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domingo, 23 de julio de 2023

Política Obrera y el gobierno obrero


por Lisandro Martinez*

            En Argentina se presentan 4 bloques: 1. el derechista de Bullrich y Milei; 2. el burgués, semiliberal y represivo Larreta/Massa (que se aliarían 2da vuelta); 3. los reformistas y demócratizantes del FITu y 4. el partido revolucionario Política Obrera.

            Reivindicamos el enorme esfuerzo militante que superó bloqueos legales y maniobras y está presente en la campaña electoral. Derrotamos obstáculos e ingresamos a la campaña pero hay más zancadillas. En el proceso electoral tenemos que hacernos cargo de distribuir nuestras boletas en 24 provincias, el estado con su correo, se niega. Defenderemos nuestros derechos luchando. No hay nada que no se obtenga luchando. Nuestra organización se potenció desde las expulsiones del Partido Obrero (2018) cuando dimos una lucha única en la militancia revolucionaria. Sin medios, sacamos un periódico superior a los de plaza, explicando crisis nacionales e internacionales caracterizando y dando perspectivas.

            No hay administrativismo en la estructuración del partido revolucionario. Las 1.200 expulsiones del aparato degenerado, dieron lugar a una elevación política. Hoy el aparato está con el MST, agente de la Sociedad Rural y la OTAN.

   Si alguien pregunta: ¿Cuál es la diferencia con la izquierda? Valorizamos las crisis políticas y las perspectivas revolucionarias.

      En vísperas de las expulsiones surgieron dos planteamientos: El nuestro: “Vivimos una

época de decadencia extraordinaria del capitalismo”. Y el del aparato, que sostenía que la iniciativa era de la burguesía mundial. La guerra clarificó que la burguesía perdió la iniciativa, porque una fuerza progresista libraría guerras para remover rémoras del pasado. No iría a conquistas territoriales, a depredar y amenazar con armas nucleares. El cuadro de decadencia es irreversible y reclama a la humanidad ir a un nuevo régimen social.

            Divergencias y debates llevaron a unos a defender el programa revolucionario. En tanto el aparato votó en la Legislatura de CABA junto al sionismo un planteo de Netanyahu /Trump y votaron en Chaco con Capitanich/Sena la venta de tierras fiscales

           Nuestra  campaña electoral tiene una fisonomía clara de cara a los trabajadores, no hay carrerismo electoral. Hay grupos que están en esta campaña electoral, que nadie sabe qué quieren ni piensan pero  tienen dinero para pagar y conseguir firmas, avales, certificados y personería. ¡Nuestra campaña fue y es a pata y pulmón!

            La campaña del aparato del PO es con gigantografías que Carrió valúa en $1.800.000 cada una. Invertir $1.800.000 por gigantografía y distribuirlas en rutas y caminos, significa un negocio no una campaña revolucionaria.    La campaña electoral ilustra porque entre insultos y agravios hay un hilo conductor: Argentina tiene una crisis de poder.

      Juntos por el Cambio y Unión por la Patria, dicen: ¿Qué hacemos? ¿Abandonamos “la democracia” y reprimimos como fascistas?

            De un lado, están Milei y Bullrich con el FMI; del otro la unión nacional, Larreta, Massa y el FMI. Este es el debate: la crisis de poder. Todo lo que van a hacer para salir de este pantano va a suscitar la rebelión popular.

            Lousteau pide “acabar para siempre” con los piquetes. Es una consigna fascista, porque en EEUU el piquete sigue siendo un método obrero legal, y en Inglaterra hasta Thatcher los piquetes de huelga eran legales. “Acabar para siempre con los piquetes”, es la consigna de Mussolini, Bolsonaro y Hitler que intenta inmovilizar a la clase obrera.

             La rebelión en Jujuy tiene más de un mes y no logran derrotarla. Hay huelga docente indefinida. El peronismo en Jujuy está con Morales y los sindicatos nunca declararon la huelga; sin el apoyo de la burocracia y los partidos del régimen la rebelión continúa. Esto se siente en Santa Fe, en la pelea electoral y en la Corte Suprema, que habilita a Jorge Macri no siendo de CABA para evitar una crisis terminal en JxC.

           La crisis de poder se debate abiertamente y cómo salir de ella. Macri suplantó a CKF y fracasó. Intentó una política represiva en la reforma previsional de 2018 y desató una fuga de capitales. Las leyes de explotación, de competencia, llevan a crisis capitalistas y naturalmente, la burguesía está pintada. Esta discusión fundamental, coloca en la campaña electoral la vigencia de las libertades democráticas que hay que defender.

           La vice de Milei es partidaria de los genocidas. Bullrich para no perder el tren se criticó por haber sido montonera, señalando a los protofachos que ella es su representante auténtica. Estos derechistas pretenden desarrollar lo logrado en España, Italia y en Alemania, donde en las próximas elecciones el partido neonazi puede ser el 2do en influencia, o en el 1ro, porque puede llegar a ganarle al partido socialdemócrata alemán.

            En Lituania, la OTAN aprobó redoblar la guerra e ir a una victoria militar como sea e iniciar un cerco militar sobre China. En Alemania crece la industria del armamento y declina la automovilística. La economía de guerra es reducir salarios y disciplinar. En Ucrania proscribieron a los partidos de izquierda y sindicatos y las leyes laborales están suspendidas. Todo en nombre de la democracia 

            La gobernabilidad se mantiene reprimiendo obreros, sin ese domino no hay gobernabilidad. El debate se acelera, con “el plancito” de Massa/FMI ingresamos a una nueva corrida cambiaria. La burguesía presiona para que Massa devalúe como pide el FMI. Vamos a un salto inflacionario, el proceso electoral viene con luchas y choques.

            Participar de una campaña electoral prepara el futuro. Educa políticamente a trabajadores, militantes y jóvenes sobre la transición histórica, mediante un giro que trastornará a lo que ya está profundamente trastornado.

            Política Obrera lleva el tema de la guerra a la campaña electoral porque la guerra decide el destino social del capitalismo. La 1a. Guerra propició grandes revoluciones socialistas. La 2da. produjo nuevas revoluciones y fenómenos muy reaccionarios (nazismo/fascismo). El Papa reconoce que la guerra es mundial. En Lituania se dijo: “nuestra campaña es global, queremos a la OTAN en Asia y Medio Oriente”. No mencionaron América Latina, pero la OTAN está en Malvinas y, por lo tanto, los puertos del sur de Argentina son blanco militar en una guerra que se generaliza.

            Abajo la guerra, el capitalismo y el imperialismo, por gobiernos obreros en todos los países y una república socialista mundial.

   (*) De Política Obrera