viernes, 21 de diciembre de 2018

Pobreza, “violadas” “violadores” y descomposición social

por Omar Dalponte*

omardalponte@gmail.com

Comenta un portal de La Nación de fecha 13 de diciembre que “según un informe del  Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) como consecuencia del significativo salto de la inflación tras la devaluación y la caída de los salarios reales, la pobreza aumentó más de cinco puntos en un año y alcanzó el 33,6 % en el tercer trimestre de 2018, por lo que hay 13,6 millones de personas en esa condición en las zonas urbanas del país. Se trata del dato más alto desde, por lo menos, 2010”.
Esto significa que un tercio de los argentinos están sumidos en la pobreza y sabido es que, también, una importantísima franja de la población se la rebusca gateando cuesta arriba mientras, solamente, una mínima porción de nuestros habitantes vive sin necesidades. A los pesares que significa no poder vivir dignamente se agrega una situación de descomposición social tal vez nunca vista ni sentida en nuestra historia.
Hoy, entre nosotros, como dice una de las conocidas letras de Enrique Santos Discépolo “si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero Rey de Bastos, caradura o polizón”
Así nos encontramos en un tiempo en que, durante días enteros, en gran parte de los programas de los medios de comunicación, especialmente en  la televisión, presuntas violadas y presuntos violadores aparecen como protagonistas principales, presentados como las máximas expresiones de la pureza o de la monstruosidad, según sean los casos que se exhiben sin otras pruebas que las que ofrecen verbalmente las “actrices y actores” dispuestos a arrancarse la piel unos a otros y a crear un clima de degradación del ser
humano como pocas veces se vivió en nuestra historia.
¡Claro que hay horribles hechos de violaciones, malos tratos, acosos, asesinatos y mutilaciones en todos los niveles de nuestra sociedad y en muchas instituciones! Antecedentes lamentablemente abundan en oficinas públicas y privadas, fábricas, hospitales, sanatorios, consultorios y estudios privados, en el mundo de la justicia y de la política, en escuelas, colegios, institutos, en la Iglesia, en la farándula,  y ni que decir en los sectores sometidos y explotados de las poblaciones marginadas de nuestro país. Miles de atrocidades ocurren a diario, y desde siempre, en la Argentina y en el mundo. Los violadores, maltratadores, acosadores y asesinos habitan en todas las clases sociales y en todos los lugares. Pueden ser masculinos o femeninos, aunque parece ser que el deporte nacional practicado en estos días es estigmatizar solamente a los hombres. Que en este afán feminista no se nos escape que en guarderías, geriátricos, jardines de infantes, en guardias hospitalarias y dentro de ciertos hogares también hay mujeres que hacen de los malos tratos una práctica cotidiana y también existen las que tiran a algún hijo a un contenedor o lo abandonan en un baldío.
No han sido iguales Teresa de Calcuta y Yiya Murano. Tampoco  Eva Perón y Ernestina Herrera de Noble. En nada se parecen nuestra estadista Cristina Fernández y la sembradora de veneno Mirtha Legrand
La maldad no tiene sexo. Anida en lo íntimo de muchos hombres… y de muchas mujeres. Un caso al que los medios hegemónicos, especializados en lanzar cortinas de humo para tapar temas como la pobreza, la desocupación y la destrucción progresiva de nuestro país dedican horas y horas de sus programaciones, muestra hasta qué punto pueden algunas personas caer tan bajo. El triste espectáculo de los “artistas” Thelma Fardin y Juan Darthés es un golpe bajo a la inteligencia de la gente y francamente vomitivo. No es creíble la “representación” de Fardín efectuada en un video evidentemente guionado. Menos aún la realizada por Darthés en su papel de hombre atormentado y vencido. Una mujer a los 16 años ya sabe cómo comportarse y  frente a un agravio debe responder de inmediato. Que lo haga pasados diez años deja de ser creíble. Un hombre, si está limpio debe comportarse como un varón y no como un pusilánime.  Que este show (perdón por utilizar una palabra gringa) lo crea quien quiera creerlo. Algunos, seguramente no pocos, nos reservamos el derecho a dudar de su seriedad. Y la nota de color es la que surge del reclamo de la “damnificada” en Nicaragua, un país cuyo presidente, Daniel Ortega, según infinidad de publicaciones, estuvo acusado de violar (cosa que no aseguramos ni negamos) por lo menos a dos menores:   Elvia Junieth Flores de 15 años y a su hijastra, Zoilamérica Narváez de 11.       
Probablemente nunca podamos acabar  definitivamente con las lacras sociales porque no parece posible un universo donde sólo habiten personas buenas. Pero seguramente podrá alcanzarse un mundo mejor si los pueblos consiguen  terminar de una vez y para siempre con la explotación de personas por personas, con la desigualdad enorme que existe entre ricos y pobres, y lograr que todos los habitantes de este planeta podamos tener una vida digna y confortable.
La degradación del ser humano, el desparramo de imágenes y palabras envenenadas de los medios de comunicación, la descomposición de las sociedades en gran parte de los países del globo son consecuencia del sistema capitalista dentro del cual, al mismo tiempo que reinan y crecen los privilegios y las injusticias,  la inmensa mayoría de las personas son reducidas a cosas sepultadas en la miseria y alejadas de la felicidad en que, como humanos, deberían (deberíamos) vivir y disfrutar. El capitalismo es brutal. Y la humanidad será mucho más dichosa el día que sea posible la realización de un sistema que garantice la paz, la igualdad y el bienestar para todas las personas.
   (*) De Iniciativa Socialista