Páginas

martes, 31 de diciembre de 2013

La semana en pocas palabras

Informe Económico Semanal del Banco Ciudad

La divulgación de las cuentas públicas de noviembre no hace otra cosa más que confirmar un persistente y creciente desequilibrio fiscal, a todas luces insostenible.
En noviembre, el resultado primario del Sector Público Nacional fue deficitario por segundo mes consecutivo, exhibiendo un rojo de casi $6.700 millones, cerca de $6.000 millones superior al del mismo mes de 2012. En tanto, el resultado financiero (después del pago de intereses de la deuda) fue negativo en $9.500 millones, cuadruplicando el déficit del año previo. Este verdadero agujero fiscal hubiera sido ampliamente mayor de no contar (como a lo largo de todo 2013) con los recursos extraordinarios provenientes del BCRA y del FGS de ANSES. Sin estos fondos, que en noviembre se anotaron cerca de $4.600 millones, el déficit primario hubiese escalado a $11.300 millones y el rojo financiero a $14.100 millones, sumando en los últimos 12 meses $54.200 y $90.500 millones, respectivamente, equivalentes a 2,9% y 5,3% del PIB, cifras inéditas en casi dos décadas.
Este fuerte deterioro de las finanzas públicas, que ha venido ganando intensidad en los últimos meses, se explica por la combinación de un gasto que sigue creciendo a un ritmo acelerado e ingresos que muestran un marcado freno. El gasto primario creció en noviembre un 36% interanual, por debajo de los registros de septiembre (46%) y octubre (39%), pero a un ritmo todavía importante, ampliamente superior al de los ingresos genuinos (netos de los aportes del BCRA y del FGS de la ANSES), que aumentaron en noviembre apenas un 19%, muy por debajo del 27% acumulado en el año.
El impulso al gasto continuó vigente en la mayoría de las partidas presupuestarias, sobresaliendo el incremento de las prestaciones de la seguridad social (39%) y las transferencias al sector privado (50%), motorizadas estas últimas por los subsidios energéticos y sociales. Un escalón más abajo se ubicaron las remuneraciones, que experimentaron un alza del 26% (28% en el acumulado anual), aunque también en este caso con un alza mayor a la recaudación, afectada en el tramo final de 2013 por los cambios introducidos en el impuesto a las ganancias y la caída en los cobros de retenciones a las exportaciones, asociadas a flojas ventas externas de cereales y petróleo.
Pero el problema fiscal no es sólo nacional, sino que también compromete seriamente a los gobiernos provinciales. Las provincias finalizarán 2013 con sus cuentas en rojo por séptimo año consecutivo, previéndose que en 2014 vean estresadas sus finanzas si los aumentos salariales dispuestos a las fuerzas de seguridad se trasladan a otras dependencias provinciales. Sin contar con el salvavidas del BCRA y la ANSES, y ante un centralismo fiscal inédito (donde 3 de cada 4 pesos recaudados se los queda el gobierno nacional), llevó esta semana a varios gobernadores a agitar el fantasma del retorno de las cuasimonedas y a la Nación a firmar un pacto fiscal para refinanciar las deudas de 18 distritos provinciales.
Frente a este complejo panorama, las señales del gobierno nacional en pos de un verdadero cambio de rumbo en el frente fiscal no sólo son ambivalentes, sino que chocan con problemas de larga data que, actualmente, adquieren una dimensión desconocida. Sin chances de aumentar la recaudación (frente a un escenario de bajo crecimiento y presión tributaria récord), los márgenes de corrección del gasto son cada vez más estrechos, si no se cuenta con una verdadera vocación de mejorar su eficiencia. A la movilidad jubilatoria, se suman ahora las presiones salariales derivadas de la aceleración inflacionaria y los aumentos otorgados a las fuerzas de seguridad, tanto provinciales como nacionales, lo cual compromete a dos partidas que se anotan cerca de la mitad del gasto público nacional. A su vez, el apagón de la última semana (con amenaza de reestatización del servicio incluida) también torna políticamente inviable una corrección sensible en los subsidios a la energía, responsables (en gran medida) del retorno del rojo de las cuentas públicas.
En este marco, las probabilidades de tender a equilibrar el resultado fiscal, reducir la emisión, bajar la inflación y suavizar las tensiones cambiarias lucen, lamentablemente, cada vez más reducidas, anticipando un 2014 inestable en materia económica.