miércoles, 17 de octubre de 2018

No hay tiempo que no se acabe ni tiento que no se corte

por Omar Dalponte*

omardalponte@gmail.com 

“No hay tiempo que no se acabe ni tiento que no se corte”. El dicho pertenece al Martin Fierro. Y es verdad. Todo pasa, y no hay nada en el mundo que tenga tanta resistencia como para que no se pueda disminuir su fuerza o romperlo. Este tiempo de tragedia macrista pasará. Pero no terminará solamente por el paso del tiempo. Debe concluir por la acción opositora de un pueblo que, alguna vez, decidirá desalojarlo del poder. Será mediante elecciones o por otros medios. Pero ocurrirá.
Cuando muchos creían que sería para siempre la permanencia del kirchnerismo,  como la de otros gobiernos de progreso instalados en nuestra América,  dijimos que las primaveras no son eternas. No nos equivocamos. Ahora no dudamos en predecir que, en algún momento, el neoliberalismo será derrotado y nuestros pueblos sabrán superar a las fuerzas devastadoras que hoy azotan a los países que, hasta hace poco tiempo, pudimos vivir un poco más dignamente.
Brasil, luego de fin de año, tal vez entre en una etapa más larga y penosa que la vivida desde de la caída de Dilma Rousseff hasta el presente. Parece ser que el candidato de la derecha dura –Jair Bolsonaro- será el triunfador en las elecciones que allí se realizarán en el mes de diciembre próximo. Nosotros, con Macri ocupando la Casa de Gobierno, llevamos a los brasileros tres años de ventaja sufriendo la degradación de la república, la pérdida de
derechos y todas las desgracias que pesan sobre nuestro pueblo.
Nosotros, aunque no aún en la medida necesaria, vamos avanzando lentamente en la resistencia al conservadurismo amarillo oponiendo algunas acciones de contraofensiva que, sin ser suficientes, por lo menos no permiten que los atropellos de los sectores concentrados de la economía y de las finanzas sean aún mayores. Claro que ante cualquier pronunciamiento nuestro, ellos redoblan la apuesta. Logramos que se sancione alguna ley para aliviar determinada situación y la vetan. Hacemos una movilización, reprimen salvajemente y producen miles de cesantías. Efectuamos un paro general y voltean el ministerio de Trabajo.
Desde lo que denominamos  el campo popular aún no hemos sido capaces de poner de pie una fuerza numéricamente fuerte y suficientemente coherente en su accionar para derrotar al enemigo. Dentro de lo que se dice “oposición” prevalece más la tendencia a dividir que a construir vías hacia la unidad. También tropezamos con los egoísmos internos y la cobardía de cagatintas que ahora, después de haber puesto palos en las ruedas dentro de nuestro mismo espacio, andan escondidos bajo las alas de algún avestruz ligero. Ya no se escuchan los encendidos discursos de los momentos de vida fácil. Han sido trocados por un palabrerío vacuo sin propuestas que sólo insiste en el diagnóstico de una enfermedad que todos conocemos de sobra. ¿Dónde están los perfumados con las esencias aromáticas de la “intelligentzia” que participaban de las masturbaciones políticas sabatinas de Carta Abierta?  ¿Qué fuerza considerable han sabido crear ahora que están a la intemperie sin chupar de la teta del Estado? ¿Qué cosa hacen los advenedizos que  buscan refugio entre las percalinas de Cristina además de dedicarse a criticar los intentos de unidad con peronistas de diferentes sectores?
Aquí hay que comprender que quien no trabaja por la unidad favorece al enemigo. No es difícil entender que no hay opción: unidad con todos para ganar, o acuerdos entre pocos para perder frente al macrismo. Si el peronismo no se une y no se dispone a proceder como convocante para organizar un gran frente patriótico, el resultado electoral del año próximo será desfavorable. No tenemos otra alternativa: Unidad o Derrota. Cuidado con quienes cuestionan a todo el mundo, pretenden enseñarnos a ser peronistas y quieren imponer candidaturas que gran parte del peronismo no ve con buenos ojos. Esos se oponen a la unidad. Dicen que nos quieren pero nos odian, trabajan para reducirnos, alejarnos de nuestros símbolos y convertirnos en un partidito intrascendente proveedor de conchabos políticos para unos pocos.
Aunque contra reloj no somos pocos los que continuamos bregando por la unidad con todos en los términos que señala el presidente del Partido Justicialista don José Luis Gioja; apoyamos en forma irrestricta a las 62 0rganizaciones y sostenemos la necesidad de una CGT unida. La principal fuerza del peronismo deben ser los trabajadores. Si estos no juegan un rol preponderante en nuestras filas el Movimiento dejará de existir y quedaremos como una expresión más de la partidocracia, con más vicios que virtudes.      
Afortunadamente la conducción del Partido Justicialista de Lanús, con los compañeros Díaz Pérez e Ismaél Ale a la cabeza procede con grandeza, inteligencia y una clara visión movimientista. Desde que asumió su responsabilidad al frente de nuestro PJ local este grupo de compañeros viene dando pasos muy concretos para acercar y unir a peronistas y referentes  de diferentes encuadramientos políticos. Recientemente, durante la visita del compañero Lorenzo Pepe, un dirigente peronista histórico de altísimo valor, además de la siempre importante militancia barrial estuvieron presentes dirigentes de las distintas corrientes internas del peronismo y del Frente Renovador lanusense, entre ellos Nicolás Russo. Sin dudas, este acercamiento es un claro indicio de que es muy posible arrimar coincidencias, superar diferencias y marchar unidos por la recuperación de Lanús.
El 17 de octubre, fecha emblemática del peronismo, es una buena oportunidad para dar testimonio produciendo actos en los cuales se reafirme ese día como símbolo del Movimiento Nacional, afianzar la figura de Perón e impulsar y actualizar su legado: el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional.
En la medida en que vayamos avanzando en la confección de un programa con las soluciones a los grandes problemas nacionales, es sumamente útil que los peronistas y nuestros aliados recurramos a las páginas donde hallaremos un conjunto de ideas valiosísimo, nada menos que el último gran aporte a la causa nacional hecho por Perón y que el General finaliza con estas palabras: “Nuestra Patria tiene todo lo necesario para que sus hijos sientan el gozo infinito de la vida. Dios nos ha brindado riquezas incalculables; sólo falta que asumamos la decisión irrevocable de realizar la empresa que nos aguarda.
Cada uno de mis conciudadanos, cada grupo social y político que sienta el deber de contribuir a la grandeza del país, deberá formular sus sugerencias para que este Modelo sea cada vez más un ideal de vida nacional”.  
De peores hemos salido. No podrá asustarnos este avance neoliberal. Los vacilantes, los timoratos, y los pícaros que persiguen fines inconfesables quedarán apartados. Pero el pueblo, seguramente, sabrá derribar los ignominiosos muros de la prepotencia macrista.
 (*) De Iniciativa Socialista