jueves, 20 de marzo de 2014

Fútbol y suerte

por Marcelo Calvente


Que el fútbol despierta pasiones no es algo de lo que se pueda dudar. Existe amplio consenso en casi todos los rincones del mundo que se trata del más fabuloso de los deportes creados por el hombre, y el espectacular desarrollo de este juego que rápidamente se extendió y se popularizó en todos los continentes así lo indica. Incluso sus detractores, algunos realmente notables como el escritor  argentino Jorge Luis Borges, tal vez el máximo exponente de la narrativa en la lengua castellana, suelen denostarlo con el mismo apasionamiento con que la mayoría de los mortales lo amamos. En la Argentina, tal vez como en ningún otro país, el fútbol seduce y desvela multitudes. Eso no significa que todos sus seguidores lo percibamos de la misma manera, mucho menos que coincidamos a la hora de observarlo. Hablamos de capacidad técnica, de tácticas, de estrategias, también de merecimientos, de injusticias y de diversas circunstancias que influyen en los resultados. Sin embargo, existen pocas coincidencias a la hora de apreciar la importancia de lo fortuito, lo casual y lo impredecible. Los amantes del fútbol, cada día con más convicción, lo tomamos casi como una ciencia donde los artífices de las victorias y los responsables de las derrotas siempre están bien determinados, aunque cada cual tenga su parecer y existan tantas opiniones como observadores atentos haya, y esta diversidad está más que aceptada por todos y cada uno. Eso si: hablar de suerte, para lo entendidos en la materia es no saber nada de fútbol.
  Lanús derrotó a Quilmes en La Fortaleza por 1 a 0, un resultado más que lógico y esperable de acuerdo a los potenciales de ambos contendientes, el primero consolidado como uno de
los grandes de los últimos tiempos y partícipe habitual de los torneos internacionales; el segundo, con menos historia en la categoría máxima, transitando un sacrificado y poco auspicioso sube y baja, sin poder consolidarse definitivamente en la primera división y con un pronóstico más que preocupante respecto a su permanencia de cara al mes de junio próximo, cuando concluya el presente ciclo anual 2013/2014. Sin embargo y desde el inicio, el desarrollo de las acciones fue mucho más complicado de lo esperado para el local. En la primera etapa no pudo vulnerar el sistema defensivo desplegado por su oponente, y en el complemento, cuando lo intentó con más convicción, tampoco podía lograr el gol que abriría el camino a la amplia victoria que todos esperaban: Fue a los XXXX minutos, cuando la impaciencia empezaba a transformarse en murmullo entre los parciales locales, en la mejor jugada colectiva del partido el gol llegó y estalló la alegría contenida. Pero a partir de allí Lanús no pudo aprovechar el adelantamiento rival para convertir el segundo y cerrar el partido; por el contrario, fue Quilmes, con sus limitaciones técnicas y anímicas a cuestas, quien a punto estuvo de lograr la igualdad en tres oportunidades. No demos más vueltas, Lanús fue quien más lo buscó durante 75 minutos, pero por lo hecho en los 15 restantes, Quilmes pudo lograr tranquilamente el empate. No demos más vueltas: Lanús lo terminó ganando porque esta vez, por fin y como hacía mucho no ocurría, tuvo mucha  suerte.
  Sucede que en este complicado y hermoso deporte la fortuna no aparece como un número de lotería, ni en un sorteo, ni es una ficha que cae en el casillero indicado, sino en la sucesión de aciertos encadenados de varios jugadores que no estaban teniendo una buena noche ni podían imponer la superioridad que estaban en condiciones de establecer. Rompiendo el destino de un partido que olía a frustración, a los XX minutos el pibe Valdez Chamorro, que no había acertado mucho que digamos hasta ahí, rompió el tedio con una gran jugada, apilando a pura gambeta a tres rivales y abriendo para Alejandro Silva -que hasta entonces había perdido muchas pelotas en su puesto improvisado de marcador lateral derecho- pero que esta vez llegó al fondo y ejecutó un centro preciso a la cabeza de Pereyra Díaz, que minutos antes se había perdido un gol imposible después de dejar en el camino al golero Dulcich, quien hasta allí había respondido a la perfección, y que en esta oportunidad no pudo impedir el frentazo del riojano, que esta vez no perdonó y abrió el marcador. Así aparece la suerte en fútbol. Y esa misma suerte siguió jugando para Lanús, porque a partir de la desventaja el pobre Quilmes que ni había soñado con llegar a Marchesín, tomó la iniciativa que le permitió quedar en tres oportunidades cara a cara ante el mejor arquero argentino del momento, quien hasta ese instante no había participado del juego, y que en las tres ocasiones respondió a la altura de lo que se espera de él con igual número atajadas descomunales y casi milagrosas que aseguraron la victoria. Así, gracias a los aciertos encadenados de algunos de sus futbolistas, y con mucha suerte, Lanús ganó tres puntos fundamentales que lo ubican en la cuarta posición, igualando la línea de Vélez con 13 puntos, a dos unidades del los punteros Colón y Estudiantes, de los que al comenzar el partido lo separaban otros diez equipos.  

  De esta manera el granate sigue en carrera en las dos competencias, toda una hazaña si tenemos en cuenta la seguidilla de partidos y el escaso descanso al que el fixture muy  comprimido por el próximo mundial lo condenó de antemano. Mañana el Grana vuelve a ser local; esta vez recibe al Deportivo Cali a todo o nada. El domingo visita a River. La rueda sigue girando sin descanso, el camino será difícil y estará repleto de encuentros como el del lunes, con un Lanús que casi siempre deberá apelar al recambio para vencer a rivales cualitativamente inferiores, como lo son casi todos los de América. De la voluntad, de la confianza y del resto físico de los jugadores dependerá el resultado. Y de la suerte, claro.