domingo, 2 de diciembre de 2018

Adaptarse no significa resignarse

por Omar Dalponte

omardalponte@gmail.com

La Defensa de Lanús, en edición papel, deja de salir. Es una mala noticia. Un importante sector de nuestros vecinos, acostumbrado a ir  a su puesto de diarios amigo a retirar  la edición semanal de nuestra publicación, de ahora en más no cumplirá esa rutina. La salida de circulación de nuestro semanario en versión gráfica, decidida por su dirección, se debe a su elevado costo y al hecho concreto de que, en este tiempo que nos toca vivir, los lectores, por amplia mayoría, eligen las ediciones digitales a las cuales tienen acceso mediante las computadoras o teléfonos celulares. La realidad, dura e implacable, determina que quienes conducen el medio y sus colaboradores estemos obligados a continuar con nuestro trabajo dentro del formato que imponen la difícil situación económica que atravesamos los argentinos y  el modernismo, con sus nuevas costumbres y cambios culturales.
Debido a mi actividad política, cultural y periodística, estoy vinculado a nuestro semanario desde su aparición en el año 1982. Es decir desde su nacimiento. Como columnista permanente, con mis cuatro entregas mensuales, he colaborado ininterrumpidamente estos últimos quince años. Siempre lo he cumplido con la más absoluta libertad y ello me ha permitido tener una llegada muy importante a muchísimos lectores. También, trabajar en este medio, me dio la enorme satisfacción de haber ganado muchos amigos. De manera que no tengo más que palabras de agradecimiento hacia nuestro director, y muy especialmente,  a los lectores que semanalmente me han leído y ayudado con sus opiniones, a veces favorables y otras no, pero siempre todas muy valiosas. De las críticas, elogiosas o punzantes, quienes escribimos aprendemos a sostener lo bueno y a mejorar lo que no hemos realizado acertadamente.
Trabajo en esta actividad desde hace muchos años. Casi sesenta. Muchos medios gráficos
me han dado la oportunidad de publicar mis crónicas, editoriales y opiniones como colaborador, como funcionario municipal o como protagonista de sucesos políticos, sociales, o culturales.  En las publicaciones locales y regionales, a lo largo de mi trayectoria, he tenido lugar en las páginas de “Vida de Lanús”, “Pregón” (en el cual me desempeñé como columnista y miembro de su Consejo de Redacción), La Idea de Escalada; “Actualidades”, de Monte Grande, en “El Sureño” (suplemento del diario “Popular”) “La Unión”, de Lomas de Zamora, “La Ciudad”, de Avellaneda, “Clarín zonal”, “El Bonaerense” y varios más. También tuve la satisfacción de dirigir la revista “Nuevos Propósitos” que durante un tiempo editamos con el reconocido vecino Leonardo Saphir.
Fue en “La Defensa” donde escribí durante un lapso más prolongado y, como dije, en forma ininterrumpida. Lo seguiré haciendo. Ahora, sin dudas, se abre una nueva y apasionante etapa en la que no tendré la obligación de llegar a tiempo al cierre de la gráfica. Pero contaré con la posibilidad de remitir el material, adaptado a la nueva situación, probablemente en distinta frecuencia. Y tal vez en formato de crónicas  breves con opinión.
Despedirme de la versión gráfica de nuestro semanario  confieso que es un dolor no pequeño. Lo siento como un viejo periodista que despide algo muy  querido. Quienes venimos de otros tiempos, del trajín de algunas redacciones, del olor a tinta, del repiqueteo de las linotipos y de los teclados de las antiguas máquinas de escribir como las “Royal”, “Underwood” y “Olivetti”, cuando desaparece la hoja impresa es como que se nos va una vieja amiga. También se nos fue, en su momento, la época romántica, con sus mañanas de ginebra en los bares de Avenida de Mayo que fueron para nosotros “como una escuela de todas las cosas”, porque escuchamos las voces graves de los viejos maestros  a quienes admiramos y de quienes aprendimos casi todo lo bueno y casi todo lo malo del periodismo.  En esta provocadora actualidad, como en “Mateo”, la genial obra teatral de Armando Discépolo escrita en 1922, los veteranos estamos obligados a luchar por adaptarnos a los tiempos modernos. A conocer más y mejor los avances de la ciencia y de la técnica, a saber cómo manejarnos en la vorágine del día a día. Pero adaptarse no es resignarse. Estoy convencido que todavía queda un lugar para la prensa gráfica. Habrá que pensar en cómo se pueden superar los inconvenientes económicos y de qué  manera recuperar la atención de los lectores. Las publicaciones tradicionales permiten una lectura más calma y profunda. Aún existe un público que la prefiere por costumbre y por no familiarizarse con los dispositivos modernos. Es cuestión de esperar, o decidirse a lanzarnos a otra aventura editorial clásica. Veremos. Mientras tanto  me quedo por lo dicho en la breve nota de La Defensa Digital de este  domingo 2 de diciembre: “tomamos la difícil decisión: dejar de sacar -¿para siempre... por ahora?- el semanario que todos los miércoles, invariablemente a lo largo de tres décadas, aparecía en los quioscos de todo el partido de Lanús.  Deposito mi esperanza en el “¿por ahora?”. Total, como decía el genial Borges, la esperanza nunca es vana. Nos seguimos viendo.