jueves, 14 de febrero de 2013

La semana en pocas palabras


Informe Económico Semanal del Banco Ciudad 

Con bombos y platillos la semana pasada el Ministerio de Economía anunció una recaudación récord de $65.683 millones en enero 2013. Si bien, a priori, una primera lectura del dato puede resultar auspiciosa, el monto recaudado se expandió sólo un 24,3% interanual (a/a), por debajo del registro de diciembre (27%) y del promedio de 2012 (26%). Asimismo, descontando la inflación, la recaudación cayó un 1,3% en términos reales, otro indicio más de que la recuperación económica iniciada en el tercer trimestre resulta todavía demasiado endeble.
A nivel desagregado, lo recaudado por los distintos impuestos deja entrever algunas tendencias económicas recientes. Por un lado, entre los tributos más dinámicos continuó ubicándose el impuesto a las ganancias, con un alza del 32%, superior a la media, aunque menor a la del tramo final de 2012 (42%). Esta desaceleración respondió, al menos en parte, a la excepción del pago de este impuesto por el medio aguinaldo a las personas físicas, dispuesta por decreto en medio de la puja política entre el gobierno y los sindicatos.
Por otro lado, los impuestos ligados al nivel de actividad mostraron un virtual estancamiento, si se descuenta el efecto de la suba de precios. En enero, la recaudación total por IVA (neta de devoluciones) registró un crecimiento nominal del 26% a/a, en línea con el alza del IPC-Congreso.
Los derechos de exportación, por su parte, disminuyeron un 36%, experimentando su segundo mes consecutivo de caída, influidos tanto por las menores ventas de productos industriales como por una errática política de autorización de exportaciones agrícolas por parte de las autoridades gubernamentales. En tanto, los derechos de importación mostraron su mayor crecimiento en casi 2 años (43% a/a), señalando cierta relajación de las trabas al ingreso de
productos importados.
Finalmente, en un contexto de alta inflación como el actual, la suba de precios no ayuda solamente a sostener la recaudación tributaria. Si se considera a la inflación como un gravamen sobre las tenencias de dinero de las personas, se puede obtener el monto del denominado “impuesto inflacionario”, un tributo del cual no llega una boleta todos los meses, pero que tiende a erosionar periódicamente los ingresos de la población. Actualmente, este “impuesto” (apropiado por el gobierno a través de la emisión de dinero) representa algo más de 2% del PIB, cerca de $50.000 millones anuales, un monto comparable a lo recaudado por el Impuesto a los Débitos y Créditos Bancarios y similar a lo recolectado por los impuestos a los Bienes personales, Combustibles y Derechos de importación en su conjunto.
El problema es que se trata de un impuesto altamente regresivo. La carga del impuesto inflacionario puede ser eludida –al menos parcialmente- en la medida que las personas sustituyan sus saldos monetarios por otros activos financieros que logren ofrecer cierta protección contra la inflación. Pero, como es sabido, la capacidad de sustituir el dinero por otros activos no es igual para todos los individuos: las personas con mayores ingresos están generalmente en mejores condiciones de acceder a fuentes alternativas de inversión de su dinero que individuos con menores recursos, ya sea a través de depósitos a plazo fijo o inversiones en activos financieros más sofisticados, como bonos y acciones, compensando –al menos en parte- los efectos nocivos de la inflación.
Por otro lado, para tener una idea de las magnitudes que representa el impuesto inflacionario en la vida cotidiana de cualquier ciudadano, en el presente informe presentamos el ejemplo de una persona con un ingreso mensual de $8.000 y un ahorro en una cuenta bancaria de $20.000. Con una inflación del 2% mensual como la actual, esta persona está viendo erosionar regularmente sus saldos monetarios en $480 mensuales ($ 5.760 anuales). Se trata de un monto no menor comparado con lo que habitualmente representa en los ingresos familiares el pago de algunos servicios, tales como luz (aproximadamente $ 180 mensuales), gas ($80), teléfono ($130), tv por cable ($170) o las expensas de un departamento ($800). Cada lector podría (y debería) realizar el cálculo de cuánto abona por este tributo, invisible, pero lamentablemente presente.