sábado, 16 de mayo de 2015

El informe de la represión argentina que oculta el Vaticano

por Lisandro Martínez*

lisandromartinez47@yahoo.com.ar
El diario El Mundo de España vuelve a replicar en mayo de 2015 la noticia que sacudió a partir del 23/1/1983 a Europa y a la Argentina. El periodista Vicente Romero del diario El Pueblo de Madrid, en esa oportunidad había entrevistado a Ramón Camps, jefe de la policía. El periodista señaló: “El Vaticano guarda un informe detallado de la etapa más sangrienta de la represión militar en Argentina, redactado y dirigido al Papa por el general Ramón J. Camps”.
El circuito (represivo) Camps estuvo presente en Lanús -donde desaparecieron más de 400 personas (10 por km2)- y su ubicación geográfica señalada por los organismo de DDHH y víctimas de aquella masacre social se emplazaba en el Este con el barrio Los Ceibos y el Cementerio y en el Oeste en la ex fábrica Campomar, la Comisaría 3ª y otras. Estos lugares eran parte de un circuito más amplio de centros clandestinos de detención, secuestros, tortura, fusilamiento, enterramiento, desaparición o blanqueo de secuestrados, en zona sur del GBA.
“El informe -señala El Mundo de España-, considerado ‘de alto secreto’, ha sido mantenido celosamente oculto por el Vaticano, que nunca admitió ni desmintió su existencia. Pero ahora
debería de ser publicado ya que el Papa Francisco ha mostrado su disposición de “abrir los archivos vaticanos para facilitar acceso a los documentos relacionados con la dictadura militar argentina”.
“Al haber sido elaborado por uno de los principales responsables –Camps- de la represión militar a cargo del Ejército y la Policía durante la presidencia del general Videla, el informe ofrece la mayor credibilidad sobre los crímenes de Estado que describe. Y su importancia parece superior a cualquier documentación vaticana sobre las relaciones de complicidad o las tensiones que existieron entre los militares que ocuparon la Casa Rosada y la jerarquía católica. Porque podría aportar datos esenciales sobre miles de víctimas de la despiadada represión que Argentina sufrió entre 1976 y 1983, cuyo rastro se perdió en las mazmorras castrenses”.
Como el nuncio apostólico Pio Laghi -un cómplice de los genocidas- llevaba un prolijo diario personal donde volcaba sus entrevistas y luego ese archivo le servía para enviar sus informes diarios al Vaticano, hemos -desde esta columna- reclamado desde que asumió su trono celestial Jorge Bergoglio (marzo de 2013) que se abran los libros del Vaticano y a los pocos días también lo reclamaron juristas internacionales y otras personas de mayor predicamento que el autor de esta nota; hasta el momento y pasado dos años no ha habido respuestas. 
Lo mismo nos ha pasado con la Comisión Provincial por la Memoria un organismo oficial  que no contesta a pesar de pruebas irrefutables, testimonios de sobrevientes y la historia que la Comisión por Campomar de Memoria Verdad y Justicia de Valentín Alsina reconstruyó del circuito de la represión, los cómplices del genocidio y la derecha terrorista que actuó en Lanús; exponiendo con lujo de detalles los vínculos del terrorismo estatal y los secretos guardados celosamente por el estado municip

al desde aquellos años de plomo hasta hoy. 
En el distrito hubo cerca de 400 desaparecidos, diez por KM2. Durante el periodo de gobierno Quindimil/dictadura 15/11/1974 al 3/5/1976 se produjeron 93 desapariciones (incluyendo 64 ocupantes del Batallón Viejo Bueno) Las otras 300 desapariciones ocurrieron durante los gobiernos defacto de los “comisionados” nombrados por los genocidas.
Represores en Lanús
Estremece que aún hoy uno de esos colaboradores “administrativos” del genocidio, llamados “comisionados” (Gastón Perez Izquierdo) se atreva en estos días en Lanús a disertar sobre Manuel Belgrano y “su aspecto humano y patriótico”. 
Los terroristas que secuestraron, torturaron, violaron y asesinaron reaparecen periódicamente en la misma localidad que asolaron, como es el caso informado por La Defensa de Roberto A. Cabrera de la Brigada de Investigaciones de Lanús quien participó en los grupos de tareas de Echecolatz desde 1975 a 1978 cuando secuestró y torturó a por lo menos 19 personas y no se sabe a cuantas otras asesinó. Este asesino está internado en el Evita y los trabajadores con buen tino señalan que a la alimaña enferma la deben atender aquellos organismos de seguridad que lo utilizaron para la masacre.
Cuarenta y un año después bajo ninguna condición se puede dar vuelta la hoja del pasado sin que antes sean señalizados públicamente los sponsor del horror, los responsables políticos, los colaboradores, los asesinos y quienes hicieron carrera y se posicionaron económicamente  aprovechándose del terrorismo de Estado desenvuelto.
Que el Papa abra los archivos del Vaticano sobre la represión en la Argentina    
  
** La Carta a la Comisión Provincial de la Memoria “Campomar: represión, cómplices del genocidio y la derecha terrorista que actuó en Lanús” puede solicitarse al mail del autor.