domingo, 22 de octubre de 2017

Peronismo: ¿Una luz de unidad? ¿Se viene Urtubey?

por Omar  Dalponte

omardalponte@gmail.com 

La clase trabajadora, los sectores más postergados, la Argentina, en fin, necesitan un peronismo unido, fuerte y organizado.  Después del 22 de octubre, para el peronismo, que en la actualidad acciona en diferentes parcelas, es imprescindible que sus distintas fracciones diseminadas en todo el territorio nacional  encuentren comunes denominadores y resuelvan unirse. Luchar por la unidad, por la recuperación de todas sus estructuras políticas y sindicales es una tarea de primerísima prioridad. También, que la relación entre sus distintos encuadramientos políticos y sociales sean lo más cordiales posible y que ellos funcionen coordinadamente habrá de ser una materia a rendir por los peronistas.
La revitalización del Partido Justicialista es impostergable frente a los grandes desafíos que se aproximan y ante los cuales tenemos la gran necesidad de contar con una herramienta institucional que tenga inserción en todo el territorio nacional. Es de vital importancia la existencia y funcionamiento de las tradicionales “62 organizaciones peronistas” así como lo es integrarnos con la Confederación General del Trabajo, marchar juntos con los intendentes justicialistas de la provincia de Buenos Aires y estrechar lazos con los gobernadores compañeros y amigos. Asimismo la actualización y difusión de la Doctrina Peronista es el mejor reaseguro para evitar desviacionismos que puedan llevarnos a la desintegración del Movimiento. Bregar por la unidad de todos los peronistas, sin exclusiones de ninguna naturaleza, debe tomarse como una obligación patriótica y militante.
La única verdad es la realidad y  ésta no es otra cosa que la existencia verdadera y efectiva
de algo o alguien. El 16 de octubre, el estadio de Racing Club de Avellaneda  y las miles de almas que allí se dieron cita ha sido, sin duda alguna, una realidad irrebatible que permite advertir un par de cosas. Una: El acto produjo un impacto fuerte en la militancia, levantó los ánimos y fortaleció el voto cautivo. Dos: la fortaleza de ese impacto se notó en el disgusto de los sembradores de odio de los medios de comunicación. Ante la contundencia de tal concentración, en su desesperación por descalificarla buscaron, sin hallar, argumentos totalmente disparatados quedando al desnudo como lo que son: vulgares sirvientes al servicio de la mentira. Tres: Cristina Fernández acertó al ratificar su peronismo, citar a Perón, a Eva y rindiendo homenaje al 17 de octubre. Ratificar su pertenencia peronista le  servirá para encarar los debates que inevitablemente se producirán luego de las elecciones. Cuatro: La ex presidenta propuso para el futuro inmediato la construcción de una expresión política con capacidad para enfrentar al neoliberalismo. Uniendo sus dichos como cuentas de un rosario es posible razonar y entender que dicha construcción, obligadamente, debiera tener como eje el peronismo. Cinco: El acompañamiento a Cristina por parte de la multitud, cada vez que aparece públicamente, y las muestras de cariño concedidas a la ex presidenta significan un trago demasiado amargo para quienes la odian y la envidian. Seguramente, ante las demostraciones masivas favorables a Cristina, personajes como la anciana conductora de televisión que destila veneno en almuerzos obscenos, se habrán atragantado con su propia flema. Seis: coherentes con anteriores afirmaciones publicadas oportunamente, seguimos pensando que llenar un estadio con miles de personas  no da seguridad para ganar una elección. Para ello son necesarios millones de votos. Pero, en particular, el acto realizado en el estadio de Racing, por el impacto que produjo, bien podría influir para que Cristina mueva, favorablemente, un poco más el amperímetro. El flechazo dirigido a los corazones peronistas puede dar en el blanco y clavarse en los sentimientos de compañeros de base del “randazzismo” y de los seguidores de Massa.  Los votantes tienen la palabra.
En el mano a mano  con el periodista Gerardo Rozin en un programa emitido días atrás por Telefe, Cristina Fernández, además de responder con total solvencia todas y cada una de las preguntas de su entrevistador, mostró una vena histriónica que, en varios pasajes del programa despertó hilaridad detrás de las cámaras y provocó festejos con aplausos cerrados. La ex presidenta, jugando de visitante, ganó por goleada. Esto fue visto y escuchado por millones de personas. También, indudablemente, por los operadores de Cambiemos que saben muy bien que dos o tres impactos fuertes de último momento pueden hacer ganar o perder una elección.
Años atrás, cuando las comunicaciones no habían llegado al grado de desarrollo actual, las elecciones se definían en los últimos quince o veinte días y, en gran medida, influía en la opinión pública la cantidad de gente que cada fuerza política reunía en las plazas y en cada acto callejero. Hoy se disputa hasta el minuto final y un traspié o un acierto genial pueden inclinar los platos de la balanza para un lado u otro. A partir de la última presentación televisiva de Cristina, las luces rojas se encendieron en el tablero de los estrategas macristas y la aparición del cadáver de Santiago Maldonado fue la tabla salvadora. Con la excusa de ese trágico episodio se dio por concluida la campaña electoral y así alejaron el peligro de la presencia de Cristina en los medios de comunicación masivos que, tal vez, hubiese significado un golpe en el hígado para el macrismo. Como lo vienen demostrando, los operadores de Cambiemos no son lerdos ni perezosos a la hora de cuidar los porotos. Que ocurrirá en las elecciones  del 22 de octubre lo sabremos avanzada la noche de ese día. Esta nota la cerramos el sábado por la mañana. Presumimos que a partir del domingo próximo comenzará un nuevo capítulo en la historia de nuestro país y del Peronismo. Algunos dicen que la nueva estrella que brillará en el firmamento peronista tiene nombre y apellido: Juan Manuel Urtubey. ¿Será?
  (*) De Iniciativa Socialista