lunes, 6 de agosto de 2018

M. E. Vidal tiene que pagar dos muertes

por Omar Dalponte

omardalponte@gmail.com

Cuando el jueves pasado, trágico día, Sandra y Rubén salieron de sus casas habrán dado el último beso a sus seres queridos. Una vez en la calle, ya fuera de la tibieza de sus hogares, el frío de este invierno cruel los habrá mortificado como a todos quienes día a día, durante toda nuestra existencia, salimos a pelearla para vivir dignamente. Pero el frio de todas las mañanas nunca pudo con ellos. Sandra y Rubén tuvieron, en sus corazones buenos, la llama  que calentaba sus almas  y les permitía transmitir calor a los demás.  Sandra abrió como todas las mañanas la Escuela 49 para dar el desayuno a los chicos. Como se había quedado sin mate cocido, intentó prender una estufa defectuosa porque quería entibiar el ambiente para sus alumnos de Moreno. Sin embargo, en ese momento, en el salón donde estaba, se produjo la explosión de una estufa provocando la muerte de la directora y de un auxiliar en la escuela 49 Nicolás Avellaneda.
Sandra Calamano tenía 48 años y si bien era vicedirectora de escuela, ejercía el rol de directora. Rubén Orlando Rodríguez de 45,  se desempeñaba como auxiliar docente. Esta desgracia no fue producto de un accidente. Accidente es un suceso no planeado y no deseado que provoca daño, lesión u otra incidencia negativa a personas u objetos. Estas muertes ocurrieron por asesinato. Uno de tantos asesinatos perpetrados por personeros del neoliberalismo salvaje que desprecia al ser humano sepultándolo en las fosas del atraso y de la miseria. Fueron asesinatos debido a  la deshonestidad, insensibilidad e incapacidad de
funcionarios ineptos que desde las poltronas de sus despachos calefaccionados no tienen ningún interés en resolver los problemas que hacen sufrir a la mayoría de nuestros compatriotas. Esas armas, la deshonestidad, la insensibilidad y la incapacidad, intangibles pero tan peligrosas como cualquier otra son las que manipulan los responsables de las muertes de Sandra y de Rubén.  Aquí han muerto dos trabajadores cuyos cuerpos quedaron destrozados como quedaron destrozadas sus familias. Los hijos y familiares queridos de Sandra y de Rubén ya no recibirán sus besos y sus caricias. No escucharán sus palabras, no mirarán sus ojos ni compartirán nunca más  la mesa ni los sueños, ni las ilusiones, ni nada de las  cosas importantes y bellas de la vida. Sólo les queda el dolor. El dolor inmenso e incomparable de no tenerlos más y de pensar todas las horas de cada día en lo terrible de su muerte. De pensar que en un segundo sus cuerpos quedaron hechos trizas.
En los calefaccionados ambientes que la gobernadora María Eugenia Vidal disfruta en la base militar de Morón, en los autos oficiales o en la comodidad de su despacho  el drama de las familias de Sandra y de Rubén no existe. Y seguramente no existe en su conciencia que, como gobernadora de la provincia de Buenos Aires es la principal responsable de semejante atrocidad. Tampoco existe en los ineptos e insensibles consejeros escolares y concejales de la municipalidad de Moreno. Ni en quienes son parte ejecutiva de ese municipio que conduce el incapaz e insensible Walter Festa quien, si dice ser peronista miente, porque  un intendente peronista debe saber lo que ocurre en su distrito, y tanto él como sus funcionarios tienen la obligación de atender los pedidos de sus vecinos y resolver sus problemas. No tengo dudas que Festa no aprendió ni sintió nunca al peronismo como tiene obligación moral de aprenderlo y sentirlo todo aquel que se postule para asumir responsabilidades de gobierno. Nadie, desde Vidal hasta el último funcionario municipal, debe escapar de la condena que tarde o temprano debe caer sobre ellos. La muerte de Kosteki y Santillán caídos bajo las balas del comisario asesino Alfredo Fanchiotti, produjeron la salida del entonces presidente Duhalde. El episodio de Cromañón en 2004 se llevó puesto al jefe de gobierno de la CABA, Anibal Ibarra. Por el crimen de Mariano Ferreyra José Pedrazza pasará varios años en la cárcel. Ahora, el asesinato de Santiago Maldonado ocurrida hace un año y las horribles muertes de Sandra Calamano y de Rubén Orlando Rodriguez no deben quedar impunes.
Seamos claros: Ante la  trágica muerte de dos trabajadores -Sandra y Ruben- no caben los eufemismos ni los argumentos de la politiqueria barata. La gobernadora Vidal y los funcionarios responsables de semejante tragedia, son tan asesinos como quienes en su momento mataron a Kosteki, Santillan, Ferreyra, Maldonado y Nahuel Salvatierra. Vidal y sus funcionarios, con el titular del área educativa bonaerense, Gabriel Sánchez Zinny, a la cabeza, deben irse ya mismo. La irresponsabilidad y maldad por las cuales hoy perdieron la vida dos trabajadores de la comunidad educativa, deben ser castigadas.  Los gremios docentes deben arbitrar todos los medios para que María Eugenia Vidal y todos los responsables de la muerte de Sandra y de Rubén renuncien por insensibles, incapaces y no aptos para el cumplimiento de sus deberes como funcionarios públicos.
En tanto esto no ocurra, porque sabemos que la ley para los trabajadores funciona a paso de tortuga y es difícil atravesar la maraña de complicidades, es necesario reclamar y exigir  a los dirigentes de todas las centrales sindicales, su solidaridad  y medidas concretas ante la muerte de dos trabajadores despedazados por la explosión en la Escuela 49 de Moreno. Así como Carlos Fuentealba, Mariano Ferreyra, Santiago Maldonado y Nahuel Salvatierra, Sandra Calamano y Rubén Rodriguez deben ser, desde lo más alto, otras dos banderas de nuestras luchas por juicio y castigo a los asesinos. Mientras tanto, es imprescindible promover la respuesta popular, concretarla y mantenerla a través de  movilizaciones y acciones  orientadas por un contundente reclamo: ¡Que se vayan los responsables y que caiga sobre ellos el juicio y el castigo que corresponde!
   (*) De Iniciativa Socialista