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jueves, 19 de noviembre de 2020

A propósito del cambio de nombres a las calles

por Omar Dalponte*

omardalponte@gmail.com


 

Tiempo atrás, seguramente impulsados por el deseo de cambiar algunas cosas, compartimos el criterio de suplantar el nombre de algunas calles. Así propusimos y logramos el cambio de nombre de Ramón Falcón por el de Hermanos Ros en Lanús Oeste y saludamos la decisión de suplantar el nombre de Federico Rauch por el de Oscar Alajarín en Remedios de Escalada.
   Después, por haber escuchado la opinión de varios vecinos residentes en una y otra de dichas arterias, y por reflexionar más a fondo respecto a este tema, llegamos a la conclusión de que los cambios de denominación de las calles no es un asunto como para tratarlo a la ligera y, en caso de que por alguna situación especial se resuelva hacerlo, la decisión hay que tomarla luego de estudios previos hechos a conciencia, a fin de que el motivo del reemplazo tenga fundamentos sólidos. En síntesis: no está bien cambiar el nombre de una calle o de otro sitio de la ciudad para satisfacer a una determinada parcialidad política, religiosa, cultural o a los deseos de algún grupo o individuo. Pensamos que tales cambios, sin respaldarlos con argumentos valederos, no son recomendables por diferentes razones. Y menos se justifican si se realizan porque alguien, o algunos, lo hacen por el solo hecho de darse el gusto sin ton ni son. Los nombres de calles, plazas, barrios, ciudades, edificios o construcciones importantes hacen a la identidad de un lugar, de un pueblo, de un país. Por ejemplo: Lanús en 1944 logró su autonomía de Avellaneda y nació como partido 4 de Junio. Cuando un golpe de estado derrocó al gobierno peronista en 1955, una de las primeras medidas que tomó la dictadura militar, que tras dar ese golpe se adueñó del país para bañarlo en sangre, fue cambiar el nombre que nos identificaba y reemplazarlo por el apellido de Anacarsis Lanûs, uno de nuestros pioneros. ¿Anacarsis fue importante? Si. Pero no era menos importante el nombre que nos distinguía como el ciento once partido de la provincia de Buenos Aires cuya autonomía se logró después de cuarenta años de lucha. Al quitarnos el nombre original nos quitaron identidad. Y como la fecha 4 de Junio refería al momento en que apareció Perón en la escena política en 1943, y con él el inicio de la experiencia peronista, el argumento de los dictadores para proceder al cambio de nombre fue que 4 de Junio era “una cueva de ratas peronistas”. Con tal calificación fueron también agraviados, entre otros, los partidos de Avellaneda, Berisso y Ensenada. Esos partidos, por suerte, conservaron sus nombres. Nosotros no.
Reflexionando respecto a estas cosas es que, por un principio elemental del sentido común y por el respeto que quienes intervienen en el manejo de la cosa pública deben a los vecinos, consideramos necesario que siempre, en todos los casos, se tenga presente la opinión de la gente de cada lugar. Y no innovar salvo que haya un reclamo colectivo hecho por un número importante de vecinos y sólidamente fundamentado.
Un dato a tener en cuenta: Alguna vez, con posterioridad al cambio de nombre de una de nuestras calles, quisimos saber que opinaban los vecinos. Por los comentarios recibidos nos enteramos que debido al cambio de denominación de su calle y al no haber coincidencia con la que constaba en su documento, una persona se vio perjudicada en una situación judicial. Por igual motivo otra vecina tuvo inconvenientes con el trámite para la obtención de una pensión, y alguien más, problemas por no haber recibido en tiempo y forma una comunicación para presentarse a la empresa donde había conseguido trabajo. Ante esta serie de problemas ocasionados por la modificación de algunos nombres de calles modificamos nuestro pensamiento respecto a esta cuestión. Y hoy sugerimos a quienes tienen la responsabilidad de gobernar que tengan la prudencia necesaria para no hacer más difícil la vida de nuestros vecinos.
De paso, con el ánimo de contribuir a la conservación de algunas referencias tradicionales de nuestro distrito, insistimos en reclamar que en los carteles existentes en la plaza ubicada entre las calles Tucumán, Villa de Luján, Eva Perón y Quarracino (ex Pergamino) se indique el nombre real de ese espacio. En dichos carteles dice “Plaza Villa Obrera” cuando en realidad esa plaza se llamó, desde siempre, “Plaza Martín Miguel de Guemes”. Si en alguna oportunidad se resolvió desplazar el nombre del prócer y colocar a la plaza el que corresponde a esa barriada, este cronista no lo vio publicado en ningún medio y nunca recibió información sobre ese presunto cambio. De manera que corresponde a las autoridades municipales, ejecutivas y legislativas, dejar en claro este tema puntual.
Otro caso para señalar es el cambio de nombre, en trámite, de la calle Rio de Janeiro por el de Diego Armando Maradona. Conste que esa calle que pasa frente al Policlínico Evita, antes de su bautismo como la ciudad de Brasil la conocimos como 7 de Mayo, fecha de nacimiento de María Eva Duarte de Perón. Pensamos que hubiese sido justo que se reponga el nombre original, pues justamente, dicha arteria corre frente a tan importante hospital que lleva el nombre de la Abanderada de los Humildes. Para el gran Diego Maradona seguramente en Lanús habrá algún otro sitio destacado e importante como para que su nombre permanezca allí por siempre.
Resumiendo: Tanto en las calles como en distintos lugares,obras, edificios o cualquier otro sitio que ya tenga asignado su nombre, nos parece correcto que sigan figurando buenos y malos, pues la desaparición pública de unos o de otros será una forma de amputar una parte de nuestra historia pues, ésta se hace con la participación de todos y de todas, de ángeles y demonios, réprobos y elegidos.
   No estaría mal que nuestros representantes tuviesen la suficiente lucidez, eso sí, de realizar una importante tarea cultural hallando la manera de que los habitantes de Lanús conozcamos a los personajes, países o sucesos cuyos nombres figuran en las calles, plazas y demás lugares Lanús. Algunas ideas podemos aportar, y como siempre quedamos a disposición para ayudar a quien o quienes lo necesiten, independientemente de cómo piensen o a que expresión política o institución pertenezcan. Sin dejar de lado nuestras propias convicciones e ideas estamos convencidos que sobre lo que preferimos están los intereses de nuestros vecinos y deben tomarse las medidas adecuadas para enriquecer su cultura. Lo dicho, dicho está.
 
    (*) De Iniciativa Socialista