domingo, 18 de marzo de 2018

El peronismo se juega a todo o nada en 2019

por Omar Dalponte

omardalponte@gmail.com

Va de suyo que todo intento de promover debates y reuniones para unir al peronismo es altamente positivo y merece apoyo. También, en las decisiones de los dirigentes, es necesario e importante que se tenga en cuenta la opinión de la militancia. En diferentes lugares se han realizado interesantes reuniones entre peronistas, y otros encuentros están programados para los próximos días. Esto es muy auspicioso en la búsqueda de unidad del Movimiento.   
Últimamente, Capuletos y Montescos comparten películas que avivan buenos recuerdos, se abrazan en estudios de TV, intercambian ideas sin alzar la voz, y programan actividades con ánimo de sumar voluntades dispersas en distintos campamentos justicialistas. La comisión del PJ que trata los temas económicos está trabajando con ahínco y algunos referentes importantes se han dado a la tarea de recorrer el interior de la provincia de Buenos Aires con la misión de reconquistar almas perdidas y algunos espíritus contestatarios.
Cuando se lean estas líneas estarán funcionando, o habrán finalizado, el Congreso del Partido Justicialista Bonaerense convocado para el sábado 17 de marzo en la localidad de Hurlingham  y un encuentro de unidad en La Pedrera, San Luis, para el que se aseguró un número importante de dirigentes del  kirchnerismo, de un sector del sindicalismo peronista y del Partido Justicialista. Las respectivas convocatorias de estos encuentros propusieron metodos de trabajo para el tratamiento de temas centrales que hacen tanto al funcionamiento partidario cómo al aporte de propuestas para la elaboración de un programa que sintetice el pensamiento de una fuerza opositora al neoliberalismo.       
En medio de este trajín político vemos postales diversas que reflejan imágenes hasta hace poco no imaginadas. Sergio Massa y Florencio Randazzo compartieron un prolongado almuerzo durante el cual repasaron la actualidad nacional y se entusiasmaron seleccionando
semillas para sembrar en el futuro inmediato. Aparentemente se sienten cerca de los gobernadores de Salta y de Entre Rios, Juan Manuel Urtubey y Gustavo Bordet, quienes, en un evento agropecuario realizado en la localidad de San Nicolás, compartieron fotografía, el martes 13 de marzo, con los diputados Pablo Kosiner, Diego Bossio, Eduardo “Bali” Bucca y con el intendente de Malvinas Argentinas, Leonardo Nardini. También anduvo por esos pagos Fernando Gray, vicepresidente del PJ bonaerense acompañado por un ramillete de intendentes amigos.

Entre tanto entusiasmo por acercar posiciones y hallar comunes denominadores, ha surgido una consigna que parece será enarbolada, por lo menos, por un sector importante de los pontífices justicialistas con miras a las próximas elecciones: “Hay 2019”.  Todo es muy respetable. Pero, a juicio de este cronista, sería necesaria alguna fórmula más contundente. Nos parece, respetando la creatividad de los compañeros, que decir  “Hay 2019” es como decir que después de los domingos siempre habrá un lunes. De manera que como consigna, para los tiempos que vivimos, es bastante inconsistente. Seguramente muchos peronistas preferimos que se diga: “en 2019 el peronismo debe triunfar”. Invariablemente, desde 2003 hasta la actualidad, hemos sostenido que cada elección es  fundamental para el peronismo y para todo el campo nacional. Por ello siempre hemos señalado su importancia, y bregado para que en cada oportunidad electoral triunfen quienes mejor representen a las necesidades populares. Entendimos -y por eso apoyamos fuertemente los respectivos turnos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández- que la versión kirchnerista del peronismo, materializada en el Frente para la Victoria, era la expresión política más adecuada para llevar adelante un proyecto nacional y popular. Nos fue bien en 2003 y 2007. Patinamos en 2009, nos recuperamos y ganamos muy bien en 2011 con una Cristina plena, carismática y repuesta de las amarguras de 2008 cuando ocurrió el conflicto con los ruralistas.
Nos sacudió Sergio Massa en 2013 y perdimos mal en 2015. El macrismo se quedó con el premio mayor logrando que Mauricio Macri  llegue a la Casa de Gobierno. María Eugenia Vidal le ganó con la fusta debajo del brazo a la fórmula Aníbal Fernández-Martín Sabatella. En 2017 nos sopapearon de lo lindo: Cristina Fernández fue derrotada por Esteban Bullrich, un candidato que ni siquiera hoy los bonaerenses conocen bien. Claro que Bullrrich contó con la ayuda de uno de los mejores cuadros políticos de Cambiemos que hoy, probablemente, es la figura con mayor peso electoral en la provincia de Buenos Aires: María Eugenia Vidal.
Sabemos que en política no hay nada eterno. Pero, cuesta admitir que después de tres períodos de gobierno nos hayan fumado en pipa y arrojado al llano con un solo saque.  De ahora en más habrá que ver si somos capaces de construir una alternativa suficientemente poderosa para dar batalla electoral y recuperar lo perdido.
Claro que también pueden ocurrir cosas en las entrañas del oficialismo. El radicalismo, de la misma manera que el peronismo, no pudo evitar la dispersión. Desde el año 2003 en adelante aparecieron los radicales K con la Concertación F.O.R.J.A. Más tarde, Leopoldo Moreau y sus seguidores, formaron el Movimiento Nacional Alfonsinista. Ambas agrupaciones terminaron bañándose en las aguas del kirchnerismo. En 2015 el sector liderado por Ernesto Sanz sometió al radicalismo bajo la conducción del macrismo en el frente Cambiemos. Unos más y otros menos, dirigentes de cada una de estas fracciones mordieron algo en el reparto de la política. Los que no ligaron nada como empleados macristas hoy parecen dispuestos a “rescatar  los principios” del radicalismo. Ahí anda Ricardo Alfonsín, con sus 66 añitos a cuestas transpirando camisas por toda la Argentina. Algunos memoriosos recordamos que Ricardito, en 2011, llevó como acompañante de fórmula al ultraconservador Javier González Fraga y firmó una alianza con el empresario neoliberal Francisco De Narváez. De todas maneras, el errático hijo de don Raúl no deja de ser una piedrita en el zapato de Cambiemos y por ahí provoca algún drenaje en el oficialismo. Veremos hasta donde le da el cuero.
El P.R.O macrista cuenta con ciertas ventajas. Además de manejar los timones en el gobierno nacional y provincias importantes, a diferencia de la oposición tiene un liderazgo indiscutido. Como dispositivo político aparentemente está muy sólido y por lo que trasciende ya tiene candidatos para 2019 en el orden nacional y en los principales distritos. Algunos objetivos para volver a ganar serían imponer el voto electrónico, fraccionar el partido de La Matanza, controlar un poco la inflación y dividir al peronismo. Asi que, no estaría mal hacer bien los deberes si es que deseamos volver. Queda mucho por decir. La seguimos en una semana.
   (*) De Iniciativa Socialista