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lunes, 23 de septiembre de 2013

La crisis de la izquierda

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

Quilmes no es un mal equipo de fútbol. De arranque irregular, había vencido de local a San Lorenzo por la 4ª fecha y de visitante a Tigre por la 5ª. Si volvía a ganar en su cancha se prendía, pero lo visitaba el reparador de sueños, Arsenal, que previsiblemente lo venció, y en la última lo goleó All Boys. Una nueva derrota amartillaba la partida del DT. Lanús también había arrancado con altibajos. Perdió en Rafaela, dividió con Racing y con Vélez de visitante y con el Pincha de local. Salvo ese partido, en Arias y Guidi los aplastó a todos, incluso a la U de Chile. Tenía que ganarle a Quilmes. Venía pum para arriba, un triunfo lo subía un poco más. Planteado de esta manera el saldo final con empate en cero resulta frustrante para Lanús, pero claramente ajustado a la realidad. A esta altura de la competencia empatar no es lo ideal, pero el punto de visitante aún sirve. La carreta se acerca a la mitad del camino a recorrer, y la mayoría de los melones demoran demasiado encontrar su lugar.
Lanús dispuso de las mejores ocasiones de gol, las más claras, en la primera mitad cuando fue netamente superior. Desde el inicio hasta los treinta jugó tal vez el mejor fútbol de lo que va del semestre. Con solvencia en el trato del balón, con excelentes cesiones de Somoza y el Pulpito, dos de los mejores, ocupando campo rival y presionando la salida, Lanús se acortó como no lo hacía desde cuando promediaba el semestre pasado. Con salida por Ayala jugando de lateral derecho, movedizo Melano y muy combativo Silva, que bajaba unos metros, el mejor jugador granate en ese lapso fue Pereyra Díaz, quien cerraba por izquierda lo que se
armaba por derecha, así dispuso de tres o cuatro situaciones propicias para convertir, y en todas le falló en el tiro del final. Se mostró potente y veloz, de arranque ventajoso y muy ambicioso para el arco. Le faltó serenidad. Sabe que ya dispuso de oportunidades que no aprovechó, y esta vez le daban la chance de jugar en el lugar que le sienta mejor, la izquierda del ataque, allí donde es más efectivo pese a ser derecho. Le faltó tiza y aplomo. Y cuando más necesitaba del aliento de sus compañeros, cuando fallaba en la puntada final pero estaba jugando muy bien, Santiago Silva empezó a recriminarlo con desmedida insistencia. A juzgar por los rostros que entregó la TV podría decirse que su consagrado compañero apichonó al riojano, cuya figura se fue diluyendo hasta ser intrascendente, y a los 24 del complemento retirarse reemplazado por Ismael Blanco. Quilmes corrió más, y a medida que transcurría el segundo tiempo, algunos jugadores granates exhibieron las típicas muestras de cansancio: Dudas en correr o no a un rival, no ofrecerse como recepción, dejarse absorber por la marca para no recibir la pelota, manos a la cintura, fastidio excesivo. No obstante, el tramo final ganó en emoción y fue de ida y vuelta, cualquiera lo pudo ganar. La visita sufrió por parte del árbitro la no sanción de dos penales a favor, al Laucha le inventó una falta absolutamente inexistente cuando Pareyra Díaz quedaba cara a cara con Peratta, luego el propio Laucha quedó solo ante el golero local y no la pudo puntear. Quilmes chocó con Marchesín, que como siempre, hace fáciles las pelotas más difíciles. Del equipo corto y ordenado del inicio en el complemento no quedó nada y para colmo de males, Goltz e Izquierdoz tuvieron una tarde para el olvido.
Aunque en la cancha no se sacaron ventajas, ambos tienen un panorama diferente por delante. Quilmes ya perdió cuatro partidos y sumó 10 unidades, el Grana solo cayó una vez y aunque supera holgadamente a todos de local, sin contar la victoria ante Racing en Avellaneda por la Copa Sudamericana, aún no pudo ganar de visitante. Suma 13 puntos, cuatro menos que el líder Newell’s. Es tal la paridad entre equipos de diferentes categorías, presupuestos y objetivos, que entre la Lepra y el Cervecero hay otros once competidores, todos con argumentos válidos como para soñar, y los choques entre sí son verdaderas finales que marcan el futuro inmediato de cada equipo, siempre teniendo en cuenta que dos victorias seguidas te suben a la pelea, tanto como dos derrotas consecutivas te mandan al fondo del mar.
La imagen entregada por Lanús ante Quilmes, teniendo en cuenta que deberá jugar el miércoles y el domingo, deja algún interrogante sobre el cansancio y las habituales lesiones que lo acompañan cuando acude. En ese contexto, se podría decir que no perder en Chile y derrotar a River por la 9ª fecha en La Fortaleza, ambos partidos de gran repercusión mediática, sería el objetivo inmediato que debe cumplir el equipo de Guillermo Barros Schelotto para seguir creciendo. Lo de la primera parte puede considerarse un paso adelante en lo que respecta al juego colectivo, lo del complemento sugiere que aún el técnico no logró un funcionamiento determinado, una línea de juego que a la hora del armado comprendan de igual manera todos los profesionales a su disposición. Esa es la búsqueda de Guillermo, armar convenientemente la zona media. Tiene más delanteros que volantes, normalmente más habituados a recibir sanciones que los marginen, eso no es algo frecuente,  con el agravante de que no tiene jugadores zurdos, una especie en vías de extinción, y no encuentra con que diestros reemplazarlos. Por lo que se observa, esa carencia es el  problema de más difícil y urgente solución para el cuerpo técnico.