por Marcelo Calvente
En un encuentro muy atractivo, con un primer tiempo electrizante y un
complemento de enorme dramatismo, Lanús
ganó el clásico del sur por 2 a
1, un resultado justo que premia al mejor de los dos. La victoria es un gran
paso adelante para el equipo de Guillermo Barros Schelotto, de marcha irregular,
a paso de comparsa, después de dos triunfos consecutivos cosechó dos duras
derrotas, y en medio de un tramo con rivales muy exigentes, la vuelta a la
victoria en el derby lugareño alivia la situación y sirve para trabajar con más
tranquilidad de cara al choque con Boca Juniors, uno de los punteros, a
disputarse el próximo domingo en La Fortaleza con la esperanza de ganar, y de una vez
por todas prenderse en la pelea por el título.
Banfield venía embalado con cuatro victorias al hilo, exhibiendo un
notable juego de ataque. Ganando el clásico se convertía en candidato. Lanús
venía realmente mal, el equipo que se
había insinuado poderoso ante Godoy Cruz
se estaba diluyendo. Todos los boletos eran para el Taladro. Tanta diferencia
suele ser un mal presagio cuando hablamos de clásicos. Lanús se adueñó de la
pelota a fuerza de luchar y correr, y a partir de la tenencia desniveló por
medio de Junior Benítez y Lautaro Acosta, con Lucas Melano metido entre los
centrales. El primer tiempo del Laucha fue un espectáculo aparte. A fuerza de
velocidad y convicción, Lautaro hizo un desparramo unipersonal difícil de ver
por estos tiempos y recibió la falta que le dio un vuelco al partido. Tan
concentrado venía Lautaro que ya desde el aire, antes de terminar de rodar por
la gramilla, empezó a reclamar la expulsión del infractor Sergio Vittor por
último recurso. Loustau cobró el penal y dudó, no parece agradarle la idea de
perjudicar a Banfield. Consultó con el línea Brailovsky que, supongamos, le
dijo: “estaba cara a cara y lo agarró de atrás, lo tenés que expulsar, que le
vas a hacer…”
A los 23 minutos de juego Lanús se puso en ventaja y su rival quedó con
un hombre menos. El partido era de ida y vuelta, pero a Banfield le costaba crear
juego. En vez de dar un paso atrás y darle la pelota al rival para que se
adelante, Lanús presionaba sobre la salida. No fue una buena idea: dominó y
tuvo varias chances para aumentar, pero recibió más de tres contras que
pudieron terminar en gol. Cerca del final de la etapa Loustau volvió a aparecer
en el partido para marcar una falta a favor del local, a un metro del área
penal, falta que de ninguna manera existió. Mientras armaba la barrera y
amonestaba a Lautaro Acosta, que no paraba de protestar el fallo, no se perdió
el codazo de Junior a Noir y lo castigó con el mayor rigor. Afuera el de Lanús.
Ahora fue Monetti quien advirtió al otro juez de línea: “avisale de la patada previa
de Noir, yo sé que vos la viste…” El
asistente informó, Lanús quedó con diez y Banfield con nueve hombres.
Advertido de la no conveniencia de sostener la presión, el equipo de
Guillermo salió a esperar a Banfield en campo granate desde el inicio del
complemento, y así disponer de espacios para contragolpear. Fue el momento en
que parecía que terminaba en goleada, con el muy buen trabajo de Acosta y
Melano. Y a los 18’
el cordobés recibió la habilitación de Ortiz –contra perfecta, dos contra uno,
esperó que el defensor tome la decisión de soltar al cordobés para cruzarlo, y
recién ahí ceder el balón- y la buena definición de Melano para el 0-2. La
diferencia parecía definitiva, pero todo se complicó cinco minutos después con
la expulsión de Lautaro Acosta, que desbordado de fervor granate llegó tarde a
una pelota dividida y Loustau no dudó: segunda amarilla y afuera.
Con 22 minutos más el descuento por jugar, ahora 9 contra 9, el partido
ganó en dramatismo. Almeyda se la jugó y mandó a Asenjo, centrodelantero, por
el volante Cazares y al central Noguera por el lateral Yeni, con la intención
de sumar a dos grandotes para el juego aéreo en las dos áreas. Y en la primera
que tocó, Asenjo puso el descuento. Por entonces, Lanús ya sufría por lo mismo
de siempre: el retroceso desesperado de Gómez y compañía. Guillermo tuvo que
pensar muy bien que hacer con los dos cambios que le quedaban, ya que Araujo,
presuntamente desgarrado, le había dejado su lugar a Firulete Silva a los 11’ . Entonces reemplazó a
Aguirre por Pasquini para no perder lucha en el medio. Banfield llenaba de
centros el área de Monetti, Lanús disponía de contragolpes largos que no
lograba terminar bien. El Papu González, que entró sobre el final en lugar del
exhausto Melano, se perdió la más clara al no poder conectar debajo del arco un
pase gol de Ayala. Al final le faltó el marco del festejo de la tribuna
visitante vacía, cosa a la que lamentablemente el fútbol criollo se está
acostumbrando.
Después de esas dos derrotas preocupantes, la victoria en el Florencio
Sola pone a Lanús en carrera y levanta la autoestima del público granate que no
se cansa de ver arrancar y quedarse a su equipo semana tras semana. El próximo
domingo recibe a Boca, puntero e invicto, con bajas muy sensibles: Los dos
expulsados, más Fritzler y Araujo, ambos posiblemente al margen por lesión. La
parada será muy difícil, pero no imposible. Dentro de la irregularidad que
viene mostrando desde el inicio, Lanús dejó bien en claro que aún en las
circunstancias más complicadas es capaz de todo.