sábado, 29 de marzo de 2014

Con alma de campeón

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

   Lanús y Cerro Porteño igualaban cero a cero y estaban en el entretiempo. En las tribunas había preocupación. El equipo de Guillermo había sido superior, tomando siempre la iniciativa y manejando la pelota con criterio aunque con tendencia a nublarse en la puerta del área. Había síntomas de cansancio en varios jugadores, el árbitro no daba una mano con sus fallos. Lanús atacaba pero no demostraba la convicción y la fiereza que supo tener no hace tanto. La inmensa entrega del equipo se parecía más a un lamento que a una canción. Peor hubiera sido si el cabezazo de Romero del inició entraba, como parecía, al lado del palo izquierdo de Andrada. Y mucho peor si el línea no inventaba una posición de adelanto que terminó en gol para la visita, y que el árbitro anuló erróneamente a expensas suyas. Había más tensión que entusiasmo, más preocupación que relajamiento. Como para no perder el vicio de conformarse que uno siempre tiene, alguien a mi lado decía: “Y bueno, habrá que dedicarse el torneo local y ganarlo, que va’cer…” 
  Desde lo individual, todos habían aprobado. Araujo y Cali ganaban en el mano a mano, Goltz
y Velázquez también aunque no siempre. El Pulpito trajinaba hacia delante como ante el Deportivo Cali. Somoza ponía claridad, Ortiz trataba de amigarse con la pelota y Silva desplegaba su oficio y su presencia lejos del área. Y Junior y Pereyra Díaz intentaban pero con poco éxito. El rival mostraba sus credenciales de buen equipo, trataba de obstruir la salida y daba pelea dura sobre la posesión. Principalmente, se lo veía más entero. El veterano, dos butacas más allá, achicaba los ojos con una sonrisa resignada de quien se las sabe todas y me decía “no hay caso, estos muchachos no dan más…” 
  El panorama era favorable para Cerro, y posiblemente lo hubiera ganado de enfrentar al mismo Lanús del primer tiempo. Porque el que volvió era otro Lanús, con las mismas circunstancias: Cansado, sin el Laucha, sin explosión en los últimos metros, el que volvió del entretiempo era el mismo Lanús que levantó la Copa, y volvió con aquella convicción, la misma que desplegó en Rosario para terminar peloteando a Newell‘s en la fecha de cierre del Torneo Inicial que a punto estuvo de ganar también. Y estos mismos jugadores -muy buenos todos- no son lo mismo cuando juegan con aquella enorme pasta de campeón. Los jugadores de Cerro Porteño lo advirtieron enseguida. Araujo se le venía con más fuerza que nunca, Velázquez, Ortiz, el Cali y el Pulpito imponían condiciones  y entregaban la pelota al pie, y el Pelado Silva en vez de obstruir la salida se tiraba a la pelota de cabeza como un desesperado, y sumado a Somoza y Goltz, los tres volvieron a ser los abanderados de la confianza ganadora que llevó a Lanús a la cima de América hace tan solo un par de meses. Cerro Porteño ya había perdido la calma con que jugó el primer tiempo y se empezaba a meter atrás, un poco empujado por los intentos de Pereyra Díaz y Junior, que ahora aparecían más enchufados, quienes dispusieron de sendas oportunidades para marcar. Dos veces Silva logró rematar desde la medialuna con peligro, los volantes empezaban a probar de media distancia para tratar de quebrar la heroica resistencia paraguaya. Hasta que a los 26’ del complemento el Pipi Araujo encontró el hueco y le dio con fuerza, el envío recibió la bendición de un roce milagroso que le otorgó una comba perfecta para eludir el manotazo del arquero y se arrinconó en el fondo de la red provocando el delirio de un estadio que por entonces alentaba desde todos los rincones, más fuerte que nunca, un aliento sostenido por lo que los jugadores estaban entregando en el terreno y acompañado por una tormenta descomunal que se había desatado de la mano de la renovada imagen de campeón.
  Cerro Porteño no se desmoronó por el gol del Pipi, ya se había entregado mucho antes, cuando advirtió que enfrente tenía al Campeón de la Sudamericana, ese que habían visto por TV consagrarse de manera estelar, ante un estadio repleto, un ganador indiscutible y claro de la versión 2013 del segundo torneo internacional en importancia que se disputa en esta parte del mundo. Ese Lanús lo borró de la cancha, a poco del final llegó el gol de Junior y ya no hubo para más. En esta maratón infernal de partidos ahora hay que recibir a Rosario Central, luego visitar a Godoy Cruz y finalmente enfrentar al sorprendente Colón en La Fortaleza por la 12ª fecha del Torneo Final, en el que hoy el Grana se encuentra en posición expectante. Luego habrá que jugarse a todo o nada en Chile ante el respetable O’higgins con la ventaja de saber que el empate clasifica a octavos y con la esperanza de mantener la talla de equipo poderoso y sacrificado que se repone de todos los males  y se lleva a sus rivales por delante como se llevó a este buen elenco paraguayo que cuando tenía todo para ganar sucumbió ante el último campeón del continente.