lunes, 2 de octubre de 2017

Peronismo: En busca de la coherencia perdida

por Omar Dalponte

omardalponte@gmail.com

De los principales referentes políticos que hoy ocupan las primeras planas uno espera, entre otras cosas, un grado de coherencia adecuado. Cristina Fernández, por imperio de las circunstancias ha decidido visitar frecuentemente los estudios de televisión. Ahora, millones de personas tenemos la oportunidad de verla y escucharla de una forma diferente a como la veíamos y escuchábamos  cuando ejercía la presidencia de la Nación. Entrar al mundillo de la televisión donde el manoseo a las personas es moneda corriente  implica algunos riesgos. Exhibirse en este medio costó caro a no pocos políticos y a más de un presidente en ejercicio. El caso de De la Rúa, ridiculizado en un programa de Marcelo Tinelli, es emblemático.
Hace pocos días Cristina accedió a un reportaje con el periodista Luis Novaresio y –tal como lo hemos comentado en una nota anterior- superó el trance con un saldo más que positivo para ella. Después de aquella entrevista se notó el sabor amargo que había  quedado en las bocazas de quienes la deseaban demolida y finalmente la vieron triunfadora. Durante una semana, fragmentos de ese reportaje fueron retransmitidos por varios canales y por más que trataron de disimularlo quedó la imagen de una Cristina sólida y fortalecida luego de su paso triunfal por la TV.
Claro que no es bueno engolosinarse con estas cosas. Recientemente la ex presidenta se prestó a una nueva entrevista   y en esta oportunidad, en nuestra muy modesta opinión, la
experiencia no fue demasiado feliz.  
El primer error fue aceptar ser entrevistada por un viejo periodista,  Samuel  “Chiche” Gelblung quien, según abundante información publicada hace años habría sido, desde algún medio gráfico, colaborador de la dictadura militar.  Así lo sostenían las Madres de Plaza de Mayo en el año 2010, cuando al cumplirse un nuevo aniversario de su fundación  “decidieron conmemorar los 33 años de existencia con un “juicio” a los periodistas Magdalena Ruiz Guiñazú, Bernardo Neustadt, Samuel "Chiche" Gelblung, Mariano Grondona, Julio Lagos, Mauro Viale y Joaquín Morales Solá”.
De  “Chiche” Gelblung, que en la actualidad pretende aparecer como un viejito simpático se dijo: “Samuel "Chiche" Gelblung era jefe de redacción de la revista Gente cuando se produjo el golpe cívico militar de 1976. Al año siguiente ya figuraba como "subdirector". En las páginas de Gente, los genocidas aparecían en la sección de "Vidriera", intentando insuflarle humanidad a todos los dictadores. Algunos testigos afirman que en las reuniones editoriales de la revista, propiedad de la Editorial Atlántida, participaban "gentes de uniforme". Gente fue una de las publicaciones gráficas que más atacó a las Madres de Plaza de Mayo y más insistió con la supuesta "campaña antiargentina", presuntamente elaborada en el exterior para desprestigiar a la Junta Militar, según publicaba la revista”. Gelblung condujo durante mucho tiempo programas en Canal 13 y en Radio Mitre por las mañanas.
Cristina Fernández, en aquel tiempo, reivindicó el trabajo de Bonafini al encabezar el acto por el 33º aniversario de las marchas de las Madres de Plaza de Mayo, en el Museo de la Memoria que funciona en la ESMA. En ese marco, afirmó que “el  juicio "ético"  organizado por las Madres era una muy buena forma de expresión”
La seguna equivocación fue permitir al anciano periodista entrar en el terreno de temas intrascendentes. Personajes de la dimensión de Cristina con tanta capacidad para encarar asuntos de real importancia no tienen necesidad de comentar si sus uñas son naturales, si come puré de calabaza, si debe adelgazar algunos kilitos o si existe algún señor que se le tire el lance. Entrar en el juego de la farandulización de la política es negativo para su prestigio y significa bajarle el precio al rol que ella, como conductora de una importante fracción del peronismo debe desempeñar en un proceso que desembocará en una elección decisiva. 
Las luces de los estudios de televisión no siempre son beneficiosas. A veces suelen ayudar a destruir imágenes y sumar antipatías. Compartir momentos con personajes muy sospechados de colaborar con quienes terminaron con la vida de treinta mil compañeros no es lo más aconsejable para quien han hecho de la defensa de los derechos humanos una causa fundamental. No imaginamos a Perón y a Eva dialogando públicamente con tipos de dudosa moral.
Hay que entender que hoy la mayor parte de los medios gráficos, radiales y televisivos constituyen un gran dispositivo comunicacional manejado por intereses que no son precisamente los del pueblo. También hay que tener presente que el poder real ahora tiene un gobierno propio y que eso significa una capacidad de fuego extraordinaria. De manera que no hay lugar para adoptar posiciones ambivalentes ni  para facilitar protagonismo a quienes han transitado por las zonas más oscuras del periodismo.
Con todo el respeto, el afecto y la admiración que sentimos por Cristina Fernández a quien le reconocemos haber sido una de las mejores presidentas de la República Argentina, y valorándola por ser un extraordinario cuadro político del peronismo, nos permitimos señalar  lo que consideramos negativo y puede ocasionar un serio desgaste a quien apreciamos como una valiosa dirigente. Se ayuda diciendo las cosas, honestamente, como uno cree que debe hacerlo.  Además no es con serviles, alcahuetes y logreros con quienes se podrá impulsar el renacimiento del peronismo. Esto, seguro.
   (*) De Iniciativa Socialista