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jueves, 25 de mayo de 2017

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por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

  A una de las historias más alucinantes del legendario fútbol argentino, la del Club Atlético Lanús, se acaba de agregar otra perla: el 23 de mayo de 2017 el primer equipo granate sumó seis puntos y clasificó a octavos de final de la Copa Libertadores. Ojalá que los hinchas granates más veteranos, los que pasamos la barrera de los cincuenta, sepamos contarla y describir cabalmente el contexto de lo que vivimos. Ocurrió en el difícil reducto del Parque Central ante Nacional de Montevideo, grande entre los grandes del fútbol mundial de ayer, hoy y siempre. Lanús ganó de manera ajustada, por momentos sufrió el cansancio y perdió las marcas, por momentos le cascotearon el rancho, pero de principio a fin exhibió su superioridad técnica y la notable calidad de varios de sus mejores futbolistas. Y por sobre todas las cosas, volvió a entregar la imagen de equipo ganador que paseó ayer nomás por el Monumental, el Cilindro y el Único derrochando fútbol y superando a tres de los más grandes equipos argentinos, ésta vez derrotó a Nacional ante su propio público, y ante la atenta mirada del fútbol del continente.
La mano vino enrevesada, es sabido. Lanús arrancó el año perdiendo calidad. No pudo hasta hoy reemplazar a Gustavo Gómez ni a Miguel Almirón, La presencia de Firulete Silva como delantero potenció la ofensiva, Andrada mantuvo el nivel de Monetti bajo los tres palos, pero ni Herrera, ni García Guerreño lograron asentarse. Tampoco el Bicho Aguirre, Pasquini, el Tanque Denis, Marcelino ni Toledo. Para colmo Velázquez quedó en el camino por lesión, a
Román Martínez le costó volver de un desgarro, lo mismo que a Brahieri. Así fueron llegando las derrotas que complicaron el futuro en el torneo local. Pero en la instancia clave, ante el todo o nada, Lanús se sostuvo en la categoría de sus máximas figuras: el Pepe Sand, el Laucha, Ivan Marcone, la Coneja Gómez. Y pese a las ausencias y la seguidilla de partidos, volvió a ser el equipo de Almirón y logró cumplir más que satisfactoriamente la primera fase del principal objetivo.
La Copa se volverá a jugar en julio, habrá un breve receso y se abrirá el libro de pases. El presidente Nicolás Russo anuncia la intención de conseguir dos o tres refuerzos de jerarquía, y confiado en el potencial de Lanús, se permite anunciar que el equipo será difícil de vencer en las llaves de ida y vuelta. Eso se verá. Ahora hay que aprovechar el envión anímico por la gran victoria lograda en Uruguay a estadio lleno, ante el único equipo del Grupo 7 que lo había vencido, y salir a ganar los cinco partidos que le faltan disputar por el torneo local para abrochar la clasificación a la próxima Copa Sudamericana. Y porqué no, permitirse soñar con cambiarla por la Libertadores 2018. A nosotros, los granates veteranos, los que fuimos testigos de lo que fuimos, todo nos parece posible.