lunes, 29 de septiembre de 2014

La huella de carbono

por Alejandro Chitrángulo

Huella de carbono o huella ecológica son términos habitualmente empleados en el contexto medioambiental que se utilizan para denominar las formas de medir la cantidad de gases de efecto invernadero que emitimos a la atmósfera como consecuencia de nuestros hábitos y actividades. La complejidad de estas mediciones hace que no sea fácil comprender qué son, para qué sirven y qué importancia tienen en nuestra vida cotidiana. 

El efecto invernadero 

El efecto invernadero se refiere a los casos en que las longitudes de onda corta de la luz visible del Sol, pasa a través de un medio transparente y es absorbida, pero las longitudes de onda más larga de la (radiación infrarroja) de los objetos calentados, son incapaces de pasar por ese medio. La captura de la radiación de longitud de onda larga, conduce a un mayor calentamiento y a una mayor temperatura  resultante. Junto con el calentamiento de un automóvil por la luz solar a través del parabrisas, y el ejemplo del mismo nombre del calentamiento del invernadero por la luz solar, pasando a través de ventanas transparentes selladas, el efecto invernadero ha sido ampliamente utilizado, para describir la captura del exceso de calor, por la creciente concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. El dióxido de carbono absorbe fuertemente la radiación infrarroja, y no permite que gran parte de ella escape hacia el espacio.

Gases de efecto invernadero 

Son gases que se encuentran presentes en la atmósfera terrestre y que dan lugar al fenómeno
denominado efecto invernadero. Su concentración atmosférica es baja, pero tienen una importancia fundamental en el aumento de la temperatura del aire próximo al suelo, haciéndola permanecer en un rango de valores aptos para la existencia de vida en el planeta. Los gases de invernadero más importantes son: vapor de agua, dióxido de carbono (CO2) metano (CH4), óxido nitroso (N2O) clorofluorcarbonos (CFC) y ozono (O3).
De todos ellos las concentraciones mas preocupantes son las de dióxido de carbono (CO2). La principal fuente de emisión de CO2 de la atmósfera es la quema de combustibles fósiles y biomasa (gas natural, petróleo, combustibles, leña) utilizados en procesos industriales, transporte, y actividades domiciliarias (cocina y calefacción). Los incendios forestales y de pastizales constituyen también una fuente importante de CO2 atmosférico. La concentración del CO2 atmosférico subió desde 280 ppm en el periodo 1000 - 1750, a 368 ppm en el año 2000, lo que representa un incremento porcentual de 31%. Se estima que la concentración actual es mayor que la ocurrida durante cualquier periodo en los últimos 420.000 años, y es muy probable que también sea el máximo de los últimos 20 millones de años.

La huella de carbono

El último informe de la Global Footprint Network correspondiente al año 2010 -basado en datos de 2007- refleja que la huella ecológica mundial es de 18 mil millones de gHa con una población mundial de 6.700 millones de personas, lo que resulta una huella promedio de 2.7 gHa por persona. Otros parámetros que se tiene en cuenta es la biocapacidad, es decir, la capacidad de un área específica -biológicamente productiva- para generar un abastecimiento regular de recursos renovables y de absorber los desechos resultantes de su consumo. De la comparación de ambos valores para una región determinada se deduce que si la huella ecológica es mayor que la biocapacidad, se genera un “déficit ecológico”. Esto determina que tal exceso de consumo es posible a costa de utilizar recursos de otros territorios o en detrimento de las generaciones futuras.
  La biocapacidad mundial, por su parte, se calculó en 11.9 mil millones de gHa, lo que resulta en 1.8 gHa por persona. Esto significa que la biocapacidad mundial fue superada en aproximadamente un 50%. El informe de Global Footprint Network refleja que en 2009 la humanidad utilizó el equivalente en recursos de 1.5 tierras para soportar su estilo de vida. Dicho de otro modo, le tomará al planeta un año y medio regenerar lo consumido en 2009. Por eso, de continuar con la tendencia en la demanda actual de recursos naturales se estima que se necesitarían 2 planetas tierras para el año 2030.

Nuestra huella de carbono 

La huella de carbono personal la constituye cada producto que adquirimos, un alimento que ingerimos o una actividad que realizamos en función de aspectos como las materias primas que se han utilizado para su fabricación o la energía empleada en su uso.
Según un informe realizado por la Agencia Internacional de la Energía, los mayores generadores de GEI en el mundo son los Chinos le sigue Estados Unidos con 19,10 toneladas de CO2 al año por habitante. En la Argentina la cantidades medidas por el INTI en las 15 principales ciudades con más de 300 mil habitantes es de 0,91 toneladas por persona por año.
A partir de nuestra huella de carbono es posible conocer de dónde vienen los gases nocivos que generamos a la atmósfera. Esto nos permitirá tomar medidas que permitan disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).  
Las metodologías de certificación de la huella de carbono, son lideradas por la norma ISO 14064, que determina dos tipos de fuentes que componen la huella.
Por una parte, las fuentes llamadas directas, aquellas que se producen como consecuencia directa de una actividad o consumo determinado.
Por otra, las fuentes indirectas, que son las procedentes del consumo eléctrico o las generadas a partir de la fabricación o extracción de la materia prima de un producto.
Existen numerosas empresas y consultoras encargadas de certificar la huella de carbono y acreditar ese cálculo.
En Internet existen diversas herramientas calculadoras de huella de carbono a partir de datos como nuestro gasto anual de electricidad, el uso de gasolina o de aparatos electrónicos.