viernes, 29 de agosto de 2014

Uno nunca sabe…

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com
     
Si ver un buen partido de fútbol es apasionante, seguir a un equipo lo es infinitamente más aún. No perderte partido alguno, prestar atención a la información que ronda en torno a tu once, ver la evolución -o la involución- de cada uno de esos envidiados muchachos que tienen la suerte de poder defender tus colores en el campo de juego, eso es el fútbol. Así como vieron brillar al reciente campeón de la Sudamericana, los hinchas granates se impacientan porque su equipo no logra la recuperación de aquel nivel. Por la 4ª fecha del Torneo de Primera División, Lanús perdió en Liniers un partido imposible, en el momento preciso en que tenía todo para ganarlo. Fue a los 83 minutos de juego, cuando Vélez ya poco inquietaba y su defensa no hacía pie, el fondo granate descuidó a Pratto, y la figura de la cancha, sin marca y con demasiado espacio, tiró una pared con Caraglio y venció a Marchesín. Una vez en desventaja, Lanús lo fue a buscar con todo y le generó tres situaciones de gol. Tarde piaste. Dos ganados de local, dos perdidos de visitante, todos por un gol de diferencia, un camino irregular inesperado.
  Después de haber vencido a Estudiantes con una actuación aceptable, con Acosta como figura, Guillermo decide mandar al banco justamente al Laucha, el as de espadas de Lanús, después de haber sido reemplazado a cinco minutos del final ante el Pincha y retirarse despedido por una ovación. En la práctica de fútbol del martes previo al choque con Vélez, el técnico granate saca a Silva y Acosta, y en su lugar practicaron con el resto de los titulares
Junior Benítez y Melano, dos que hasta hoy no habían tenido buenas actuaciones, que vienen jugando pocos minutos y sin continuidad. Al día siguiente no da el equipo, pero los reemplazantes afirman que van a jugar. “Tal vez el mellizo apueste a ceder espacios y contragolpear con juego largo, y por eso saca a Silva y pasa a Romero al centro del ataque,  tal vez imagine un partido cerrado que se definirá en el segundo tiempo y por eso guarda a Acosta, para tenerlo en los minutos claves sin exponerlo a la hora de la lucha y la pierna fuerte en la etapa inicial…” Algo así dijo un periodista amigo que suponía que podía pasar. Y en parte eso pasó.
  Vélez y Lanús tardaron 10 minutos en estudiarse y en dirimir la pelea del medio. El Grana, en efecto, replegó sus líneas y el partido se empezó a jugar en su campo. Pero el local no conseguía inquietar a Marchesín. Aunque Nanni no lo acompañaba, Pratto empezaba a mostrar su buen momento, participando de la creación de juego en tres cuartos con mucho acierto, aprovechándose de la pobre marcación del trío Somoza, Gómez y Braghieri, sociedad de marca más que limitada. Lanús lo aguantaba sin sufrir demasiado pero era impreciso a la hora de devolver el ataque. Melano bajaba a colaborar por la derecha, y por la izquierda Velázquez la pedía para atacar con todo un campo para recorrer sin marca, pero el medio no podía armar juego.  Varias veces se apeló al pase largo, buscando las espaldas del fondo Vélez, que en esa faceta respondió correctamente. Lo mejor de Lanús fue en los últimos quince, donde en algunos pasajes se paró en campo y rival y recuperó el balón en tres cuartos. Y ahí sí le creó algo de peligro, siempre en los pies de Romero. Y como Junior no dio pie con bola, el complemento pintaba ser el tiempo de Lautaro Acosta.
  En el reinicio del juego, en el marco de paridad general y escasez ofensiva de ambos, Lanús se insinuó un poco mejor. En Vélez entró Caraglio por Nanni y todo siguió en el marco de la Pratto-dependencia. En Lanús entró Silva por Melano, y tampoco el Pelado se destacó, se lo vio impreciso y fastidioso. Junior seguía bartoleando, y en la única que le salió, Lanús lo tuvo en la cabeza de Melano. A partir de los 30, los dos equipos empezaron a mostrar cansancio. En Vélez el desgaste fue muy elocuente, en la visita se pareció demasiado a la decepción y al fastidio. Recién a los 38’ entró Acosta por Silvio Romero, y en seguida llegó la apertura para el rival. Uno nunca sabe, pero está cansado de escuchar que la cosa entre el plantel y el cuerpo técnico no está del todo bien. De una u otra manera, ya sea porque Guillermo tuvo una idea genial y dijo “Eureka”, o por razones que no tienen explicación desde lo futbolístico, el técnico de Lanús prefirió poner a Junior y a Melano antes que a Silva y Acosta, y aunque Melano apenas aportó su énfasis en la recuperación y Junior se cansó de perder pelotas, los ingresos de Silva  y el Laucha demoraron más de lo esperado. Y como la idea del técnico no funcionó, y para colmo Lanús cayó sobre el final, da toda la sensación que lo perdió él.
   Uno nunca sabe si creer o reventar, pero está más que seguro de que en el fútbol estas cosas suelen pasar, sobre todo en estos tiempos, en los que la pelota la tiene el jugador, y por eso se queda con la mayor parte del negocio, que además es cada vez más grande. Dicen los que saben que algunos jugadores experimentados están cansados del rigor del profe Valdecantos, algo que también de acuerdo a lo dicho por futbolistas que tuvo en otros equipos, siempre le suele pasar  Y uno está seguro que en estos casos depende de la inteligencia de todos. Inteligencia de parte de los jugadores para mantener bajo el perfil público, cosa que viene siendo así, inteligencia también del cuerpo técnico para no jugar con fuego cerca de la garrafa, e inteligencia de la conducción del club para evaluar correctamente la gravedad de la supuesta situación conflictiva y, en lo posible, mediar. Ojala que no sea así, pero si así fuera, en Lanús se impone volver a apuntar la mira a los dos objetivos que aún quedan por delante y seguir trabajando para reconstruir ese temple de equipo campeón que supo tener hace menos de un año, en el que el espíritu de conjunto sobresalía por encima de todas las cosas y la vida sonreía.