domingo, 23 de marzo de 2014

La reivindicación de 1976

por Lisandro Martínez*

lisandromartinez47@yahoo.com.ar

“Brasil, Nunca Mais” es un libro escrito por Paulo Evaristo Arns que testimonia los crímenes de la dictadura militar en Brasil impuesta entre 1964 y 1985. El libro lleva el nombre de una “Comisión de la Verdad” constituida independientemente del estado y que nunca aceptó el auspicio de fundaciones extranjeras. Una de sus categóricas conclusiones luego de recopilar datos –clandestinamente- de los archivos militares en los años de plomo, poniendo en juego la vida de abogados y militantes de distintas extracciones fue: “Dado que la política económica de la Universidad de Chicago era extremadamente impopular entre los más numerosos sectores de la población, tuvo que ser implementada por la fuerza”. 
En cambio la conclusión de nuestro “Nunca Mas” fue en términos morales, falsamente garantistas, cómplices a la hora de señalar los objetivos del imperialismo y quienes fueron los entregadores nativos, así los responsables de la barbarie quedaron fuera y los sponsors continúan enriqueciéndose con la miseria popular. Cuando se calificaron estos actos sólo como violando derechos humanos y no como herramientas políticas de terror para imponer la expropiación de las riquezas públicas se dejó abierta la puerta para que escaparan los estafadores nacionales e internacionales. La derrota de la ocupación nazi en Francia al final de la guerra permitió que la Resistencia enjuiciara a la patronal de Renault, la metiera en cana y que la fábrica se nacionalizara.
En mayo de 1990 Sergio Tómasela de las Ligas Agrarias, torturado y encarcelado durante 5 años, vino de Corrientes a Buenos Aires al “Tribunal contra la Impunidad” y se negó a dar el nombre de quienes lo torturaron diciendo: “Los monopolios extranjeros nos imponen cosechas, nos imponen productos químicos que contaminan la tierra, imponen su tecnología, todo a través de la oligarquía dueña de la tierra que controla políticos. La oligarquía es controlada por esos mismos monopolios: Ford Motor, Monsanto o Philips Morris. ¡Es la estructura que debemos cambiar! Eso es lo que he venido a denunciar” (“Un léxico de terror” Marguerite Feitlowitz).  
Al cumplirse el 38º aniversario del golpe genocida en Argentina es necesario que la nueva
generación sepa que el baño de sangre, el terrorismo contra las masas y principalmente contra el movimiento obrero y de lucha, aunque estuvo en manos de enfermos patológicos su eje central no fue la carnicería ni el regodeo con las violaciones, la tortura ni el secuestro de niños, su objetivo económico primero fue garantizar -de común acuerdo con la “creme” de la Burguesía Nacional- el saqueo de la Nación Argentina.
Para revertir la rebelión popular en el mundo de los 60/70 todos los cerebros del capital fueron puestos a trabajar. Milton Friedman, entre ellos, inauguró desde la Universidad de Chicago un lugar de adiestramiento para acabar con las conquistas obreras y de la humanidad; por la University pasaron los “Chicago Boys” autóctonos de la dictadura y la democracia (Cavallo, López Murphy, Roque Fernández, Pedro Pou, Claudio Loser, Mario Blejer, Adolfo Diz, Fernando de Santibáñez, y en general los presidentes del Banco Central y los Ministros de Economía). 
Un oficial del Ejército definió así el Plan genocida: “En 1955 creíamos que el problema era Perón y dimos el golpe, pero en 1976 ya sabíamos que el problema era la clase trabajadora” (“Diario de investigación del genocidio” 2006 Guillermo Levy).
La Junta Militar Argentina nunca movió un dedo sin morder “la tarasca”, en 1976 Henry Kissinger le susurró al oído al almirante César Guzetti, ecretario de Relaciones Exteriores: “Hay dos préstamos (en el BID) y no tenemos ninguna intención en contra de dárselo al gobierno argentino”. Y agregó: “Sigan adelante con sus solicitudes al Expo-Import Bank, nos gustaría que su programa económico funcione, hacemos todo lo que podemos para ayudarlos” (Papeles desclasificados Dpto. Estado de EEUU - 7/10/1976 www.gw.edu/nsarchiv).
El ministro de Economía Alfredo Martínez de Hoz -es público- fue acusado de fraude por transferir un subsidio del estado a una empresa donde él mismo era presidente y fue sobreseído por los tribunales de la democracia, posiblemente por eso Kirchner manejó la transferencia de subsidios al transporte y otras actividades con la tranquilidad que da “la cosa juzgada”. 
El Banco Mundial investigó en 1984 a dónde fue un préstamo a la Junta Militar de u$s 35.000 millones y descubrió que u$s 19.000 millones fueron transferidos fronteras afuera. Suiza confirmó que gran que parte de la guita fue a cuentas numeradas (“Banco Mundial Economic: Memorándum Argentina”, página 17. La Voz del Interior 6/10/1984). 
La Reserva Federal de EEUU señaló que sólo en 1980 la deuda se amplió en u$s 9.000 millones y la cantidad de dinero depositado ese año en el extranjero por argentinos fue de u$s 6.700 millones. Uno del riñón de los Chicago Boys asombrado con la guita que se “perdía” en el camino en Argentina dijo a sus alumnos de la famosa University “es el mayor fraude del siglo XX” (Justicia y Deuda Externa Argentina”, Héctor H. Hernández).
Cavallo, presidente del Banco Central, anunció que el estado asumiría las deudas de las multinacionales y de las empresas nacionales (amigas) que se hallaban al borde de la quiebra por la enorme cantidad de préstamos que suscribieron. El erario público rescató a la patronales quebradas a un costo de u$s 20.000 millones ¿Quiénes se beneficiaron? Ford Motor, Chase Manhattan, Citibank, IBM, Mercedes Benz (“De Baring Brothers al FMI” Norberto Galasso). 
El “Plan Cavallo”, nos enteramos por Alejandro Olmos, fue un plagio del “Mingo” dictado por la Banca Morgan y el Citibank, dos de los principales acreedores del país, es un dato calificador del intelecto de los monigotes que aparecen como los creativos del capital. 
La clave de la estafa hoy es el rol de los gobiernos, primero como inversores de recursos ilimitados que aportan el capital inicial para los negocios privados y luego colocan a la ciudadanía como clientela cautiva. La identidad del paradigma democrático y la forma de hacer negocios es el bombardeo indiscriminado a Irak, la prisión de Guantánamo y la Masacre de Once.
Plutarco Schaller y su familia, simpatizantes K, para la conmemoración del 24 de marzo han señalado frente al sostenimiento del general Milani que “es un error presidencial”.
 La derechización del gobierno ¿acaso no está colocando a Milani como una reivindicación de aquella forma de hacer negocios con la 1050? 
¡Fuera Milani!
(*) MIembro del PO