por Marcelo Calvente
Es raro el
fútbol argentino, Rafaela le hace 3
a Boca en la Bombonera , Independiente aplaude el esfuerzo y
convierte en ídolo a Mancuello, y en una sola fecha, son expulsados cuatro
jugadores por agresión a un rival –Prichoda, Borja, Galmarini y Centurión- los dos
primeros antes de los 30’
del primer tiempo, más Diego Vera y
Cillis, por exceso verbal estando amonestados, seis profesionales que
ganan mucho dinero, actuando con la irresponsabilidad de un chico en el
potrero, dejan a su equipo con diez y lo condenan a la derrota, además de
recibir una suspensión y resignar el puesto cada uno de ellos. Marco esto
porque me llama la atención que cosas así se tomen con naturalidad por
periodismo y público, aunque seguramente cada entrenador pensará muy bien antes
de volver a confiar en ellos. Todo muy extraño. Lanús volvió a la victoria en
Avellaneda sobre Racing por 3 a
1, después de un arranque en desventaja desde el segundo minuto de juego. Sin
brillar, metiéndose demasiado atrás para defender, pero corriendo y poniendo
como hace mucho no lo hacía, Lanús sumó tres puntos muy importantes de cara al
clásico del próximo fin de semana y lo que resta de torneo. Y lo más raro de la
tarde fue que por primera vez en mucho tiempo, el árbitro de turno, Andrés
Merlo, de flojo arbitraje, no lo perjudicó.
Lanús salió a enfrentar a Racing con tres
cambios en la defensa, más las salidas de Silva y el paraguayo Ayala, y el
comienzo fue de la peor manera. Ante la pasividad de Monteseirín, Ortiz y
Somoza, entregando demasiados metros a sus marcas, Hauche buscó la espalda de
Pinto, metió la diagonal de derecha a izquierda, y con toda la libertad de
movimientos puso el pase en cortada para Centurión, a quien el Pipi Araujo
descuidó. Lanús había perdido la
oportunidad de jugar con la desesperación del
rival. Y hasta los
El segundo tiempo ganó más aún en dramatismo,
y el Cilindro fue un infierno. El técnico local, pésimo declarante acerca de la
importancia de perder un clásico antes de jugarlo, y el árbitro Merlos, que en
el primer tiempo perjudicó al local en una sola oportunidad -falta del Pulpito
sobre Centurión en el área que no sancionó penal, como hubiese correspondido-
se llevaron todas las puteadas. Lanús ahora sí trató de ajustar el retroceso, y
la respuesta defensiva fue mejor, pero hasta los treinta, nuevamente fue Racing
el que creó peligro, y bien lo pudo empatar en dos cabezazos de Lollo casi
calcados y un remate de Aued, que Marchesín sacó del ángulo. El clima y el
resultado sacaron a los futbolistas locales, y a cinco del final, cuando ya
Lanús contragolpeaba con más espacios, Centurión metió dos trancazos, estando
amonestado por sacarse la camiseta en el gol, y se fue a las duchas. El final
fue la larga corrida de Romero, mano a mano con Videla, a quien eliminó con un
cambio de paso hacia fuera, y ya sin fuerzas remató contra el cuerpo de Saja,
que estuvo un tanto lento para levantarse. El delantero cordobés llegó antes al
rebote, metió un buen amague que volvió a desparramar al arquero, y con un
toque a la red se transformó en la gran figura del partido.
El técnico local hizo un nuevo papelón a la
hora de hablar con la prensa. Fue raro;
avisando que no respondería preguntas, Diego Cocca salió con un emotivo
pedido al supuesto poder oculto que tanto está perjudicando a Racing que por
favor no lo haga más, y se marchó. Una pena, hubiese sido enriquecedor una
enumeración minuciosa de los fallos arbitrales perjudiciales que sufrió su
equipo, uno imagina que eso es lo que le hubieran preguntado los periodistas. De todos modos,
la hinchada de Racing se va a olvidar más rápido del árbitro que de las
declaraciones de Cocca previas al clásico que perdió hace siete días. Sólo lo
salva ganar el título, y parece difícil que obtenga el crédito necesario como
para intentarlo.
Por ahora, con casi un tercio de las jornadas
disputadas, el pulso del torneo lo marca River (16 puntos), que parece estar un
escalón arriba de todos los demás, pero que tendrá que rendir cuentas físicas
en la triple competencia, obstáculos con los que puede tropezar. Lo siguen
Vélez (13), Newell’s e Independiente (ambos con 12) y enseguida, junto a
Central, se ubicó Lanús con 10 unidades. Es difícil saber si la victoria es el
resultado de una superación individual de sus jugadores, si el entendimiento
colectivo es lo que mejoró, o si fue la pobreza espiritual del adversario lo
que facilitó las cosas. Lo cierto es que cuando aparecen las dudas en el juego
y las diferencias internas, las victorias ayudan a zanjarlas. El desafío mayor
lo tiene en siete días, cuando reciba a Banfield. Y no sería nada raro que de
ganar el clásico en La
Fortaleza puede encontrar el despegue definitivo, y recuperar
el único objetivo posible para un plantel de su calidad: la lucha por el
título.