domingo, 19 de octubre de 2014

Visión desoladora de una sala sanitaria

por el doctor Norberto Silva* 

Una soleada tarde primaveral de la semana pasada, a las tres de la tarde y  por pura casualidad,  me encontré en  la esquina de Corvalán al 2100 y Margarita Wield. Me sorprendí, allí estaba la San Martin, la unidad sanitaria en la que trabajé hace unos cuantos años y que recuerdo con tanta emoción porque aprendí mucho y disfruté la atención principiante de la gente del vecindario.
Detuve el auto con tristeza por tantos recuerdos y la visión desoladora que tenía al frente, y me animé a recorrer sus veredas e ingresar.
Lo que vi me animó  a elevarle esta nota, e invitarlo a que confirme lo que le cuento.
Las veredas y sus jardines anexos totalmente abandonados.
En la puerta de entrada un papel a birome y cinta adhesiva decía: “No hay pediatra”. Me llegó al corazón la desesperación que habrán sentido aquellas madres que fueron con sus niños, y encontrase con este aviso. ¿Habrán querido golpear a  alguien o volvieron llorando a su casa?.
 El hall o sala de espera con “paupérrimo mostrador”, sin asientos para el público, sin ningún personal a la vista, vacía de gente y un severo deterioro de los cielorrasos y paredes, que se repitió en todos los espacios. A la derecha una cartelera mostraba el nombre del director, el administrador, quince médicos de guardia varios pediatras, traumatólogo, cardiólogo, neumonólogo,  obstetra, ginecologo, 2 clinicos,  3 dentistas y tres pediatras. Pero no había siquiera un cartel de cartulina diciendo a qué día y hora atendían esos profesionales o a quien preguntar por un turno, o a que teléfono llamar para ello.
Los consultorios estaban cerrados, la guardia y el office de enfermería a puerta abierta, pero sin nadie ni para atender ni para evitar el robo. 
El deterioro edilicio al salir atrás superó todo lo esperado, los jardines una verdadera selva
“sin cuidado”, tierra y mugre por todos los pisos, pero eso si, un policía lavando su auto gris.
Entiendo porque  esta U. Sanitaria estaba vacía a pesar de las tremendas necesidades que tienen los vecinos, para cuidar su salud o solucionar su enfermedad, porque da “temor” entrar allí,  en lugar de sentir “atracción” para satisfacer sus necesidades más básicas.
Y no es cuestión de presupuesto o dinero, es cuestión de responsabilidad, en todos los niveles que correspondan desde el intendente para abajo, pero sobre todo de compromiso  y de amor por el otro.
 (*) Fue además director del Hospital Narciso López.