lunes, 7 de julio de 2014

A 40 años de la muerte de Perón

por Lisandro Martínez*

lisandromartinez47@yahoo.com.ar

Moyano, Calo, Pignanelli, “peronistas de pura cepa” y otros eméritos colaboradores patronales se reunieron en la sede porteña del SMATA para analizar: “El avance del sindicalismo de izquierda, que es una realidad en muchas organizaciones gremiales” (Tiempo Argentino 5/6/2014).
  ¿Pero qué es lo que está pasando? ¿No era este movimiento un sentimiento que recorría por sangre al movimiento obrero? Algo se rompió y la culpa –dicen- la tiene la izquierda.
  En 1943 el Ejército Argentino dio un golpe de estado preventivo contra un régimen agotado tras una década de infamias en el poder. El golpe era un correctivo porque los conservadores obligaban a la izquierda (PS y PCA) a levantarse en luchas obreras que habían llevado al Partido Comunista a dirigir la CGT. El golpe correctivo del 4 de Junio fue muy preciso cuando el general Arturo Rawson declaró: “El comunismo amenaza sentar sus reales en un país pletórico de probabilidades por ausencia de previsiones sociales” (Poder Militar y Sociedad Política en la Argentina, Tomo II, Alan Rouquié).
  El golpe estaba enmarcado en la catastrófica derrota del nazifascismo a manos del pueblo de la Unión Soviética. Los nazis despertaban una inmensa simpatía en la plana mayor del Movimiento 4 de Junio (GOU).
  El final abrupto de la segunda guerra mundial puso en crisis al capitalismo mundial y en Argentina a su brazo armado, las FFAA.
  El comunismo volvió a ser el espantajo que surgió a pesar que Stalin en 1938 hizo un pacto con Hitler, violado por los nazis que invadieron la URSS. Los aliados alentaban a los fascistas para que derrotaran a la URSS devolviendo a los capitalistas sus propiedades.
  Stalin con el heroico triunfo del pueblo de la URSS firma un acuerdo de “convivencia pacífica” con los “aliados”, estrangulando el ascenso obrero mundial e imponiendo en nombre de la “revolución” el sometimiento de toda la izquierda a la democracia capitalista. Es en ese período que Perón arma su principal sostén, la Unión Ferroviaria -150.000 afiliados- de la mano de José Domenech un estalinista que organiza la “convivencia pacífica” entre explotadores y explotados. Domenech fue a fondo con la colaboración obrera al capital como pedía Stalin y fue autor, el 9/12/1943, del panegírico: “Perón es el primer trabajador”.
  La nefasta orientación política que dominó al mundo del trabajo con Stalin subordinó a los obreros a no hacer huelgas en los países aliados. Sólo algunos revolucionarios evadieron “el telón de acero” y produjeron la revolución socialista en Yugoslavia y China. 
  En Argentina el PCA le impuso a José Peter –un sacrificado cuadro sindical- el
levantamiento de una gigantesca huelga de los frigoríficos, recordándole el pacto de Stalin con los aliados. 
  ¿Qué movimiento independiente se podía formar con los partidos de izquierda subordinados a los explotadores?  
  Para impedir la independencia obrera en 1950 la CGT pasa a depender del estado y cambia los estatutos de 1936 -cuando la izquierda ganó la central obrera con una huelga general-; aquellos estatutos decían “el actual régimen capitalista fundado en la propiedad privada de los medios de producción, es para los obreros permanente causa de explotación, injusticia y miseria. El capitalismo obliga al proletariado a organizarse para defender sus intereses de clase y preparar su emancipación creando un régimen fundado en la propiedad colectiva de los medios de producción”. El párrafo fue reemplazado por una adhesión a Juan Perón y su esposa. El artículo 4º del estatuto de la CGT expresaba la idea de delatar a los compañeros e impedir la presencia de “infiltrados”, decía: “Encomendar a las organizaciones afiliadas y a los trabajadores en general la eliminación de elementos comunistas, francos o encubiertos y de todos aquellos que se solidarizan con  su acción, eliminándolos de los puestos de dirección  e impidiendo que puedan ejercer su perniciosa influencia en los medios obreros”. A partir de 1950 la CGT estuvo bajo las órdenes patronales.
  Luego de varias volteretas políticas el PCA se suma en Argentina a “los aliados”, es decir al imperialismo y la Sociedad Rural.
  Así nació el peronismo de “las conquistas obreras” que respondió a una política impuesta por el  imperialismo impresionado por la insurgencia obrera que había desatado el triunfo de la URSS. Aquí como en Inglaterra y otros países se nacionalizaron trenes (rescatando a esos empresarios en quiebra) luz, gas, ómnibus, se extendió la jubilación como un derecho para todos los trabajadores, se instalaron el aguinaldo, las vacaciones y la salud gratuita (Ver el documental inglés del 2012 “El espiritú del 45”, Kean Loach). El capital tiró lastre, prefirió perder algo a todo.
  Perón desde 1955 hasta 1972 se exilió en países gobernados por la derecha. En 1969, el Cordobazo de los obreros mejor pagos obligó a la burguesía nacional a decidir que volviera Perón para derrotar al clasismo. 
  El peronismo de las conquistas obreras fue devastado por el propio peronismo que destruyó salud, vivienda, trabajo, educación y jubilación. Otero, ministro de Trabajo del ‘73 al ’76, armó una reforma laboral e impuso el “trabajo eventual”, un símil del trabajo precario. El derecho de huelga fue liquidado y quienes en las organizaran eran “infiltrados” y tenían penas de 5 años de cárcel. 
  Antes de morir Perón fundó la triple A, antecedente de los grupos de tareas de la dictadura genocida. El líder fue el responsable de la peor tragedia del movimiento obrero argentino. Fue el mismo peronismo el que puso a Harguindeguy como jefe de la Federal y a Videla al frente de las fuerzas armadas, pavimentando el camino al golpe.
  “Los bajadores de cuadros” no se atreven en el siglo XXI a abrir los archivos ni a pedirle al Papa peronista que abra los del vaticano porque la verdad histórica acabaría con el relato y señalaría la complicidad de la democracia burguesa. 
  En el peronismo siempre gobiernan las patronales. El modelo de la burguesía nacional no lleva a la independencia política ni económica. La herencia de Perón fue Isabelita, Menem, Duhalde, los Kirchner y se profundiza con los sucesores de la Ucede: Boudou, Massa, Scioli y Macri/Moyano. 
  La cría del kirchnerismo, otro régimen agotado, son los barones del conurbano, la burocracia patotera o el FAP-Unen de los sojeros.
  Hay que reconquistar las reivindicaciones arrasadas por el peronismo convocando un congreso del movimiento obrero y  la izquierda, en el derrotero a la transformación social anticapitalista.
  (*) Del Partido Obrero