jueves, 14 de mayo de 2015

Entre el corazón y el carné

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com



Lanús empató 1 a 1 con Tigre de local por la 12ª fecha, y agudizó su crisis futbolística producto de una suma de imponderables y otra suma de desaciertos de quienes toman decisiones. Los números lo dicen todo: 16 puntos producto de cuatro victorias, cuatro empates e igual cantidad de derrotas, con 13 goles a favor y 14 en contra, lejos de los de arriba y más lejos de aquel equipo que supo ser hace tan poco tiempo. 
   Después de una primera parte en la que fue superior poblando la zona media con el aporte Junior Benítez colaborando en la creación junto al Marciano Ortiz, sin extremos, con Melano sólo arriba, Lanús fue dominador pero le faltó profundidad. La apertura del marcador fue a los 25 minutos de juego con un remate de media distancia de Ayala,  jugador ambivalente que por momentos luce tácticamente sabio, en otras comete errores infantiles, el paraguayo es una de las opciones de ataque más redituables. Le pega no del
todo bien y no tan fuerte, pero su principal virtud es entrarle recto al balón para que no se eleve y lograr que pique en la cara del arquero, algo que viene consiguiendo muy seguido y que generalmente termina en gol o rebote propicio. El Grana se fue al descanso siendo justo ganador, pese a que Tigre, con lo poco que atacó, supo inquietarlo. El completo fue el mundo del revés, y todo salió tan mal que vale la pena buscar el video y volver a verlo. 
  En el reinicio, indudablemente desconforme con la posición de Junior, Guillermo lo mandó a jugar bien de delantero, seguramente pensando en una contra que Lanús nunca sacó. El trámite fue una continuidad interminable de llegadas de Tigre. El equipo granate logró pisar campo contrario recién a los 25, cuando Melano corrió una pelota perdida, le hicieron una falta tonta y Javier García sacó el remate desde 30 metros de     -¡otra vez!- Ayala, que se metía junto a su palo izquierdo. Lanús no volvió a generar otra situación de peligro. Fue muy largo, con las líneas lejanas entre sí, y como siempre que esto ocurre, y ocurre casi siempre, las espaldas de Araujo y Velázquez, veteranos injustamente condenados a los largos recorridos, fueron un calvario. Araujo padeció las locuras de Firulete. Cuesta creer que se trata del mismo Alejandro Silva que  jugó la final de la Libertadores 2013 para Olimpia del Paraguay como titular indiscutible ante el Mineiro de Ronaldinho, en la que marcó un gol. Ante Tigre actuó de “8”, en el que supuestamente es su lugar en la cancha, y jugó un partido de terror, corriendo la deriva, perdiendo marcas, entregando mal, bartoleando por demás, lo suyo fue un concierto de desaciertos. Por el otro lado Pasquini, que arrancó entendiéndose con Velázquez, de a poco fue desdibujándose hasta extraviarse por completo del partido, a punto tal que pese a no tener ningún relevo con características defensivas, el entrenador lo reemplazó por Valdez Chamorro cuando Lanús aún estaba 1 a 0 arriba. 
   El dominio de Tigre se mantuvo hasta el final, sus ataques siempre fueron a fondo y lo pudo ganar incluso en el último minuto de descuento. Hasta aquí, jamás el equipo de Guillermo se mostró tan pobre de ideas de manera continua durante 45 minutos. El empate fue un milagro, pese a que en el gol de Tigre hubo dos faltas que Pompei no sancionó: el off-side de Goñi al convertir, y el empujón previo de Rincón a Monetti que casi lo manda al fondo del arco, dos faltas muy groseras que ni el juez ni su colaborador señalaron. Lo peor es ver el desconcierto, la preocupación y la falta de confianza reflejada en la cara de algunos jugadores de Lanús, algo que se repite y se agranda  fecha tras fecha. 
   Lo más rescatable fue que pese al marco decepcionante y algunos silbidos entendibles por la pobreza de lo ofrecido por el equipo, la mayoría de los socios se fue en silencio, con más preocupación que bronca, comprendiendo que no es hora de insultos, sino de acompañar, de estar atentos; se juegan cosas muy importantes y hay que sostener el prestigio conquistado en los últimos años. Aunque hay recursos y existe la posibilidad de reforzarse con tres futbolistas de primera línea de cara al próximo semestre, cosa que piden a los gritos los hinchas de todos los equipos, los socios de Lanús saben que semejante inversión estará a cargo de una conducción que culmina en diciembre, y que no viene acertando últimamente en ese rubro ni en ningún otro. El receso está ahí nomás, y los socios de Lanús, los más cercanos, los de siempre, se preguntan si vale la pena gastar lo que pronto va a escasear con Guillermo al frente, porque aunque lo sacó campeón, hace mucho que no le encuentra la vuelta a este plantel y todo indica que partirá al finalizar su contrato en diciembre. Sospechan que jugando así será difícil vender en grande, y no dudan que todo se derrumba si no se vende. En el fondo de su corazón esperan un gesto de dignidad del entrenador, si es que en verdad entiende que con este plantel su ciclo está cumplido. 
   Con el corazón de hincha se sueña con un equipo mejor, como fuimos hasta hace tan poco, tan poquito, apenas un año y medio atrás, mientras que con el carnet de socio que conoció otros tiempos y otras desventuras se observa lo que viene con verdadera preocupación.