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lunes, 13 de mayo de 2013

La semana en pocas palabras


Informe Económico Semanal del Banco Ciudad

En el marco de una escalada del dólar “blue” y acelerada pérdida de reservas internacionales, el gobierno anunció esta semana medidas destinadas a canalizar (y blanquear) tenencias de dólares no declaradas.
Las medidas anunciadas (que van a contramano de los intentos de “pesificar” la economía) consisten en la emisión de un instrumento de deuda pública en dólares para financiar inversiones energéticas (BAADE) y de un certificado de depósito en dólares, garantizado por el BCRA y transferible, para aplicar a la compra de inmuebles (CEDIN).
De los dos instrumentos, el CEDIN es el más atractivo, dado que el BAADE es un bono con vencimiento en 2016 que cotizará con un importante descuento, mientras que el certificado podrá realizarse en cualquier momento, contra el cierre de una operación inmobiliaria o la compra de insumos. La transferibilidad de los CEDIN, a su vez, llevará a que surja un mercado para estos certificados, que cotizarán con un leve descuento en dólares y en valores cercanos al dólar paralelo en pesos, lo que transitoriamente podría dar lugar a una suerte de “dólar financiero” oficial, que más relevante será, cuanto mayor volumen adquiera este mercado.
La idea del primer instrumento es “dinamizar” el sector inmobiliario y aumentar las reservas hasta tanto maduren las inversiones inmobiliarias. Esto le daría al gobierno un tiempo de “alquiler gratis” de reservas que permitirá postergar un ajuste del dólar oficial.
¿Cuántos fondos podrían ingresar a través de este esquema? La moratoria impositiva de 2009 generó un blanqueo de unos USD 4.000 millones, en un contexto económico más favorable. Ahora, en una situación mucho más compleja, habría que esperar un monto inferior, que apenas alcanzaría para postergar la agónica dinámica de las reservas y los problemas de financiamiento que hoy tiene la YPF estatal.
A primera vista, los resultados serían escasos en términos de aceptación y contraproducentes en términos de la resolución de los problemas de fondo de la economía: déficit fiscal, emisión
inflación, atraso cambiario y brecha con el paralelo. En este sentido, aunque las medidas generaron profundo escepticismo en el mercado, sorprendió el voto de confianza que parecía darle la baja del dólar blue. Pero se supo que detrás de esta movida habría estado la propia ANSES, vendiendo títulos en para achicar la brecha cambiaria implícita en los títulos públicos (lo que se conoce como “contado con liquidación”).
Las medidas muestran que el gobierno insistirá en su estrategia de convivir e ignorar la inflación y mantener atrasado el dólar oficial. El gobierno seguirá inflando un globo cada vez más grande que alguna vez deberá desinflarse o, peor aún, explotarse. Cuanto más tarde, más fuerte. Se están sembrando las semillas de una maxi-devaluación, que ya se produjo en el dólar financiero (ilegal) y que tarde o temprano llegará al dólar oficial.
Para postergar la corrección cambiaria tanto como sea posible (al menos hasta octubre), el gobierno apunta a inflar transitoriamente las reservas recurriendo al dinero negro. Las reservas cayeron unos USD 8.000 millones (-17%) en los últimos 12 meses y 8% en lo que va de 2013 (USD 3.500 millones), que equivale a una tasa de caída anualizada del 24%, que de no sufrir modificaciones hubiera representado una pérdida de más de USD 10.000 millones en un año.
El problema de fondo es qué hacer para generar un ingreso genuino de dólares, más allá de los parches. La primera y más lógica opción sería recrear un clima favorable para la inversión. Hoy la región está lidiando con el problema del exceso de dólares. Chile fue la segunda economía en atraer inversión extrajera directa (IED) en Latinoamérica en 2012, detrás de Brasil, con un ingreso de USD 30.000 millones. Argentina, muy por el contrario, obtuvo IED por sólo una tercera parte de esta cifra. Ello es clara una clara muestra de que, con políticas razonables, en Argentina tendrían que sobrar (no faltar) dólares, bajo las actuales condiciones internacionales.
Finalmente, las consecuencias de la estrategia oficial sobre la economía son conocidas: hace dos años que se dejó de crear empleo privado y, sacando exportaciones de autos, el resto de las exportaciones industriales caen un 18% anual. La brecha cambiaria es una proxy de otras distorsiones que afectan a la economía (tarifas, atraso cambiario, mercados regulados, déficit energético), de manera que seguimos pensando que será imposible crecer en este contexto, más allá de una salto transitorio gatillado por el contexto externo (Brasil) o la cosecha local (soja).