“Se imaginarán el trastorno que esto provoca a los vecinos ya que en algunos casos tienen que caminar hasta 9 cuadras para llegar a sus casas o tomar algún medio que vaya por la ribera ocasinándole doble gasto, y exponiendose a los atracos”, dice Eduardo Ugarte y señala: “La policía no aparece y todos saben que los chorros se esconden en los pasillos despues de cometer sus fechorias y jamás un policía entró a vigilar un pasillo”.
