lunes, 11 de enero de 2016

¿El “apriete” a comerciantes es política de estado?

  Apenas tomó a su cargo la Dirección de Habilitaciones Comerciales, Carlos Alberto Tagliafico -que conocía a Lanús sólo de nombre- clausuró La Quintana, emblemática confitería donde se reunía Nestor Grindetti con la gente, en sus épocas de candidato. Tagliafico dice que encontró al restaurante de Iberlucea y Llavallol “en condiciones deplorables: sus matafuegos se encontraban vencidos y no cumplía con las normas vigentes de seguridad e higiene básicas necesarias”. Grindetti, que tiene su departamento enfrente, al salir a la mañana siguiente a la clausura, se enojó porque los del restaurante habían roto la faja y estaban trabajando.
Evidentemente este episodio unido a los muchos operativos semejantes, revelan una política “de estado”, de aquí para adelante: Los comercios deberán cumplir las ordenanzas a rajatabla.
 ¿Pero cómo se compadece esto con la verdadera invasión de vendedores callejeros que incumplen todas las normas y que -aunque seguramente pagan alguna coima- tributan cero al erario?
  ¿Y por qué Tagliafico, en lugar de generar condiciones para que los comerciantes establecidos puedan pagar los altísimos impuestos y hacer que la habilitación sea más ágil y sin intermediarios, se lo pasa citando a los supermercadistas chinos y mantiene con ellos privadísimas reuniones en su despacho a puertas cerradas?
  Vale la pena recordar que Grindetti desplazó de la presidencia del Tribunal de Faltas a Nestor Nicoletti, para poner en su lugar a Norberto Luciani, hombre de confianza de Silvano Lanzieri y del grupo radico-

grindettista. Y todas las actuaciones contra los comercios inspeccionados, terminan en el organismo de la calle Llavallol.
La paradoja: Los comerciantes establecidos votaron masivamente a Grindetti, y los ambulantes lo hicieron por Julián Alvarez.