lunes, 18 de abril de 2016

El desastre macrista

por Omar Dalponte*

omardalponte@gmail.com

El daño moral, económico y social que el macrismo le está causando a nuestro país es igual al que ocasionaron la dictadura cívico militar y el menemismo. En la seguridad de que esto es así y que la situación de los argentinos seguirá empeorando, proponemos una contraofensiva democrática basada en propuestas para lograr, el año que viene, ganar las elecciones de medio término, obtener mayoría en el parlamento y juzgar a Mauricio Macri de acuerdo a los artículos 59 y 60 de la Constitución Nacional por estar encuadrado en lo que consta en el artículo 14 bis cuando se refiere al despido arbitrario y estabilidad del empleado público entre otras cosas,  y en el artículo 29 de nuestra Carta Magna, que trata sobre "las sumisiones o
supremacías por las que la vida el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria". Miles de despedidos y la rendición ante los llamados fondos buitres justifican ampliamente el juzgamiento.
Macri no es el presidente de todos los argentinos. Tal vez represente genuinamente sólo a una porción de quienes lo apoyaron y así lo demuestran ciertas encuestas que indican una caída acelerada de su imagen. Muchos de los ciudadanos que lo votaron movidos por el odio al peronismo y especialmente a Cristina Fernández, se están dando cuenta que procedieron como aquel marido que para castigar a su esposa se hizo volar los testículos de un balazo. Lástima que esos tiros impactaron de lleno en  el pueblo y  hoy todos  pagamos las consecuencias.
Hay quienes señalan con énfasis que en el territorio de los disparates mayúsculos un juez “desprolijo en su persona e inepto en el desempeño de sus funciones” jugó un tristísimo papel y agregan que, “en tanto sirviente de los monopolios”, como dice la canción de Alberto Cortez,“quiso volar igual que las gaviotas” y trescientos mil le recordaron: “¡pobre idiota, no sabe que volar es imposible!”. 
Al reiteradamente cuestionado juez Claudio Bonadio parece que le quedó demasiado grande pretender acorralar a una estadista del nivel de la ex presidenta que, además, es la líder indiscutida de un amplio movimiento de masas. Bonadio viene hocicando seguido. Ya quedó sopapeado cuando integró el grupo de fiscales y jueces que quiso reivindicar al suicidado fiscal Nisman quien, al final, quedó con las nalgas al aire cuando se descubrió que se daba la gran vida viajando al Caribe y a los paraísos fiscales. 
Este juez, con cara de malo de película de Carlitos Chaplin, según opiniones recogidas en la gran concentración del miércoles 13 de mayo frente a los tribunales de Comodoro Py, “no tuvo el coraje suficiente para ponerse cara a cara con Cristina”. En círculos judiciales que no simpatizan con Bonadío, no faltó quien afirme que “alguien que tiene miedo de plantarse frente a la persona que acusa, sin dudas carece de los atributos que debe tener un hombre” y que “personajes como él constituyen, frente a la opinión pública nacional e internacional, una vergüenza para  el conjunto de profesionales del Derecho”. No hay dudas: al neoliberalismo argentino, al antikirchnerismo ciego y a todos los que esperaban ver a Cristina Fernández esposada y presa, se les cayó un guapo de cartón. Una gran porción de nuestro pueblo y una mujer corajuda, lo bajaron de un lanzazo del carajo que la corporación judicial construyó para entorpecer el normal desarrollo de la vida democrática en nuestra República.
Casi increíble por lo original. En muy poco tiempo, como un castillo de naipes, se va desmoronando el macrismo y cada vez le resulta más difícil defender lo indefendible. Algunos voceros macristas que todavía tienen coraje para exhibirse en los medios de comunicación hacen agua por todos lados, y solamente con un grado de caradurismo supino es posible pretender vender gato por liebre. El rostro demudado de Macri trasluce el temor de estar viviendo en la antesala de un final anunciado. El gobernante de una porción de argentinos pasa por uno de sus peores momentos. Además de estar caminando por arenas movedizas, generando todos los días un poco más de rechazo en la sociedad, no le debe caer bien aparecer en las primeras planas de los diarios de todo el mundo como un tipo hacedor de negocios oscuros. Tenía razón José Hernández: “no hay tiento que no se corte ni plazo que no se cumpla”.

  (*) De Iniciativa Socialista