martes, 1 de abril de 2014

A seguir fumando kirchnerismo

por Omar Dalponte

nuevospropositos@hotmail.com

Ya dejamos atrás la cuarta parte del año y en estos tres meses transcurridos hubo momentos en que el voltaje político no fue tan bajo como en otros veranos. No faltaron algunas importantes concentraciones populares como las ocurridas en la plaza del Congreso y en Plaza de Mayo el 1° y el 24 de marzo. Antes, desde el primer día de enero, la mayoría de los sectores políticos iniciaron de distintas maneras y con formato diferente la campaña electoral con destino a fines de 2015. Luego, la huelga docente ocupó gran parte del mes que acaba de terminar y de aquí en más no habrá descanso para quienes pretendan hacerse cargo del gobierno cuando concluya el próximo año. En nuestra geografía lanusense las aguas de algunos ríos no permanecieron demasiado quietas y probablemente, en comparación con otros distritos del conurbano, fue donde se registró la mayor movilización social producida por motivos diversos. Lo bueno que, en general y salvo algún exabrupto más o menos aislado, todo se desarrolló en el marco de los ruidos propios de la democracia. Y en verdad, como dice cierta letra tanguera, todo está igual.. nada ha cambiado.
Es evidente que hay hambre y esperanzas en la oposición pero también está claro que aún no tiene por delante ninguna comida concreta y su futuro es incierto. Sin descartar que alguna sorpresa mayúscula pueda aparecer en cualquier momento, difícilmente haya sintonía real entre las voces exaltadas y los logros reales. Es posible que la flota oficialista, desde la nave insignia hasta el barco más pequeño, pase por momentos de turbulencia pero esto no significa que alguna de sus unidades esté expuesta seriamente a una vuelta de campana. Además. en lo que se refiere a esa "sorpresa mayúscula", sería aventurado negar que finalmente, en el futuro, exista la posibilidad de algún acuerdo -inimaginable el día de hoy- que
deje con la cola al norte a parcelas opositoras convencidas de haber agarrado a Jesús por la barba. Quienes exploramos sin descanso el mundo de la política sabemos perfectamente que se producen encuentros y conversaciones que dejarían sin aliento a muchos que imaginan el porvenir de acuerdo al mensaje mentiroso emitido por los comunicadores del antikirchnerismo y por los altavoces del pesimismo. No hay que olvidar que en ese mundo, el de la política, las cartas que se vuelcan sobre la carpeta no son las mismas que se cambian debajo de la mesa.
Advertimos que en su afán por apurar los tiempos hay sectores minoritarios del campo sindical, convertidos en preservativos de grupos empresariales y de las finanzas, que en maridaje con alguna expresión política cuyos principales dirigentes recurren a los Estados Unidos en busca de bendiciones a futuro, están ensayando un movimiento de pinzas alrededor del gobierno nacional con la pretensión de condicionar su accionar, cercarlo y mandarlo de cabeza al fracaso. Parece que dicha pretensión, tan retorcida como inviable, se va a estrellar definitivamente contra el muro de la realidad pues, sin ninguna duda, en esta Argentina recuperada por lo ganado durante una década, habrá que seguir fumando kirchnerismo hasta que el pueblo decida otra cosa si es que estuviese dispuesto a suicidarse. Por lo aprendido hasta aquí si algo tenemos en claro es que los pueblos no se suicidan.
A pesar del trago amargo que significa la fortaleza del kirchnerismo para quienes con total desfachatez auguran sin fundamentos serios un fin de ciclo, corresponde transmitirles que esta versión peronista moderna, con capacidad de movilización, presencia nacional, mayoría en el Congreso, amplia participación militante juvenil y la conducción indiscutible de la compañera presidenta Cristina Fernández, tiene gran solidez y es respaldada por millones de argentinos. Sabemos que las botas de potro no son para cualquiera y que por ahí, alguno de nuestros aliados, "con la misma estupidez del pavo" son propensos a amainar "su plumaje al primer ruido". Pero estas aflojadas, de la misma manera que las deserciones hacia otros campamentos ya ocurridas, no van a conmover demasiado a un movimiento que arrancó desde el subsuelo de un país en llamas y se forjó en la lucha contra poderes que hasta no hace mucho parecían invencibles.
En el tablero del ajedrez político las piezas blancas del gobierno nacional están mejor posicionadas que las piezas negras de la oposición y difícilmente se pueda poner en jaque a quien cuenta con recursos humanos al por mayor y una enorme capacidad para hacer y sorprender que no tuvieron otros gobiernos durante las decenas de años anteriores a 2003. Por supuesto que la superioridad moral del kirchnerismo y su ventaja política sobre la oposición no se deben tomar como bienes inamovibles ni gracias eternas. Estas cosas valiosas en su haber deben ser sostenidas todos los minutos de cada día con realizaciones positivas concretas y con construcción política en la que el pueblo sea principal protagonista y no un convidado de piedra. También es necesario que en la propia tropa, algunos afiebrados de celular siempre ocupado se pongan a trabajar seriamente y con la mayor voluntad por el proyecto nacional y popular; sin vacilaciones ni desviaciones ideológicas. Porque no se nos escapa que en nuestras filas no son pocos los haraganes y quienes, como decía Jauretche, se han subido al caballo por izquierda y están dispuestos a bajarse por la derecha en cualquier momento.
Ante la presión constante del enemigo se impone la necesidad de una militancia firme en defensa del gobierno nacional, en apoyo a la conducción de Cristina Fernández y por la capacitación de cuadros políticos en todos los niveles y disciplinas que corresponden al fortalecimiento del peronismo kirchnerista en particular y a la formación de un amplio Frente Nacional para la gran batalla electoral que habrá de ocurrir el año que viene.