pueden seguir jugando y consolidarse definitivamente en este nivel en el que están alternando. Otros, como Pizarro, Ayala y el renovado Leandro Díaz, si confirman lo que vienen insinuando, tienen condiciones como para lograr insertarse de un salto en el mercado europeo. 
Los demás clubes, independientemente de sus últimas conquistas, organizativa y económicamente no están a la altura. River y Boca demuestran la pérdida de esplendor  en la clase de problemas que suelen padecer, lo mismo que Estudiantes, Independiente y Racing, con conducciones debilitadas y cuestionadas que no pueden tomar decisiones sin tener en cuenta la opinión mayoritaria de sus hinchas. La opinión pública que le dicen. Seguir hablando de grandeza cuando lo único que se esgrime es historia, soñar con epopeyas de figuras que ya no alumbran con la misma llama, es una muestra de pequeñez intelectual, el mal incurable que los argentinos tenemos que superar si queremos descontar el terreno perdido en décadas de opresión y  terror, y que seguimos perdiendo también durante la continuidad democrática que pudimos disfrutar en los últimos treinta años.