domingo, 28 de marzo de 2021

¿Peronistas? ¿Topos comunistas? ¿Agentes de la KGB? ¿Aliados carapintadas? ¿Qué somos?

por Omar Dalponte*

omardalponte@gmail.com 

(Cuarta  nota)

   Siguiendo esta serie de entregas, en el final de mi nota anterior dije: “El 25 de noviembre de 1972, Perón convocó a una reunión en el Restaurant “Nino” de la localidad de Vicente López. A partir de allí comenzó otra historia”. Efectivamente, en aquella reunión Juan Perón impulsó el Frente Justicialista de Liberaciòn para competir en las elecciones generales que se realizaron el 11 de marzo de 1973. A dicha reunión, según recuerdo y de acuerdo a crónicas de la época, asistieron  Ricardo Balbín por la UCR, el titular del FIP (Frente de Izquierda Popular) Jorge Abelardo Ramos, también Horacio Sueldo (Partido Revolucionario Cristiano), Claudio Sagol en nombre de Oscar Alende (Partido Intransigente) y Héctor Sandler (Udelpa). Finalmente, en días posteriores, dicho frente quedó conformado y sería encabezado por la fórmula Héctor J. Cámpora (peronista) y Vicente Solano Lima (conservador popular). 

   1972 fue un año duro en el que ocurrieron grandes acontecimientos. El 22 de agosto fueron fusilados clandestinamente compañeros detenidos en una base militar de Trelew, Este hecho, calificado para siempre como “la masacre de trelew” constituyó una de las acciones más repudiables del terrorismo de Estado en la Argentina, sigue y seguirá siendo uno de los

motivos de repudio a la dictadura militar de aquel tiempo y especialmente a la figura del principal responsable de los crímenes: el general Alejandro Agustín Lanusse. Tres meses después de aquellos asesinatos otro episodio conmovió y movilizó a la inmensa mayoría del peronismo. El 17 de noviembre Perón regresó a nuestro país luego de 17 años de exilio. Por entonces gobernaba la provincia de Buenos Aires el brigadier Miguel Moragues y en Lanús, como hemos dicho, Miguel Monserrat estaba a cargo de la intendencia comisionado por la dictadura. Luego de la reunión del Restaurant Nino, consolidado el Frente Justicialista de Liberación se lanzó la campaña electoral y el 11 de marzo de 1973 la fórmula Cámpora - Solano Lima triunfó con el apoyo del 50 por ciento de los votantes. En Lanús don Manuel Quindimil obtuvo su primera victoria electoral imponiéndose sobre el candidato de la Unión Cívica Radical, Alberto Carlos Rossi, considerado, no sólo por los radicales sino también por muchos de nosotros, como un gran hombre, generoso y de amplios conocimientos. Rossi, que había sido director en el IPS (Instituto de Previsión Social de la provincia de Buenos Aires) entre 1963 y 1966, supo ser un dirigente comprometido con la causa nacional y muy solidario con quienes, por esas cosas de la política, atravesamos en determinadas oportunidades algún momento difícil.

    A partir de mayo de 1973 el bloque de concejales de la UCR de Lanús quedó integrado, entre otros, por Oscar Touris, Elbio Arandia y José Bechara Arcuri. Un joven Eduardo Florio, quien diez años más tarde fue una destacada figura del radicalismo local, ejerció la secretaría de dicho bloque. En el peronismo lanusense, en esos días setentistas,  se afirmaron las figuras de don Manuel Quindimil, flamante intendente electo y de don Domingo Purita, dirigente histórico sumamente respetado. Otro tiempo en que los partidos políticos funcionaban como deben funcionar en su rol de instituciones de la Constitución Nacional. Otra clase de dirigentes, otra forma de ejercer la tarea política y otras conductas que, a diferencia de tanta chantada de la actualidad, respondían fielmente a sus ideales y a su pertenencia partidaria.

   La primavera camporista duró poco. Apenas 48 días. Para explicar las razones de las renuncias de Cámpora y de Solano Lima se han empleado litros de tinta y millones de palabras. Yo siempre pensé que esas renuncias ocurrieron por la presión y la acción de la derecha peronista. Parece que el estado de salud del General no era bueno. Eso sólo lo supieron sus médicos y sus íntimos. Respecto a este tema mucho se ha dicho pero vaya a saber uno quienes dijeron la verdad y quienes mintieron. Algunos de nosotros imaginábamos que en la cabeza de Perón anidaba la idea de funcionar con un formato parecido al que se había implementado en Cuba. Él cómo el gran Líder y Cámpora al frente de la administración del gobierno. Así se había organizado la cosa en la Cuba revolucionaria. Fidel Castro ejerciendo el liderazgo (y el poder) y Osvaldo Dorticós al frente del gobierno.

    Para mi paz interior y no dejarme llevar por tanto palabrerío lanzado a los cuatro vientos sin pruebas clarísimas que demuestren la verdad en forma transparente, preferí creer en los dichos de los principales actores que me permito copiar textualmente. Respecto a los acontecimientos del 12 y 13 de julio de 1973 que derivaron en las renuncias de Cámpora y Solano Lima y en la designación como presidente de la República del Dr. Raúl Lastiri, quien presidía la Cámara de Diputados de la Nación, el presidente renunciante dijo, primero en un mensaje al país y luego en una comunicación a la totalidad de los gobernadores: «Yo no sé si la emoción, la honda emoción que me embarga me permitirá la lectura de este mensaje al pueblo argentino. Porque está próximo un acontecimiento a cuyo servicio he puesto la conducta y la lealtad incuestionable de toda mi vida: el reencuentro del general Perón con su pueblo en el ejercicio pleno, real y formal, de su indiscutida conducción». Con estas palabras inició su discurso el doctor Cámpora, explicando los hechos y cerrando un periodo de lealtad hacia su movimiento y el pueblo, casi sin parangón en la historia política argentina.

   En los siguientes términos comunicaba a cada uno de los gobernadores: «Señor gobernador: Siempre he tenido clara y limpia mi conciencia, claros mi  pensamiento y el anhelo profundo y enraizado en el alma del pueblo argentino. Mi pensamiento y mi anhelo no fueron ni son otros que el de restituir al general Perón el mandato popular que años atrás le fuera otorgado. Por ese exclusivo motivo he presentado al Honorable Congreso mi renuncia irrevocable, conducta igual que ha asumido el vicepresidente de la Nación, doctor Solano Lima. Los dos, como simples ciudadanos, sumaremos nuestros votos para que el general Perón presida los destinos de esta Argentina, que desde el 25 de mayo camina en la senda de la reconstrucción nacional».

   A las 14:00 del día 13 de julio de 1973, cuando abandonó la sede del gobierno nacional, una numerosa multitud apostada en los alrededores, lo despidió con una cariñosa ovación. Cámpora, al salir, era la imagen tranquila del hombre que no había traicionado a nadie.

   Antes de asumir la presidencia de la Nación el Dr. Héctor J. Cámpora había redactado sus Pautas Programáticas,  trabajo que sirvió de base para su extenso, brillante y revolucionario discurso de asunción, pronunciado en el Congreso Nacional el 25 de Mayo de 1973. En dicha propuesta dijo: “ Nuestro programa, en síntesis, consiste en reconquistar la soberanía política, la independencia económica y la justicia social, nuestras gloriosas banderas, a través de la liberación nacional, el desarrollo socio-económico, la socialización de la economía y la participación popular en todos los estratos de poder”. Valiente y magnífico desafío en la Argentina de hace 47 años.  Treinta años separan a  aquel discurso del pronunciado por Néstor Carlos Kirchner el 25 de Mayo de 2003 cuando aseguró, y cumplió sobradamente, que no dejaría sus convicciones a las puertas de la Casa de Gobierno. Entre una y otra exposición hubo un tiempo. Un agujero en la historia que pudo repararse gracias a la llegada del kirchnerismo. Que hoy haya una agrupación con el nombre de Cámpora como importante corriente política dentro del peronismo es un justo homenaje a quien fuera uno de los grandes leales a Perón y a su pueblo. Muchos de nosotros tuvimos el privilegio de sumarnos a la militancia peronista desde nuestra juventud, allá lejos en el tiempo. En mi caso particular, sin tener en mi haber personal nada heroico para exhibir, puedo afirmar con orgullo, frente a los lengua larga que califican sin saber y difaman simplemente porque tienen una mentalidad retorcida, que siempre, desde el año 1956 hasta hoy milité como peronista dentro del campo popular. Que participé en luchas internas, integré frentes políticos electorales dentro y fuera de las estructuras del peronismo, como tantos otros y otras militantes, que siempre tuve, tengo y tendré excelentes relaciones con los compañeros del Partido Comunista y apreciados amigos personales comunistas,    especialmente en Lanús, con quienes compartimos memorables jornadas como El Lanusazo, la lucha contra el Alca, experiencias electorales y enfrentamiento contra los “carapintadas” que atentaron contra el gobierno constitucional del Dr. Alfonsín. Soy peronista. Orgullosamente peronista. Y puedo caminar las calles de Lanús sintiendo el respeto y el afecto de amigos y  compañeros, de quienes piensan como yo y de quienes piensan diferente. Mantengo una profunda y saludable amistad con socialistas, demócratas cristianos, humanistas, radicales, intransigentes y honestos militantes de sectores de izquierda. A través de esta serie de notas procuré transitar, a grandes pasos, por algunos momentos de  mis 65 años de militancia. Llegará el momento, si la vida lo permite, de comentar y tratar de interpretar lo acaecido desde 1973 hasta la actualidad. Salute

    (*) De Iniciativa Socialista