martes, 12 de enero de 2016

Nace la Asociación del Fútbol Argentino y Lanús se consolida en Primera

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

Lectura de verano- Capítulo 6 
Para ser justos con  la historia de Lanús en la era amateur, hay que destacar la gestión de Silvio Peri, quien presidió la institución entre 1924/25 y 1927/30. Peri fue un típico caudillo pueblerino autoritario y personalista que despertaba adhesiones y rechazos por igual. Fue el principal impulsor del cambio de cancha, dado que realizó una interpretación bastante certera y optimista acerca del crecimiento del fútbol como nuevo fenómeno de los años 20, cuando Lanús estuvo entreverado en la lucha por el título junto a los grandes, y por consiguiente del crecimiento del club en popularidad, ya que los seguidores granates aumentaban en número día a día. Peri se hizo cargo de manera personal de las gestiones para lograr la cesión del terreno elegido, 50.000 m2 ubicados en el vértice del enorme triángulo ferroviario limitado por las calles Arias, las líneas de continuación de Acha y Berón de Astrada, y a treinta metros de Fray Mamerto Esquiú, el más grande y más cercano a la estación de tren de todos los que existían entonces al este de las vías. Algo así sólo se podía obtener contando con grandes influencias, cosa que logró con su empuje y sus relaciones, en forma temporaria pero por varios años. También fue tenaz gestor de la compra de un solar de la calle José C. Paz, que con el tiempo, con mucho esfuerzo y anexando lotes linderos -uno de ellos era de su
propiedad y lo vendió con enormes facilidades- se iba a convertir en una hermosa sede social de media manzana, hoy de valor incalculable, con dos enormes gimnasios, pileta de natación climatizada, un gran restaurante y confitería, y un enorme patio descubierto que daba a la calle, entonces rebautizada 9 de Julio, en el que más tarde, en el año 1983, dejaría su lugar a la construcción del microestadio que lleva el nombre de otro gran dirigente, el también tan controvertido como abnegado y tenaz Antonio Rotili 
El nuevo estadio de la calle Arias se fue construyendo de a poco. Primero trajeron los arcos, banderines y demás implementos del desarme del anterior campo de deportes, y también se trasladó la señorial tribuna techada de estilo inglés, un orgullo granate de los primeros años. El nuevo escenario irá creciendo paulatinamente con el tiempo, y bien podría decirse que La Fortaleza actual, con sus tres techos, que alberga 44.000 espectadores, es el desenlace de esa construcción interminable que nació en 1929 con su inauguración, y que avanzó o se estancó de acuerdo a los vaivenes económicos y deportivos que vendrían. Así como el arquitecto Carlos Pointis, uno de los fundadores, caballero gentil y talentoso, es reconocido por la creación del que tal vez sea el escudo más lindo del fútbol mundial y la inclinación por el granate con vivos blancos como color atípico y distintivo para la casaca, Luis Peri fue un presidente destacado por las obras y adquisiciones realizadas bajo su segunda presidencia (1927/1930), en los tiempos del despegue deportivo de la novel institución que entonces contaba con algo más de 1.400 socios, ya incorporada división mayor del fútbol argentino.
Fue a finales de los años 20 cuando los cinco clubes grandes consolidaron esa condición con éxitos deportivos, lo que les generó enormes recaudaciones, y la necesidad de mantener la menor cantidad posible de equipos en la elite. Ya había controversias entre los clubes chicos y sus principales figuras, que eran tentadas por los equipos más poderosos con promesas de mayores retribuciones económicas, pases que le redituaban poco y nada a las entidades donde esos pretendidos cracks se formaban y se consagraban. Tal como sucedió por décadas, en esos años se iniciaba la larga lista de conflictos y desencuentros entre los futbolistas y los dirigentes de todos los clubes. La década del  30 será la de la reubicación de los clubes según su poder de convocatoria: Los chicos, los medianos y los cinco grandes. Por entonces, Lanús era un muy buen equipo pero su convocatoria era escasa, se reducía a los vecinos del barrio. Según Néstor Daniel Bova en el Tomo I de su trabajo Centenario Granate, en noviembre de 1930 Lanús tenía 1.418 socios, y justo un año después contabilizaba 2.007, todavía el crecimiento era exiguo. No obstante, una idea de la calidad del plantel granate es la presencia de Edmundo Piaggio y Carlos Spadaro en el Mundial del 30 disputado en Uruguay. A partir de la unificación de ambas asociaciones ocurrida en 1927 y la llegada del profesionalismo en el 31, las supremacías establecidas hasta allí, tanto en las gradas como en el campo de juego, por los cinco grandes, el punto más elevado de popularidad y asistencia a los estadios se produjo en las décadas del 40 y el 50, y no hizo otra cosa que estirar las diferencias respecto de los clubes chicos.
 A medida que avanzaba el profesionalismo, el sueño de grandeza granate fue postergado por la urgencia de tratar de  mantener la categoría: ya no estaban los grandes jugadores de la segunda mitad de los años 20, el famoso “equipo de los rosarinos”, ahora había que remarla para sostener la condición de club de primera. Desde su fundación hasta fines de los años cuarenta, Lanús anduvo a los tumbos en su vida institucional tanto como en lo futbolístico, pero siempre respetando un estilo de juego atildado. Su reducto era considerado un estadio difícil como pocos, y gracias a una reconocida capacidad dirigencial, que salvo muy pocas excepciones, siempre estuvo a la altura de las circunstancias. Entre 1931 y 1949, año de su primer descenso, Lanús jamás superó la línea del décimo puesto. Hasta 1936 no hubo ascensos ni descensos, con la excepción de 1934, cuando la Liga Argentina de Fútbol, que manejaban casi a su antojo los clubes grandes, determinó de manera unilateral e irrevocable el descenso de Tigre y Quilmes, que habían sido último y anteúltimo respectivamente, aduciéndose además su escasa convocatoria, y también la fusión obligatoria de Argentinos Juniors y Atlanta por un lado, y por el otro la de Lanús y Talleres de Remedios de Escalada, que ya por entonces eran acérrimos adversarios. 
No casualmente se trataba de los clubes que ocuparon los últimos seis escalones de la tabla de posiciones del torneo del 33, que generaron muy bajas recaudaciones y además se encontraban muy endeudados. El objetivo era bajar a 14 el número de competidores, y la fusión, que en el sur no conformó a nadie, se hizo como única alternativa para subsistir en la categoría superior. Fue un disparate. Casi sin tiempo para evaluar los pasos a seguir, se tomaron medidas apresuradas. Cada club aportó la mitad de los jugadores que conformarían el plantel unificado, en cada partido debía haber en cancha 5 de un club y 6 del otro, y el equipo se decidía en acaloradas reuniones de dirigentes de ambos clubes llevadas a cabo los días jueves. Cuando la unión Talleres-Lanús debió actuar de local se jugó un partido en cada cancha, y los simpatizantes de cada club se ubicaban en sectores separados para hinchar por el mismo equipo, que pese a todo, terminó el campeonato en el 12º lugar, delante de Ferro y Argentinos, que inició el torneo fusionado con Atlanta y lo terminó disputando solo, porque el equipo de Villa Crespo se retiró de dicha unión antes del final. La loca idea de obligar a fusionarse a clubes que tienen rivalidad histórica se clausuró para siempre.
Al finalizar ese extraño torneo de 1934 se produce la unificación definitiva entre la Liga Argentina de Fútbol y la Asociación Argentina de Fútbol, creándose la AFA. El número de participantes del torneo de primera vuelve a ser 18, y los equipos de una Liga Argentina que languidecía pasan a conformar la segunda división, aunque aún no se definen los ascensos. Los cuatro unidos a la fuerza -Lanús, Talleres, Argentinos y Atlanta- recuperan su plaza y su independencia deportiva, y de igual manera se procedió para reparar el daño causado a Tigre y Quilmes, los dos descendidos por decreto. En 1935 comienza la historia de la actual Asociación del Fútbol Argentino, con la participación de los mismos 18 clubes de primera división que pocos años antes habían fundado el profesionalismo. 
Los descensos deportivos se iniciaron a partir de 1937, cuando queda establecido el Torneo de Segunda División, que recién en 1949 pasará a denominarse Primera B. Los descensos quedaron determinados por la posición en la tabla final, perdiendo la categoría el equipo o los dos equipos de peor puntaje, según el año. Este sistema se utilizó hasta 1958.  Los primeros descendidos por puntaje fueron Argentinos Juniors y Quilmes en 1937. En el 38 le tocó descender a Almagro, que fue el primer campeón del Torneo de Segunda División del año anterior, y a Talleres de Escalada, que nunca logrará volver a la división superior hasta la actualidad, que lo encuentra jugando en la Primera “C”, la cuarta categoría de la AFA. En 1939 hubo un solo descenso: Argentino de Quilmes, el ascendido del año anterior, que tampoco volverá jamás a jugar en Primera. En 1940 los descensos volvieron a ser dos, y  fue el turno de  Chacarita Juniors y Vélez Sarsfield, el único que sufriría la entidad de Liniers. A partir del 41 se estableció la competencia  nuevamente en 16 participantes. Volvió a ser un solo descenso, y le tocó a Rosario Central, que junto a Newell’s Old Boys se había incorporado a los torneos de AFA en 1938. Luego descendieron Tigre (1942), Gimnasia y Esgrima La Plata (1943); Banfield, que había ascendido en el 40, descendió en 1944, nuevamente Gimnasia (1945), Ferro Carril Oeste (1946) y Atlanta (1947). En el año 1948 la siempre tirante relación entre los clubes y sus futbolistas se tensó demasiado y estalló en una huelga que concluirá con el éxodo de las principales figuras al fútbol colombiano, que los recibió sin pagar por sus pases, perjudicando a los clubes donde actuaban la mayoría de los argentinos que emigraron.  En la lucha por evitar la pérdida de la categoría del 48 participaron Tigre, Banfield, Lanús y Gimnasia, siendo el club platense el que debía bajar, ya que salió último, a tres puntos de Lanús y Tigre, y a cuatro de Banfield, pero a causa del gran conflicto con los futbolistas, el Lobo fue favorecido con la anulación del descenso.  En el 49, Lanús será el protagonista principal de una definición histórica e interminable que fue seguida con mucha atención por los hinchas de todos los clubes argentinos.  
(Continuará)