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viernes, 31 de agosto de 2012

El concejo me da vergüenza ajena


por Marta Santos

Lo de hoy fue vergonzoso. En un municipio donde aumentan el delito y sus víctimas, la comisión de protección ciudadana y permanente creada la semana pasada ya se escindió en dos. El presidente, Emiliano Bursese, estuvo de vacaciones desde hace un mes y hoy retomó su puesto, ejerciendo su derecho a convocar y a dirigir la comisión, que se reunió con los concejales presentes en el HCD. El secretario, Carlos Barbagallo, que venía ejerciendo la presidencia por la ausencia del anterior, continuó en ese lugar para reunir a los ediles oficialistas en el centro de monitoreo y entrevistarse con 

el titular de protección ciudadana. Toda la semana estuvieron entretenidos considerando dónde se hacía la famosa reunión y no se pusieron de acuerdo. Un papelón.
Dentro de un rato, a las 19.00, los vecinos hacen una nueva marcha al municipio. La semana pasada no fueron atendidos por nadie pero resolvieron volver, una y otra vez, hasta poder ver resultados que signifiquen no más sangre en manos de los delincuentes que asolan al distrito, sus vidas y bienes. Los vecinos votaron a los que ocupan el lugar de quien debe cuidarnos, confiaron en ellos y pagan sus tasas y sus sueldos para que cumplan su función.
Pero la falta de decisión política del intendente y los personalismos que imperan en los bloques hace difícil encontrar la solución. El HCD no funciona como un cuerpo integrado, sino como  un rompecabezas en el que todas sus partes se acomodan para dar la impresión de la figura humana y que cuando quiere desplazarse comienza a desarticularse en cada uno de sus miembros, porque le falta el adhesivo que debería unirlos: la preocupación por la vida de la gente.
Cuando mencionan que esta preocupación existe -y en lo particular puede que en algunos sea genuina- el adhesivo aparece. Pero dura segundos: el solvente que lo derrite está compuesto por los intereses políticos partidarios, que relega la aparición de un interés común. “Yo no voy a hacer lo que ellos dicen”. “Yo no me voy a plegar a lo que los demás decidan”.  “Yo no voy a firmar eso porque mis instrucciones son que hagamos otra cosa”. Yo, yo, yo… o a lo sumo nosotros, el bloque.
El concejo deliberante es el mejor lugar para ejercer la democracia: mayoría y minorías votadas por la ciudadanía los representan y todos deben ser escuchados y considerados sus argumentos. Y si bien el debate es bueno porque propicia que las ideas fluyan, cuando se parte del “yo soy el que tiene razón” en lugar de enriquecer las propuestas le ponen freno.
Hoy los vecinos marcharán mendigando por sus vidas y la de sus familias. Algunos concejales estarán allí y otros no porque  “no se puede hacer política con esto”. Dirán lo que quieran pues el periodismo no puede entrar en las reuniones donde se decide la vida de la gente, no sea que ahí escuche lo que dicen realmente y no lo que quieren hacer  trascender. Es en el único punto en que están todos de acuerdo: el periodismo no oficialista debe quedar afuera.
Esta fue una semana perdida en el HCD, con una comisión de seguridad ampliada y permanente escindida en oficialismo y opositores, a una semana de su conformación, mientras que la gente teme por su vida. ¿Con qué cara mirarán los concejales a esos vecinos? 
A veces siento vergüenza ajena. Hoy es uno de esos días.