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lunes, 28 de marzo de 2016

por Omar Dalponte*

omardalponte@gmail.com

El río de aguas color de león
(Primera nota)
El Rio de la Plata es un  estuario de América del Sur formado por la desembocadura de los ríos Paraná y Uruguay. Se extiende entre Argentina (orilla derecha) y Uruguay (orilla izquierda) con una longitud de 287 km. Y una anchura de 220 km. Entre Punta del Este, al Norte, y el cabo San Antonio, al Sur. El área de alimentación del Rio de la Plata recibe el nombre de Cuenca del Plata y abarca unos 3.100.000 Km cuadrados. Es la segunda cuenca de drenaje de América del Sur después de la del Amazonas. El área de la Cuenca del Plata no coincide con la de la región del Plata, expresión que, aunque de sentido bastante impreciso, designa usualmente los dos países que circundan el estuario: Argentina y Uruguay (Dato: Diccionario Enciclopédico Larousse, La Nación, año 2005) 
La orden de Perón fue terminante: “Vignes!!!...disponga todo para la firma del tratado” (**). Al
General le bastaron algunas respuestas claras y concretas sobre como quedaban los temas relativos a la navegación, la pesca, islas, el lecho y subsuelo  para resolver la  firma del Tratado. Sin dudas conocía el tema a la perfección. Así concluyó un período de interminables reuniones realizadas en una y otra orilla. Así comenzó una nueva etapa en las relaciones entre Argentina y Uruguay. El 19 de noviembre de 1973 con la firma del “Tratado del Rio de la Plata y su Frente Marítimo” Perón no sólo resolvía una controversia de vieja data sino que –de paso- comenzaba a producir hechos concretos de acercamiento a los países vecinos como acción previa para la política de integración de los pueblos latinoamericanos y del Caribe tal como lo planteara en innumerables escritos y en libros cómo “La hora de los Pueblos” y Latinoamérica, ahora o nunca”; textos que hoy siguen siendo de lectura obligada  
Ya en 1953 Perón planteaba en diversas exposiciones públicas su pensamiento sobre la política exterior basada en los conceptos de "continentalismo" y "universalismo" con proyección al siglo XXI. También tomó las primeras decisiones concretas encaminadas a impulsar la integración latinoamericana y propuso a Chile y Brasil echar las bases de una unión subregional que se denominaría ABC. Este proyecto es antecedente del actual MERCOSUR instalado 30 años después.
Según una cita muy autorizada aportada por el veterano dirigente peronista  Lorenzo Pepe, este era el pensamiento del General: “La integración continental de la América Latina es indispensable: el año 2000 nos encontrará unidos o dominados, pero esa integración ha de ser obra de nuestros países, sin intervenciones extrañas de ninguna clase, para crear, gracias a un mercado ampliado, sin fronteras, las condiciones más favorables para la utilización del progreso técnico y la expansión económica; para evitar divisiones que puedan ser explotadas; para mejorar el nivel de vida de nuestros 200 millones de habitantes”.
En su discurso del 19 de noviembre de 1973 en Montevideo, durante la firma del Tratado del Rio de la Plata decía Juan Perón: “Señores: es muy profunda mi emoción ante un acto que concreta un hecho largamente esperado por ambas naciones. Para llegar a él, uruguayos y argentinos hemos debido recorrer un camino largo y difícil. Muy vivas están en la memoria aquellas jornadas de 1910, cuando Gonzalo Ramírez y Sáenz Peña protagonizaron en esta misma ciudad de Montevideo con el protocolo del 5 de enero, la memorable puesta en ejecución de un instrumento que diera fin a innumerables controversias y equívocos entre nuestros dos países. 
Los hombres de 1910, movidos por un patriotismo que honra las más puras tradiciones rioplatenses, consagraron un principio de entendimiento que tuvo vigencia durante muchos años. Pero el crecimiento del transporte, las comunicaciones, el incremento del comercio entre ambas orillas, establecieron una nueva perspectiva en nuestra relación bilateral. Una nueva dinámica nos exigía avenirnos al nuevo ritmo de los hechos. No podíamos quedarnos un paso atrás de la historia. En más de una oportunidad, sin embargo, llegamos a pensar que los problemas superarían nuestro propio talento. En ningún momento nos dejamos vencer, porque el corazón nos decía que entre argentinos y uruguayos no podría interponerse una valla insalvable. En todo instante la sensatez y la inteligencia de nuestros mutuos negociadores privó sobre los naturales escollos de una negociación en la que se dirimían derechos esenciales a los intereses de ambas naciones.
En 1910, Gonzalo Ramírez y Sáenz Peña encontraron lugar a expresiones de ponderación para con los expertos que hicieron posible el establecimiento del protocolo firmado por ambos hombres públicos.
Fiel a ese sentir y para satisfacción de los hombres uruguayos y argentinos que trabajaron sin fatiga en el Tratado de hoy, vayan mis palabras de encomio a su exitosa tarea. Este instrumento que acabamos de firmar constituirá, no caben dudas, uno de los hechos más trascendentales de la historia rioplatense del siglo. Con él, eliminamos hasta el último vestigio conflictivo en nuestros ámbitos fluviales y marítimos que, eventualmente, hubiera podido perturbar nuestras relaciones futuras”
Dieciocho años atrás, en 1955, y antes aún, este discurso de Perón hubiese sido difícil de imaginar. Por entonces Uruguay acogía a cuanto “exilado” del “régimen” peronista cruzaba el río para ladrar desde la otra orilla. Los asesinos que bombardearon la Plaza de Mayo  y sus adyacencias en pleno Buenos Aires el 16 de junio de 1955, después de ese acto criminal que dejara un saldo de casi 400 muertos y cientos de heridos, aterrizaron con sus aviones en tierras uruguayas y allí buscaron refugio. (continúa en la próxima nota)

(**) Alberto Juan Vignes: ministro de  Relaciones Exteriores entre 1973 y 1975

. (*) De Iniciativa Socialista