lunes, 27 de abril de 2015

por Alejandro  Chitrángulo  

Los vegetarianos que evitan la carne, por razones éticas o de salud, generalmente siguen considerando a los productos lácteos como nutritivos y benéficos. Pero hay una corriente de investigación  cientifica liderada por El doctor John A. McDougall, dueño de una clínica especializada  en nutrición en Santa Rosa California y ferviente defensor de vegetarianismo que  considera  que los productos hechos con leche de vaca están lejos de ser “naturales” para los humanos y son cualquier cosa menos benéficos para las vacas y sus terneros.

McDougall  sostiene que la leche de vaca es apta para las necesidades nutricionales de los terneros, que a diferencia de los bebés humanos, duplican su peso en 47días (a diferencia de los 180 días que demoran los humanos), desarrollan cuatro estómagos, y llegan a pesar entre 300 y 400 kg en dos años. La leche de vaca contiene aproximadamente tres veces más proteínas que la leche humana y casi 50% más de grasa.
Aparte de los humanos, ninguna otra especie toma leche después de la infancia, y ninguna otra especie toma la leche de otra especie (salvo los perros y gatos domésticos que
adquieren este hábito de los humanos). Después de los cuatro años de vida, la mayor parte de la gente desarrolla intolerancia a la lactosa, incapacidad para digerir el carbohidrato lactosa (presente en la leche), debido a que dejan de sintetizar la enzima digestiva lactosa. Las personas con intolerancia a la lactosa que beben leche, pueden sufrir calambres estomacales, gases y diarrea. Según algunos cálculos, hasta un 70% de la población mundial no tolera la lactosa. La intolerancia a la lactosa se da en el 50% de los hispanos adultos, y en el 75% o más de aquellos descendientes de africanos, asiáticos o indígenas.
Carne líquida
Además de ser una comida antinatural para los humanos, la leche de vaca, como otros productos lácteos, es insalubre. McDougall denomina “carne líquida” a los productos lácteos, porque su contenido nutricional es muy similar. Los productos lácteos son ricos en grasas y colesterol. Entre ellos se encuentran el queso, la leche, la mantequilla, la crema, el yogur y el suero (presente en muchas margarinas y productos horneados), los cuales contribuyen al desarrollo de enfermedades cardíacas, algunas formas de cáncer e infartos, las tres enfermedades más fatales de la civilización  occidental. Robert Cohen, autor de “Milk: The Deadly Poison” (La Leche: El Veneno Mortal), calcula que para cuando un estadounidense corriente tiene 50 años, él o ella habrá consumido en productos lácteos la misma cantidad de colesterol presente en un millón de rodajas de tocino. Quizá lo más sorprendente sea que el consumo de productos lácteos ha sido vinculado a la osteoporosis, la misma enfermedad que supuestamente es prevenida por la leche.
La osteoporosis es una enfermedad debilitante caracterizada por la baja masa ósea y por el deterioro del tejido óseo. Contrariamente a las afirmaciones de la industria láctea, esta pérdida ósea no se detiene o impide con un incremento en el consumo de calcio sino con una disminución en el consumo de proteínas. En realidad, luego de estudiar la dieta de 78.000 mujeres estadounidenses durante un período de más de 12 años, los investigadores de la Universidad de Harvard concluyeron que “es poco probable que un consumo elevado de leche u otras comidas fuentes de calcio durante la adultez proporcionen considerables efectos protectores contra las fracturas de cadera o del antebrazo”; de hecho, aquellos participantes del estudio que consumieron más de 450 miligramos de calcio proveniente de comidas lácteas duplicaron el riesgo de sufrir fracturas de cadera. Los alimentos ricos en proteína animal como la carne, los huevos y los productos lácteos, separan el calcio del organismo para regular los derivados ácidos que resultan de la descomposición del exceso de proteínas; esto causa una pérdida neta de calcio. Aquellas sociedades con poco o ningún consumo de productos lácteos y proteína animal, muestran una baja incidencia de osteoporosis. Además, el doctor McDougall comenta, “La deficiencia de calcio causada por una cantidad insuficiente de calcio en la dieta no se conoce entre los humanos”.
Otras enfermedades también son más predominantes entre aquellos que consumen grandes cantidades de productos lácteos que entre los veganos. El 90% de los pacientes asmáticos que fueron sometidos a una dieta totalmente vegetariana (sin carne, huevos o productos lácteos), experimentaron grandes mejoras en la frecuencia y la gravedad de sus ataques. Según la Academia de Alergia, Asma e Inmunología de Estados Unidos, la leche es la causa principal de alergias en niños, causando síntomas tan diversos como exceso de mucosidad nasal, problemas en los oídos, fatiga muscular y dolores de cabeza. Los productos lácteos también han sido relacionados con insuficiencias cardíacas, tetania neonatal, dilatación de las amígdalas, colitis ulserosa, enfermedad de Hodgkin, y problemas respiratorios, cutáneos y gastrointestinales. 
El consumo  de productos  lácteos  es una  costumbre  alimenticia  muy arraigada en nuestra sociedad y difícil de abandonar. Sin dudas la información de las investigaciones  sobre el consumo  de leche  y derivados  nos deja pensando y seguramente  buscando más información.