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miércoles, 28 de agosto de 2019

Macri en su mejor rol

por Omar Dalponte*

omardalponte@gmail.com     

Verlo como ocupante de la Casa de Gobierno da vergüenza. Que haya llegado allí no es inexplicable. En política todo tiene explicación. Los poderosos saben elegir el personaje adecuado en el momento propicio…para ellos. Ocurrió hace tiempo con Menem, a quien cuidaron de la última dictadura asesina para que, después, les sirviera en tiempos de gobiernos constitucionales. Asimismo, prepararon a Macri para que les sirva como ariete contra el avance de un gobierno popular en la Argentina  y como cómplice contra los gobiernos de progreso en América Latina. Primero lo hicieron presidente de Boca Juniors, luego Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y finalmente lo sentaron en Balcarce 50. La habilidad del neoliberalismo para engañar  a la gente, las enormes presiones de los monopolios, algunas equivocaciones no menores del gobierno anterior y numerosas estupideces cometidas desde lo que denominamos el campo popular, hicieron posible que Mauricio Macri Blanco Villegas obtuviera el favor del voto popular. Y aquí lo tuvimos recientemente, aún herido por la derrota sufrida en las elecciones Primarias Abiertas Obligatorias y Simultáneas, gesticulando y gritando sin micrófono, histérico, desde los balcones de la Casa de Gobierno frente a una aporofóbica multitud de vecinos de la Capital Federal. Ante esa escena que mostró a un hombre desencajado dando alaridos, uno puede conjeturar un par de cosas. No instalaron equipos de sonido porque no esperaban tal concentración o no lo hicieron para que, en plena campaña electoral y entusiasmado con el auditorio, este hombre, muy limitado en sus posibilidades discursivas, saliera con algún brulote que lo dejara definitivamente fuera de carrera rumbo a las elecciones generales de octubre. Pudo haber sido una cosa o la otra. Pero suponemos mucho más probable la
segunda.          
Macri no es un tipo culto, preparado para gobernar. Es un pícaro adinerado, prepotente, caprichoso y autoritario acostumbrado a manosear a quienes dependen de él. Está formado para maltratar a la gente al mejor estilo de los empresarios egoístas e insensibles a quienes sin importarles nuestro país y pisoteando a todo el mundo, sólo les interesa ganar dinero, asegurarlo en el exterior y hacer buena letra con los que mueven las palancas de la economía y de las altas finanzas a nivel internacional. En síntesis: Macri es el personaje justo que los de su clase y los de las clases más altas a la que él pertenece encontraron para impedir que en nuestra dolorida Argentina los más pobres puedan tener una vida más o menos digna.
Sin duda alguna el revés electoral del 11 de agosto en las P.A.S.O afectó fuertemente al macrismo y al antiperonismo en general. No estaba en los cálculos de quienes creyeron eterna la escenografía de globos amarillos y magos del subdesarrollo, que se le propinara semejante paliza en las urnas. Los resultados indicaron que parte de la sociedad está harta de tanto disparate y de tanta agresión a la vida de los argentinos. Pero estos resultados – es bueno no engañarse- no han significado nada más que una suerte de encuesta que anticipa una tendencia decidida por una mayoría importante de ciudadanos. Por ahora sólo eso. En octubre veremos que ocurre en definitiva.
Por supuesto que de ahora en más la disputa irá subiendo de tono. De un lado y de otro se irán jugando las cartas más fuertes porque las apuestas serán cada día mayores. Del aturdimiento inicial el macrismo capitalino se recompuso un poco con la movilización del sábado 24 de agosto frente a la cual, algunos espíritus sensibles del Frente de Todos, especialmente los que frecuentan las “propaladoras” de las redes, saltaron como resortes.
En verdad, quienes con todo derecho concentraron en el obelisco primero y en Plaza de Mayo después, son los “contreras” de siempre que ni siquiera alcanzan la categoría de “gorilas”. Es esa fauna que Enrique Santos Discépolo describió tan bien en sus monólogos y que el genial historietista, dibujante y periodista Luis Medrano plasmó en sus obras. No hay que alarmarse frente a los ruidos callejeros que permite esta democracia cautiva que vivimos. Pero siempre hay que disponerse a responder ganando  las calles y plazas.
Ellos y nosotros siempre seremos los unos y los otros. Y difícilmente haya reconciliación entre quienes queremos la justicia social y los que prefieren besarle la mano a quién les pega. Entre quienes luchamos por una Patria soberana y los rematadores de la Nación. Los odios continuarán por mucho tiempo. No lo deseamos, pero es así.  Es un hecho indiscutible de la cruda realidad.
Es natural que el macrismo trate de oxigenarse después de la derrota del 11 de agosto. La concentración de vecinos de la Ciudad de Buenos Aires le dio un poco de aire. Se vieron muchos y se entusiasmaron. Entonces no está mal recordarles que el 19 de septiembre de 1945 los partidos de la oligarquía hicieron la Marcha de la Constitución y la Libertad y parecía que se comían los chicos crudos. Un mes después el pueblo realizó el 17 de octubre y cambió la historia. En 2008 los empresarios agrarios bloquearon caminos, ocuparon calles y plazas, desparramaron odios a los cuatro vientos y en 2011 Cristina Fernàndez ganó con el 54 por ciento de votos a favor. Las idas y vueltas de la política producen estas cosas.
El Frente de Todos viene de un triunfo importante en elecciones primarias. A no creer que se tiene a Cristo agarrado de la barba. Con serenidad, inteligencia y firmeza es necesario militar el voto frentista para ganar en octubre, así, en el “dendeveras” del ocurrente Luis Brandoni, se barrerá del mapa al neoliberalismo que tanto daño a causado a nuestro país.
Además, a nuestra dirigencia es necesario reclamarle que diez días antes del 27 de octubre, en el Día de la Lealtad, será muy positivo organizar una gran movilización popular en todo el territorio nacional para demostrar que si queremos…podemos. Ojalá seamos escuchados. Y que Macri Blanco Villegas siga haciendo el papel de pavo.
   (*) De Iniciativa Socialista