por Marcelo Calvente
Lanús volvió a la victoria, y fue
con justicia, aunque tuvo la suerte que tantas veces le faltó. Venció
merecidamente a Estudiantes por 2
a 1, un rival que últimamente se le había tornado
difícil de superar. Lejos estuvo el equipo de Guillermo de sus mejores brillos,
es lógico, todavía está en etapa de recuperación de la línea futbolística
perdida, y aún no se han logrado insertar en el funcionamiento colectivo los
recién llegados. No obstante, con algunas buenas actuaciones individuales y el
esfuerzo por superarse del resto, le alcanzó para ser más que Estudiantes. La
otra materia aprobada tiene que ver con lo temperamental: el equipo rival, con
la anuencia de Pitana, apeló a la agresión lisa y llana, y Lanús, sin dejarse
llevar por delante, tampoco se dejó sacar ventaja numérica en los empujones de
rigor. Uno no tiene conocimiento de que Pitana sea hincha del Pincha, por eso
debería explicar porqué no aplicó la ley en las tres oportunidades en que un
jugador de Estudiantes agredió directamente a uno de Lanús. El reglamento es
claro al respecto: Cuando un puntapié no busca la pelota sino la humanidad del
rival se pena con expulsión directa. Yo que Pitana declaro que de chiquito fui
hincha de Estudiantes…
La victoria granate se sostuvo en
las buenas actuaciones de Araujo, Somoza, Acosta y el paraguayo Ayala -autor de los dos goles- más
el esfuerzo y la entrega de todos los demás, con Silva a la cabeza. Y también
gracias a la fortuna, que le caramboleó los dos remates del volante granate. En
el primero, un tiro libre directo desde la izquierda, con el área poblada, el