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domingo, 27 de agosto de 2017

Peronismo en crisis. La hora de todos, no de unos pocos

por Omar Dalponte

omardalponte@gmail.com

Es innegable que peronismo vive una de las crisis más severas de su historia. Pero esto, creemos, no significa que vaya a desaparecer ni mucho menos. Probablemente, para los tiempos que se avecinan, casi con seguridad, habrá que acostumbrarse a ver un peronismo distinto. Su renacimiento, con la recuperación de todo su poderío, será posible si su realidad se ve y se trata como es y como corresponde. No como uno quisiera que fuese. No recurriendo a métodos equivocados que en lugar de mejorarla  podrían empeorarla.
El peronismo es una creación eminentemente popular. Desde su nacimiento ha sido un movimiento nacional, vertical, con liderazgos fuertes, con una doctrina y una forma de accionar que le ha permitido sobrevivir por más de 70 años a pesar de que en su seno se den  cita diferentes corrientes de opinión. No se trata de analizar en esta nota los diferentes momentos pasados del peronismo, sino de ver su presente lo más objetivamente posible e intentar  contribuir a su unidad para que renazca con fuerza, sirva para la felicidad del pueblo y como herramienta de liberación nacional y social de la Patria.
Hay algo que debe resolverse. Es necesario superar la dispersión del peronismo para que vuelva a ser un sólo bloque y no un archipiélago de pequeñas tribus. Para que esto sea posible, en cada distrito municipal y en cada provincia es necesario que se alcen voces reclamando dicha unidad y proponiendo acciones para avanzar hacia ella. Hoy no hay una
conducción capaz de aglutinar al peronismo a nivel nacional. Algunos gobernadores tienen real influencia en ciertos sectores. Un grupo de intendentes de la provincia de Buenos Aires tiene llegada a los militantes y simpatizantes locales  pero muy escaso predicamento fuera del territorio bonaerense. Cristina Fernández es jefa indiscutida de una parcela política importante y dueña de una caudal electoral nada despreciable. Un amplio triunfo en octubre la colocaría en el centro del podio. Una derrota, aún accediendo al Senado, la limitaría mucho para competir por la conducción de la totalidad del peronismo. Esta es la realidad a nivel de dirigencia donde no todos son ganadores y no todos son perdedores. Los resultados electorales de octubre definirán quien es quien y dejarán más o menos en claro donde están los que roncan más fuerte. La reciente reunión de Cristina con un ramillete de intendentes pudo haber abierto caminos hacia determinados acuerdos. ¿Se producirá un encuentro similar con los gobernadores que mantienen el control de sus feudos?
Independientemente de los nombres más conocidos y de lo que se cocina en las alturas, las bases, que siguen siendo peronistas, fieles a sus principios y a pesar de ello no son tenidas en cuenta para su participación real en la vida del Movimiento, en la etapa que se avecina deben jugar un rol principalísimo exigiendo a quienes hayan demostrado capacidad para triunfar y sean reconocidos como referentes, que son inaceptables las mezquindades, que se impone la unidad monolítica del Justicialismo, que es la hora de todos y no el momento de unos pocos. La hora de todos es la hora de un peronismo unido por las tres banderas tradicionales, las Veinte Verdades Peronistas, La Comunidad Organizada, el Proyecto Nacional y las figuras irreemplazables e insuperables de Perón y Eva. 
Electoralmente el peronismo es frentista por historia y por vocación. Respecto a esto no cabe ninguna duda. Pero en este momento, para su renacimiento como fuerza popular y como eje del Movimiento Nacional es necesario convocar, muy especialmente, a quienes tengan ADN peronista. Durante el feliz período kirchnerista, de puertas abiertas, corazones generosos y amontonamiento de voluntades, se acercó mucha social democracia y no poco mitrismo solapado que a la hora de los bifes, en lugar de remar parejo, descalificaron, torpedearon a los candidatos del Frente para la Victoria y hasta se burlaron groseramente de alguno de ellos. En 2015, antes de la derrota del mes de noviembre, cuando más se necesitaba el apoyo de todos, el cagatinterío de Carta Abierta, enemigo de Daniel Scioli, produjo un episodio por demás lamentable. Copiamos textualmente un fragmento de la crónica registrada en aquellos días. “Cristina no tiene posibilidades de ser reelecta y el proyecto se queda manco”. “La audiencia (Carta Abierta) celebró a carcajadas el comentario de Randazzo que consideraron un guiño por las condiciones físicas del gobernador bonaerense”. Absolutamente repudiable.
   Se podrá marchar juntos con cierta gente en una coyuntura electoral, pero para construir la fuerza de liberación nacional que la Argentina precisa en medio de un huracán imperialista a nivel internacional, es bueno conservar la memoria y trabajar primero con los auténticos nacionales. Es imposible pensar un peronismo que se proyecte como tal hacia el futuro si no se suma como columna vertebral a los trabajadores y al movimiento sindical. Hay que estar atentos frente a aquellos que se dicen amigos del peronismo pero insultan a los dirigentes de la CGT o estigmatizan a cualquier dirigente que asoma como figura atractiva y con posibilidades de impulsar la unidad con sentido moderno pero respetando las tradiciones del Justicialismo. Hay que estar prevenidos ante quienes desprecian al Partido Justicialista, a sus símbolos y a las manifestaciones a puro pueblo con bombos y la clásica Marcha Peronista. Aquí  en Lanús, el invicto Darío Díaz Pérez sigue, como dicen los muchachos, “aguantando los trapos”, conteniendo a los fieles y procurando entropillar a los dispersos. Algunas estrellas de un pasado no tan lejano no asoman ni brillan, y en el caso de Edgardo Depetri, cabeza de lista de concejales elegida entre pocos, si gana en octubre puede aspirar a la conducción del peronismo. Si pierde por segunda vez, como edil tendrá que esforzarse en demostrar que su candidatura tuvo razón de ser. Así las cosas marchamos hacia octubre esperando la decisión del pueblo.
   (*) De Iniciativa Socialista