jueves, 7 de diciembre de 2017

Rápido y furioso

por Marcelo Calvente

Marcelocalvente@gmail.com


La locura contagiosa que vivimos los granates no se detiene por una nada, ni siquiera por la final perdida. A lo sumo cambia de eje. Algunas horas después de sufrir el infortunio, todavía discutimos si estamos tristes o no, si jugamos bien o si jugamos mal, que la culpa la tuvo tal o cual, si Braghieri, si Gómez, si Román, que todos, que ninguno. Y sin respiro, cuando todavía no terminamos de digerir la caída, pum, pum, Almirón anuncia que dirige su último partido. Y Nicola le dice a Carboni que se mueva, que caliente, que se prepare para entrar, que le toca a él. 
Los granates todavía no terminamos de entender lo que vivimos. No hay manera de parar la pelota. El trámite sigue de ida y vuelta. Ahora las preguntas son otras, muy distintas. ¿Quién se va? ¿Quién se queda? ¿Quién viene? La ley de la velocidad no tiene máxima: el lunes enfrentamos a Vélez por la Superliga con el equipo titular, jugamos muy mal, empatamos afortunadamente y se despidió Almirón, pese a la hora poco propicia de las 17:00fue un abrazo muy emotivo entre el pueblo
granate, sus futbolistas y su técnico. Es también por eso que Lanús sigue siendo la diferencia. Por lo general, los cambios de entrenador se producen por fracaso, y no logrando tres estrellas en dos años, como Jorge Almirón. Por lo general, los futbolistas vienen y se van, y ni fu ni fa. Acá no. Éste Lanús de Almirón fue un emprendimiento épico, en el que en un principio sólo confiaron sus hinchas más cercanos. Nadie que no fuera granate se daba cuenta de lo que estaba ocurriendo. El equipo comenzó a jugar un fútbol diferente, atildado, moderno y muy eficiente. Fue entonces que una ciudad, y millones de almas desconocidas de todo el mundo, se fueron subiendo a un humilde bondi de fantasía. El bondi de los pobres, de los trabajadores, de los que sueñan cada noche con un milagro que cambie sus vidas para siempre. Un 299 que, según la letra, te llevaal Cementerio, a Banfieldo a la gloria. 
Nos quedamos sin la vuelta olímpica, sin el título de Campeón y sin el banderín que lo recuerde, ylo sufrimos todavía, pero la magia no se perdió. Simplemente no ganamos la Copa Libertadores. No hay reproches, no puede haberlos, Lanús acaba de consagrarse como uno de los mejores equipos del mundo. Estadística pura: ser subcampeón de la Libertadores de América significa ser uno de los cuatro mejores del planeta.Formalmente, siempre por los canales de la ciencia, éste equipo maravilloso quecon su juego de posesión y su potencia ofensiva alborotó y dividió aguas en la Argentina y en parte del mundo. El mejor equipo de la historia granate se despidióel lunes en La Fortaleza.
Respirá, respirá profundo. Hay más. Tené en cuenta que hoy por la mañana  Ezequiel Carboni se hizo cargo del plantel. En la charla que Kelly había mantenido  con el presidente en el mediodía del viernes, que seguramente se habrá sostenido a lo largo de todo el fin de semana, ambos deben haber acordado las claves del futuro, sin dudas teniendo en cuenta que no las dictarán ellos sino las demandas del mercado, dueño y señor. Es probable que no sean muchos los futbolistas que emigren, tanto como que se vayan la mayoría de los titulares. Puede que no, nunca se sabe, pero no te extrañes. Siempre decimos que la Libertadores es una gran vidriera, no sería una sorpresa que eso ocurra, con lo que el club estaría en condiciones de recibir una suma en verdad millonaria, en una coyuntura que no parece muy propicia para gastar dinero, y sí para guardarlo.
Mientras nos vamos enterando quién se queda, quién se va, quién viene -la secuencia no da respiro- vamos a tener que discutir qué Lanús queremos para enero del 2018, y sobre todo, quédeberíahacer el club según la opinión de cada uno de nosotros. Si queremos parar la pelota, si preferimosun barajar y dar de nuevo, volver al vamos, vamos los pibes y a los dos años de presupuesto a cubierto, como lo fue no hace mucho. O si lo mejor es agarrar la guita, meternos en el escolazo fiero del fútbol del dinero turbio y los pocos escrúpulos, e intentar armar un gran equipo. Quien te dice, por ahí la pegamos. Y si sale mal, será cosa de cazar el bufoso y pegarnos tres tiros en la sien. Son apenas dos, entremuchas alternativas intermedias, de las maneras de pensar el futuro de nuestro club en su hora más extraordinaria.