domingo, 12 de febrero de 2017

Peronismo: Horas difíciles

por Omar Dalponte

omardalponte@gmail.com

Los peronistas estamos como peces en el agua. Y esto tiene dos lecturas. En la primera de ellas podríamos apreciar que nos movemos en nuestro ámbito natural, desplazándonos como nos da la gana, abrazándonos, militando en medio de elogios e insultos, discutiendo importantes temas y a la vez distraídos en las más grandes pavadas. Dispersos, transitamos el territorio de la política proclamando unidad y al mismo tiempo arrancándonos la piel unos a otros; dando, recibiendo empujones y esperando que, por fin, aparezca la figura capaz de conducirnos a todos. En el peronismo siempre estamos los buenos y los malos. Los leales y los traidores, los héroes y los cobardes, mentes y temperamentos excepcionales como las de Perón, Eva, Cristina y Néstor y los personajes de opereta como alguna vez lo fueron Menem y sus secuaces y hoy tienen su máxima expresión en tipos como José María Ottavis. Estamos todos (y todas) mezclados en el remolino de la política nuestra de cada día convencidos –con razón- de que en cualquier momento la Patria nos llamará, por enésima vez, para sacar las papas del fuego.
La otra lectura puede decirnos que sí, que estamos en el agua, como si fuésemos peces
ciegos nadando sin destino y que, por intuición nomás, podemos ir derecho a la carnada para morder el anzuelo una vez más y terminar fritos en el sartén. Esta segunda interpretación puede advertirnos, también, que somos un inmenso cardumen corriendo peligro de quedar enredados en las redes de arrastre, tan dañinas para los fondos oceánicos y la riqueza ictícola. Redes que bien saben manejar los factores de poder real en su afán de dominio cuando tienen enfrente –aún con marcadas contradicciones- a una fuerza capaz de dañar sus intereses. 
Alrededor nuestro se instalaron carpas donde habitan, en una suerte de vecindad, los que tienen buenas intenciones y también otros de pensamientos no muy santos. En esos parajes existen compañeros honestos que comienzan a entender la cuestión nacional y las particularidades del peronismo pero que, por esas cosas de la política, moran cerca de los especuladores que frecuentan nuestros actos, se atragantan entonando mal la marcha peronista y en la primera oportunidad que se les presenta putean a la CGT y proponen alternativas que no tienen. Además, en esas parcelas residen quienes levantan las figuras de Néstor y Cristina, reivindican tibiamente a Eva pero ningunean a Perón. Para estos advenedizos el Partido Justicialista es mala palabra, nuestra historia es una fábula y aunque de la boca para afuera dicen ser amigos, actúan en sintonía con Clarín y La Nación. Están muy frescos en nuestra memoria los ataques a Daniel Scioli por parte de la “inteligentzia” de Carta Abierta en plena campaña electoral. 
Claro que no todo está sospechado en la periferia del Peronismo. Hay gente leal que difícilmente vaya a defeccionar. El Partido Solidario que orienta Carlos Heller, igual que otros agrupamientos, parecen dispuestos a seguir con firmeza y honestamente por el camino que, sin aflojar, vienen transitando, desde hace tiempo. Esto hay que valorarlo y mantenerlo en el haber acumulado con la mirada puesta en las futuras construcciones políticas que se habrán de realizar.
Ahora hay que edificar sobre un terreno cenagoso buscando piso firme para los cimientos. Y esto no es fácil. No se logra con consignas ni cantitos que luego terminan siendo figuritas folklóricas como aquella escuchada tantas veces: “Si la tocan a Cristina que quilombo se va a armar”. A Cristina la tocaron y la tocan por todos los costados y no se armó ningún quilombo. El jolgorio en el Patio de las Palmeras, cuando el calor oficial a muchos les parecía eterno, quedó atrás y no sirvió de mucho. Ahora, en tiempos de derrota, si pretendemos recuperar la confianza de las grandes mayorías hay que militar en serio, con los pies en la tierra y cumplir al pie de la letra con lo que se propone. 
Tiempo atrás se tiró sobre el tapete la idea de armar un frente ciudadano. Pasaron los meses y de aquello no se habló ni se habla más. Un frente patriótico, con aquel u otro nombre es necesario. Pero para que su formación sea posible y tenga futuro hay que ser amplios en la convocatoria, proceder con grandeza y medir las palabras. Es imposible construir herramientas políticas sólidas si no se guarda el debido respeto a los aliados y a los propios compañeros. En mantener una actitud respetuosa hacia todo el mundo deben dar el ejemplo –especialmente- los (y las) principales dirigentes del peronismo. Por soberbia, por caprichos o simplemente por qué hay quienes no permiten ser manoseados, se han alejado del kirchnerismo importantes dirigentes políticos y sindicales. Y eso costó muy caro. Cuadros políticos sobresalientes se han distanciado y poco se ha hecho para recuperarlos. Imperdonable. La mala relación con gran parte del movimiento obrero, no abrir las listas para la participación efectiva de los trabajadores en las elecciones generales y no resolver democráticamente las candidaturas fueron errores garrafales, inadmisibles frente a una situación electoral en la que se jugaba nada menos que la continuidad del proyecto nacional y popular iniciado en 2003. En Lanús, el peronismo, en elecciones donde se disputó el cargo de intendente, desde 1948 hasta 2015 no había sido derrotado nunca. Ahora, la realidad indica que remontar la cuesta no será fácil. Pero de estas cosas hablaremos en la próxima nota. 
(Continuará)
  (*) De Alternativa Socialista