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miércoles, 29 de junio de 2016

El juego de las lágrimas

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com


Si alguien tiene alguna duda de porqué Argentina no salió campeón, que compare el juego de la Selección con el que desplegó Lanús en el Torneo que acaba de conquistar. Cómo entrega la pelota Monetti, cómo se proyectan a la vez los dos laterales, el trabajo integrador entre líneas que despliega Marcone, la presión de todos los jugadores a la hora de defender, el destino que todos le dan a la pelota, la manera en que todos se muestran como opción de recepción, la manera en que todos defienden y todos atacan, la solidaridad y la sincronización de todos los futbolistas que llevaron a Lanús a consagrarse de la forma en que lo hizo.
Argentina hace todo al revés, y lo peor es que tiene futbolistas tan determinantes que le permiten ganarle a todos, o a casi todos, jugando tan mal en el aspecto colectivo. Romero entrega siempre mal, corto, incómodo y arriesgando, y cuando le pega lejos, le pega de puntín y la pelota va a cualquier lado, por lo general afuera de la cancha. Cuando los volantes y defensores hacen control de pelota, lo hacen mal, complicando un poco más al receptor de cada pase, y por lo general terminan reventando la pelota o directamente perdiéndola. Almirón logró que un jugador como Braghieri entregue
siempre la pelota a un compañero, Martino logró que un equipo que tiene a Messi, Higuaín, Banegas, Di María y Lavezzi no juegue a nada, ni siquiera puede desplegar un trabajo colectivo coherente en defensa. Si logran meter la pelota en 3/4 de campo rival, en ataque, ahí pueden resolver el partido por la capacidad de sus delanteros, pero un medio campo sin fútbol, desconectado de las otras dos líneas y una defensa de pataduras, no se condicen con la capacidad individual que históricamente tuvieron los futbolistas argentinos.
Si un entrenador no puede hacer jugar a sus futbolistas de la manera que a él se le ocurra jugar, hay que cambiar a los jugadores. Pero si un equipo que representa al fútbol argentino y que tiene a Messi, no juega a nada, urgente debe cambiar a su entrenador. Así, sin técnico y sin juego colectivo no se puede seguir. Las victorias sin sustento táctico pueden engañar a los hinchas, pero no a los que tienen que conducir y tomar decisiones. Pero claro, si no se sabe quién conduce la AFA ¿cómo se resuelve esta calamidad?