miércoles, 10 de febrero de 2016

Lanús vuelve a ser sinónimo de buen fútbol

Lecturas de verano- Capítulo 12 – 

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com
Con la misma formación del ascenso, con las incorporaciones del defensor del Sportivo Italiano, Mario Degl’Innocenti, y la llegada del veterano futbolista de River y la Selección, Martín Pando, el Grana volvió a jugar en  Primera en el 65 y con renovado optimismo celebró sus primeros cincuenta años de vida. Después de dos derrotas iniciales, ante Gimnasia en Arias y Guidi en la primera fecha y ante Chacarita en San Martín en la segunda, Lanús venció a River Plate en la tercera jornada de local y en la cuarta a San Lorenzo en el Gasómetro, ambas victorias tuvieron enorme repercusión,  y a partir de ellas la hinchada granate acompañó al equipo a todos los escenarios donde se presentó, logrando mantener la categoría sin sobresaltos. En el 66, con Roberto Dellacha al frente del plantel, se produjo la aparición de varios jóvenes valores como Héctor Ostúa,
Osvaldo Lorenzatto, Melchor Sabella, Beto Colaciatti, Ramón Cabrero y Ramón Echenaussi. Fiel a su historia, Lanús encontraba en su cantera el necesario recambio. Parenti, una de las figuras del 65, fue adquirido por el Racing Club, en tanto se rescindió el contrato del defensor Francisco Bravo y Héctor Guidi le dijo adiós al fútbol luego de defender la divisa en 332 encuentros. De una tabla de 20 equipos, Lanús ocupó la 14ª posición, mejorando la campaña del año anterior, y su cancha volvió a ser considerada como una localia difícil, incluso para los grandes. La fama de Los Albañiles se extendía. 

El 5 de junio de 1966, en un duro encuentro disputado a estadio lleno en Arias y Acha ante el Racing de Juan José Pizzuti, por la 14ª fecha del torneo de primera división, Lanús volvió a ser perjudicado por un fallo arbitral. En un partido atractivo y muy disputado, Racing se imponía por la mínima diferencia cuando a diez minutos del final el árbitro Jorge Álvarez sanciona un penal a favor del local por mano de Roberto Perfumo. Los futbolistas visitantes, desconformes con la sanción, se fueron encima del juez y lo acorralaron durante ocho minutos. Hubo empujones, hubo golpes. El fallo no se modificó, y Quico De Mario desde los doce pasos logró el empate. En un clima enrarecido, aprovechando que el arquero de la visita, Luis Carrizo, debió ser atendido durante otros dos minutos, Álvarez, sin anunciarlo previamente, hizo jugar veinte minutos adicionales, hasta que Racing conquistó el segundo gol. Los futbolistas granates sacaron del medio e inmediatamente escucharon el silbato final. La cancha se convirtió en un infierno, volaron piedras, la policía respondió con gases, de manera milagrosa el alambrado perimetral soportó la embestida de los hinchas locales que intentaron invadir el campo, enardecidos contra la figura del árbitro y los futbolistas visitantes. Un auxiliar de Lanús se metió en la refriega blandiendo cual lanza un banderín del corner, con el que castigó al Coco Basile, el más exaltado de los futbolistas de Racing. La prensa se hizo eco de una tarde bochornosa en la que el equipo más humilde fue burdamente perjudicado por el juez del partido en favor del que finalmente sería el campeón batiendo el record de partidos invictos, alcanzando la increíble suma de 39 presentaciones consecutivas sin derrotas. River, que resultaría subcampeón, le puso fin a esa racha cuando le ganó 2 a 0 en el Monumental por la 26ª fecha de ese torneo del 66. El equipo de José, en el 67 obtendría la Copa Intercontinental de clubes venciendo al Celtic de Escocia en el estadio Centenario de Montevideo con el famoso zapatazo del Chango Cárdenas. 

En 1967 la Asociación del Fútbol Argentino modificó la competencia con el objeto de incorporar a los mejores elencos del interior del país, estableciendo la disputa de cuatro torneos; durante el primer semestre, el Metropolitano, dividido en dos zonas de once equipos cada una; en el segundo semestre, otros tres torneos: el Nacional, compuesto por los seis primeros de cada zona del Metro más los cuatro campeones regionales; el Promocional, con los equipos que ocuparon el 7º y el 8º puesto de cada zona del Metropolitano más los 4 subcampeones regionales; y el Reclasificatorio, con los tres últimos de cada zona del Metro más los seis primeros del torneo de Primera “B”, que disputaron la permanencia. Nadie sabía bien porqué jugaba, pero todos jugaban por algo. 

El Grana tuvo una muy buena actuación en el Metropolitano, siendo el equipo más goleador de su zona con 40 anotaciones a favor en 22 partidos disputados, y contando con el presente descollante del Baby Acosta, que convirtió 18 goles y se consagró como máximo artillero del torneo, concretando en la red todo lo que generaban Pando, De Mario y su proveedor principal, el dueño del talento y la creación, el más distinto de los distintos: el flaco desgarbado, el genial Manuel Ángel Silva. Gracias a esa campaña, Lanús fue uno de los 16 equipos de Primera que participaron del 1º Torneo Nacional creado por el interventor de la AFA, Valentín Suárez, con la intención de federalizar un fútbol que hasta ahí era ignorante de lo que ocurría en el interior del país. Histórico dirigente de Banfield -el mismo que como flamante presidente de AFA había tenido una triste participación en el despojo que el Grana sufrió en febrero del 50, en la recordada definición ante Huracán- diseñó los nuevos torneos de 1967 y firmó un contrato para televisar un partido por semana, que se jugaba los días viernes por la noche. La competencia decepcionó por las enormes diferencias que había entre los equipos de Primera y los 4 clasificados del fútbol regional, Lanús ocupó el 7º puesto de una tabla de 16 competidores, y las ofertas por los integrantes de la delantera Granate empezaron a llegar. Pese a la escasez de recursos la conducción declaró intransferibles a la mayoría de ellos, iniciando una serie de conflictos con varios de los futbolistas, cuestión que tendrá incidencia en el futuro del equipo. 

En el Metropolitano 68, sin Acosta, operado de meniscos, Lanús no solo volvió a clasificar al Nacional; se quedó afuera de la semifinal del Metro por diferencia de gol al caer en la última fecha en La Plata, con una multitud de hinchas granates en la popular de 57 y 1. En un partido cambiante en el que estuvo perdiendo 2 a 0, a diez del final consiguió la igualdad con dos goles de De Mario. Con ese resultado, Lanús clasificaba a la semifinal y el Pincha se quedaba afuera. Lamentablemente, no pudo sostener la ventaja. En los últimos cinco, aprovechando dos gruesos errores del arquero Ovejero, el mismo que había sido figura defendiendo el arco de River en aquel trascendental choque del 56, Estudiantes lo venció 4 a 2 y ocupó el segundo lugar de la zona, superando a Lanús por diferencia de gol, ambos muy lejos del puntero San Lorenzo de Almagro, el mejor equipo de la década, que había obtenido 12 puntos más. Ese partido significó el punto más alto de un representativo granate que, dado su estilo ofensivo y a veces espectacular, también solía recibir los aplausos de las hinchadas rivales El juego de Lanús empezaría a decaer luego de esa derrota en La Plata, y el plantel se irá desintegrando.  Los Albañiles del 68 poco tienen que ver con los del 64: Ovejero; Ostúa, Cornejo, Piazza y Carnevale; Cabrero, Sabella y Garmendia; Minitti, Silva y De Mario fue la formación base de ese año. Bernardo Acosta retornaría  promediando el Nacional, cuando Lanús ya había perdido su fisonomía futbolística, y la efectividad en el ataque se desvaneció cuando el Baby fue transferido al Sevilla y Manolo Silva se quedó sin su mejor interlocutor. Osvaldo Piazza y Ramón Cabrero, ambos surgidos de los barrios de Lanús Este, se convirtieron en referentes de la última versión de Los Albañiles, un elenco con mayoría de valores surgidos de las entrañas del club, que en el Metropolitano de l970 no logró clasificar al Nacional, y que en el Reclasificatorio perdió la categoría al ocupar el último lugar, muy lejos del anteúltimo.