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domingo, 23 de diciembre de 2012

Los desafios que nos plantea la realidad


por Heriberto Deibe*

Cada vez que la tragedia golpea las puertas de la sociedad argentina, de su pueblo, de sus hijos, el poder queda mudo. El mismo poder que utiliza la cadena nacional para cualquier función de circo, no lo hace para hechos graves, hechos dolorosos, donde pierden la vida nuestros hermanos. ¿Será que la vida misma no vale para ellos? Varios ejemplos ilustran esta afirmación: Cromañon, los mineros de Rio Turbio, la tragedia de Once y, hoy, las vidas que costó esta ola de saqueos.
¿Por qué el poder enmudece? Porque es ejercido por un gobierno al que la vida de los argentinos parece no importarle, un gobierno que sólo se dedica a contestarle a los demás tiene -ante las tragedias-  un grave problema: estas son reales y a la realidad no se le puede contestar, no se la puede contradecir, no se la puede maltratar, no se la puede retar o pedirle que nos tenga miedo. 
La realidad, por el contrario, nos interpela con todas sus fuerzas y es ella la que nos pregunta qué hicimos para que haya más trabajo, más seguridad, mejores servicios, más educación.
Y si lo sabremos los peronistas que, tal vez sin saber qué significa, repetimos la famosa frase de Perón: “La única verdad es la realidad”. Bueno, ahí la tenemos otra vez golpeando a la sociedad argentina con toda su fuerza. Pero, ¿qué vamos a hacer con ella?.
En principio, no podemos mirar a esta realidad con hipocresía si el que delinque es alguien que roba comida o un plasma de un supermercado. 
Mientras debatimos, el vicepresidente es acusado de quedarse con una empresa como Ciccone, y nos enrostra autos y motos, y cumpleaños en lujosos hoteles. 
No se puede ser “uno del pueblo” desde el discurso y alejarse de este en el vivir cotidiano. ¿O
pensamos, acaso, que estas reacciones no son parte de este problema?
Cuando la clase media se manifestó el 8N los descalificaron, cuando se manifestaron los trabajadores el 20N los descalificaron y ahora que se manifiestan los más pobres para los cuales, por lo menos desde el discurso, el gobierno dice gobernar, enmudecemos. 
Claro que no se puede justificar lo que sucedió estos días, pero quien comienza con la impunidad es el poder. Quien genera bronca y frustración en los que menos tienen, es el  poder. ¿O a quien perjudica más la inflación  o la falta de salud o la falta de seguridad o la falta de educación?
Por qué tienen los más pobres un plan o una asignación y no un trabajo, lo tiene que explicar el gobierno pero, como es la realidad, enmudece.
Si  encontró tiempo este gobierno para expropiar La Rural es porque siempre encuentra la excusa para hacer lo “urgente” y dejar de hacer lo “importante”.
Este año, en nombre de la soberanía hidrocarburífera, expropió YPF; en nombre de la soberanía monetaria: Ciccone, y ahora en nombre de la soberanía inmobiliaria, La Rural. 
Sepan disculpar, queridos “revolucionarios”, pero hoy la soberanía es el trabajo registrado, la soberanía es la educación, la soberanía es la seguridad, la soberanía es la salud.
Cómo peronistas aprendimos que, entre otras virtudes,  “la realidad” tiene el poder innegable de correr los velos que pretenden ocultarla. 
(*) Concejal de La Juan Domingo