domingo, 14 de marzo de 2021

El juez salvado de la horca

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

El 27 de octubre de 1946, durante la década dorada del fútbol argentino, Newell’s Old Boys de Rosario recibía a estadio repleto al puntero San Lorenzo de Almagro, que contaba con un gran equipo integrado entre otros por Farro, Pontoni y Martino, considerado como uno de los mejores de la historia de esa entidad. En un intenso partido, San Lorenzo se fue al descanso ganando con comodidad por 2 a 0, con goles de Oscar Silva y René Pontoni. Pero en el complemento el local reaccionó y al minuto de juego descontó, para lograr la igualdad a los 8’, las dos veces por medio del centro delantero Alfredo Runzer. El público local empezó a soñar con la victoria y alentó a los suyos. A partir de allí el partido ganó en emotividad, los dos equipos buscaron incesantemente el gol, aunque Newell`s parecía estar más cerca. Faltando dos minutos, el


joven Ramón Felipe Moyano, el mismo que años después, luego de un breve paso por River Plate, se integraría al equipo de Los Globetrotters del club Lanús, se filtra en el área, elude al arquero Blazina y marca un golazo que hizo explotar a la parcialidad Leprosa. En medio de un loco festejo, el árbitro porteño Osvaldo Cossio anuló el gol por un supuesto off-side del wing de Newell’s. Mientras los jugadores locales lo rodeaban protestando el fallo, los del Ciclón ponen rápidamente la pelota en movimiento y con tres largos pases efectuados casi sin oposición dejan fuera de acción al golero local, y el defensor Rubén Nieves, en un desesperado intento por evitar el gol, vence su propia valla y lo que era el festejo por la victoria de Newell’s en un abrir y cerrar de ojos se transformó en bronca por

el triunfo agónico de la visita.

   En la semana previa los medios locales habían deslizado que el árbitro Cossio vivía en el barrio de Boedo, lo que era cierto, y que era hincha de San Lorenzo, algo que no era verdad, por el contrario, era sabido que el club de sus amores era Huracán, el clásico adversario de los azulgranas. Cuando a falta de menos de un minuto por jugar la derrota del local era inevitable, algunos parciales de Newell’s saltaron el alambrado perimetral e ingresaron al campo de juego, agrediendo en primera instancia a tres jugadores visitantes. Cossio pita y busca con la mirada al personal policial, advirtiendo que la presencia de uniformados en el campo de juego era casi nula. En pocos segundos la situación se desbordó: desde los cuatro costados cientos de hinchas locales saltaron el campo en busca del juez y los futbolistas visitantes, algunos de los cuales fueron brutalmente agredidos.

   Cossio corrió desesperado hacia los vestuarios, pero al ver que también estaban siendo  invadidos buscó un pasillo lateral, encontró un alambrado roto y salió a toda velocidad hacia el Parque Independencia. En uno de los caminos que atraviesan el paseo se tiró encima de un auto con la intención de que se detuviera y lo levantara, pero el conductor, asustado, aceleró y lo atropelló. Bossio rodó por el suelo. Siempre vestido de árbitro, el atuendo del condenado, intentó seguir corriendo, hasta que una veintena de fanáticos enardecidos lo alcanzaron, y después de molerlo a trompadas y patadas, lo llevaron hasta un árbol con la intención de colgarlo utilizando un cinturón. Con la víctima a punto de patalear pasaron tres soldados, quienes con un par de oportunos tiros al aire pusieron en fuga a los improvisados verdugos y le salvaron la vida al juez, que pasó varios días internado en el Hospital Británico con numerosas heridas cortantes y hematomas, pero afortunadamente vivo. En aquella misma fecha, el escolta Boca Juniors le había ganado el superclásico a River por 2 a 0, ya celebraba su victoria cuando recibió la noticia del gol de Newell’s, que finalmente Cossio anularía, propiciando la contra que culminaría con la victoria del puntero y dejando a los dirigentes e hinchas Xeneizes con la sangre en el ojo.

   A raíz de los repudiables acontecimientos sucedidos en Rosario la fecha siguiente se suspendió. El torneo se reanudó el 10 de noviembre. San Lorenzo superó en su cancha a Platense por 5 a 1. Y Newell’s visitó a Vélez que lo venció 5 a 2 en Villa Luro. Esa noche, el equipo rosarino no pudo regresar a su ciudad porque al día siguiente, el lunes 11 de octubre, Newell`s y San Lorenzo, de acuerdo a lo decidido en la AFA después de agitadas jornadas de discusión, jugaron en cancha de Ferro los 70 segundos que faltaban del controvertido choque entre ambos que terminó en escándalo, divididos en dos tiempos de 35 segundos cada uno. Así fue, aunque parezca mentira. Según las crónicas de aquel absurdo enfrentamiento que en lugar del convaleciente Osvaldo Cossio, arbitró Valentín Rey y contó con la presencia de unos 3.000 simpatizantes azulgranas, no hubo llegadas a ninguno de los arcos. San Lorenzo terminaría ganando el torneo con una gran campaña de 46 puntos, producto de 20 victorias en 30 partidos, con 6 igualdades y solo 4 derrotas, habiendo convertido 90 goles y recibido 37. Boca (42) y River (41) fueron sus principales adversarios.

   Por circunstancias como ésta, en 1948 llegarán a la Argentina los árbitros ingleses, que podían equivocarse y mucho, pero no se permitían la más mínima duda para sancionar o no una falta, fallando siempre con imparcialidad y sin tener en cuenta la conveniencia del poder de turno ni el peso de cada una de las camisetas, hasta que sus cualidades y convicciones se interpusieron a los intereses de la AFA y de Tomás Adolfo Ducó, quien a punta de revólver convenció a Bert Cross, el árbitro del tercer partido de la definición por la permanencia de 1949 entre Huracán y Lanús, acerca de cómo debía redactar el informe luego de que los futbolistas del Globo abandonaran el campo de juego, y a John Walter Muller, árbitro del cuarto partido, acerca de quién debía ser el ganador sí o sí de aquel insólito cotejo, aunque esa es otra historia. Dramáticamente los árbitros importados de Inglaterra comprendieron mejor la situación, y de a poco, todo fue volviendo a la normalidad y los grandes siguieron ganando los campeonatos. En 1959 ya no quedaban árbitros ingleses en el fútbol argentino.