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domingo, 29 de septiembre de 2013

Rucci, el demonio

por Lisandro Martinez*

lisandromartinez47@yahoo.com.ar

Durante los años 20 los hacheros que querían organizarse sindicalmente desaparecían y la patronal atribuía la ausencia a un “familiar” que se los llevaba y no los devolvía.
  Hoy, Ceferino Reato que dirige la revista Fortuna consagrada a realzar las bondades de la explotación capitalista, intenta “afinar” la teoría de “los dos demonios” que adoptaron Alfonsín y Sábato en la Conadep para diluir la masacre patronal.
   Reato y Cecilia Pando proponen desenvolver “la memoria completa” donde se cruzarían las responsabilidades penales del niño Floreal Avellaneda de 13 años, muerto por empalamiento por los torturadores en el Centro Clandestino de Detención “El Campito” en 1976 y las del clerical Rafael Videla.
  Reato defiende la memoria  política de José Ignacio Rucci  para reabrir la causa judicial sobre un crimen que según “el demoniologo” cometió la guerrilla. Mientras otras fuentes aseguran fue liquidado por el poder político.
  Para Reato y los que defienden la “Santísima Trinidad” (Estado, patronales y burócratas), no importa que entre 1966 y 1972 la dictadura de Onganía, Levinstong y Lanusse, detenía, secuestraba, torturaba y mataba apoyada por desclasados como Rucci, para frenar al clasismo surgido del Cordobazo. El problema era de estado por eso la CGT y Lanusse le quitaron la personería a los sindicatos Sitrac y Sitram.
  Cuando el 22/8/1972 se produce la masacre de Trelew y son fusilados 16 guerrilleros, desarmados y presos, el capitán de navío Horacio Mayorga  dice: “No es necesario explicar nada. Debemos dejar de lado estúpidas discusiones que la Armada no tiene que esforzarse en explicar. Lo hecho bien hecho está. Se hizo lo que se tenía que hacer. No hay que disculparse porque no hay culpa. La muerte está en el plan de Dios no para castigo sino para
la reflexión de muchos”. 
  A poco de Trelew, Rucci es reelecto secretario general de la CGT y se solidariza con los asesinos diciendo: “Creemos en las Fuerzas Armadas”. La represión contra la clase obrera fue acompañada por burócratas como Rucci, quienes entregaron a las patronales y los milicos el listado de opositores.
  En 1970 Miguel Gazzera, dirigente del gremio fideero y de las 62 Organizaciones, escribió: “Peronismo, autocrítica y perspectivas”, haciendo una radiografía de los traidores: “Caído Perón fue imposible a los dirigentes arrancarles un solo minuto de paro general”. Esto demuestra que los burócratas estuvieron siempre con los milicos de turno y la única lucha que encabezaron fue contra la oposición en los gremios. Gazzera señala: “Estos dirigentes enriquecidos, que usan la policía para reprimir a trabajadores que se alzan contra ellos y las injusticias que padecen, constituyen el participacionismo”.
  Denunciando a los burócratas que se sumaron a Onganía, Gazzera dice: “Unieron su suerte a un gobierno que actuó contra el pueblo, por eso cuando les prometieron más salarios y aportes para obras sociales entendieron que tendrían sumas millonarias para consolidar el aparato sindical”. 
  En julio de 1969, 40 sindicatos con una solicitada reprobaron a Rucci y cuando entró a “La Hora del Pueblo” (Rucci/Perón) otra solicitada de Sanidad, Petroleros, Gastronómicos, etcétera, el 2/4/1971 lo acusó de “componenda política y posiciones afines con enemigos de los obreros”. 
  Perón respaldó a Rucci pero las bases -9.000 obreros- de Somisa en huelga abuchearon y obligaron a huir despavoridos a los matones de Rucci que querían levantar la huelga. Los “culatas” debieron refugiarse en la oficina de personal (Diario Norte 6/4/1971). Isabelita, “embajadora” del nacionalismo burgués, en marzo de 1972 dijo que Rucci era “un verdadero luchador”. Ese año había elecciones en la UOM de San Nicolás y Rucci tenía que ganar. Como el rechazo obrero era enorme, para no quedar pegadas 20 unidades básicas enviaron telegramas impugnando las elecciones de la UOM por fraudulentas. “Las urnas no aparecieron en Somisa. La UOM de San Nicolás no votó pero Rucci se proclamó ganador con el apoyo de Perón y del Ministerio de Trabajo” (“Los jerarcas sindicales” Jorge Correa).
  Rucci, un hombre de la patronal entre 1966 y 1971, pauperizó los salarios que “aumentaron” 160% mientras el costo de vida subió un 228%. 
  Rucci era un cara de piedra capaz de decir: “Me consta que mis actitudes pueden ofrecer conceptos contrarios a la honestidad y lealtad para con los trabajadores” (Debate en TV con Agustín Tosco, febrero 1973). Y en consonancia llamaba a sus oponentes “antipatrias movidos por oscuros intereses antinacionales”, “bichos colorados e  inmundos bolches” y añadía: “Hay que matar a los zurdos infiltrados”. En el Sitrac recuerda uno de los dirigentes –Denis Stagnaro- calificaba a la Comisión Interna de “zurdos” e “inmundos comunistas”. 
  Frente al encarcelamiento de Ongaro y Tosco en 1971 durante la dictadura de Lanusse, Rucci le dijo al Ministro del Interior que esas detenciones tenían como objetivo “deteriorar a la CGT y dividir al movimiento obrero”. Cuando salió de la audiencia dijo: “Tosco y Ongaro quieren quedar presos porque tienen un acuerdo con el gobierno militar”.
   El 26/6/1971se produjo una movilización obrera frente a la CGT reclamando por la liberación y tratando a Rucci de traidor. 
  En 1972 la Asamblea, el Consejo Directivo y el Cuerpo de Delegados de Luz y Fuerza de Córdoba emitió un documento dirigido a Rucci titulado: “Diez  puntos de infamia, claudicación y entrega del movimiento obrero”.  Allí los obreros denunciaron que “las visitas que Rucci hizo en Italia a la FIAT fueron el prólogo de la disolución de Sitram y Sitrac, el despido de centenares de militantes y el encarcelamiento de varios dirigentes”.
  En “Ezeiza”, Verbitsky muestra al “capo” de la CGT operando en la masacre del 20/6/1973. “Jorge Sampedro, jefe de los matones de Rucci, dirigió las torturas en el Hotel Continental de Ezeiza”. Rucci declaró en la tele sobre sus matones: “Estaban armados para cumplir su trabajo”. Al día siguiente en San Nicolás un guardaespaldas de Rucci, Tomás Cardozo asesinó a Benito Spahn de la JP. Rucci se rodeó de fascistas y “servicios”, construyó un polígono de tiro en la CGT y organizó grupos de choques que luego usaron Osinde y el estado para la masacre.
  El “diávolo” Rucci fue pionero en la CNU y la Triple A. Ceferino Reato quiere rescatarlo para resarcirlo por los servicios prestados al gran empresariado. 
  El demonio siempre es único y viene a la lucha de clases traído por la patronal.
      (*) Candidato a concejal por el PO en el Frente de Izquierda