sábado, 3 de julio de 2021

El noticuento del chiquito pero “sabión”

Hace mucho, pero mucho tiempo había un pueblo llamado Sumeria. Aunque no se sabe muy bien de dónde provenía, algunos dicen que vinieron del cielo y eran muy inteligentes y otros, como los estudiosos dicen que fue el primero y que aún quedan todavía sus construcciones, los zigurat, una especie de templos con forma de pirámides. Nuestro personaje era descendiente de los sumerios. El Abu Leo les dirá a través del relato porqué.

Mamá Francisca era argentina y papá Gerardo español,  lo recibieron cuando nació en una ciudad llamada Lincoln, en la provincia de Buenos Aires. Lo llamaban Dito para diferenciarlo. Su inteligencia la demostró en seguida. A los tres años ya leía y se expresaba como un adulto. Le apasionaban los libros de cuentos y las novelas, en especial las históricas. Cuando empezó la escuela siempre se sacaba diez y generalmente ayudaba a sus compañeritos explicándoles cuando no entendían algo. También era hábil para trabajar con las manos y ayudaba a su papá en la carpintería, donde fabricaba hermosos muebles y otras artesanías en madera. Al igual que su padre era muy prolijo. Terminó el colegio secundario a los dieciséis años; antes se podía. Y se marchó a Buenos

Aires a estudiar en la Facultad de Filosofía y Letras. Su nombre Gerardo Segurado (foto)
. Su vida parecía destinada a ser escritor. Sus libros obtuvieron premios y fueron editados por la Editorial Claridad como Luces del Alba y Rumor de Siglos, donde más que un trabajo tuvo un refugio de juventud. Aquí el Abu Leo hace un alto. Según parece su apellido desciende de aquellos lejanos sumerios. Ello queda más en evidencia cuando por su actividad profesional continúa, primero como profesor y luego como director de una… escuela técnica? Es que el profesor Segurado era, como quedó dicho al inicio de este relato, un destacado artesano del martillo y los clavos, del serrucho y la madera. En aquellos años se le dio mucha importancia a la industria como complementaria de la tradicional agricultura y ganadería. Y su genio, emprendimiento y constancia se destacaron también en la organización y construcción de establecimientos educativos. Primero en su pueblo natal y luego en Remedios de Escalada, donde trasladó su primer emplazamiento de la escuela, el local del cine teatro de La Fraternidad a su domicilio actual donde funciona el llamado ya mítico, histórico y prestigioso Medio Caño. Ambos lugares, casi leyendas urbanas, donde se filmaron películas famosas y que hoy, en la actualidad, los héroes de Malvinas dignifican. 

   Se casó con Margarita Helena Nóbili y tuvieron dos hijas, Mabel y Rosita que  siguieron su camino. Fue filósofo y escritor visionario. Decía que tanto pensar en un mundo mejor, se logra! Cosa que hoy la neurobiología lo comprueba con tomografías: el poder y las vibraciones del pensamiento se combinan con el cerebro, el corazón y la emoción. Segurado fue muy querido y respetado por sus alumnos. Vivió aceleradamente y partió muy joven al cielo.  Fue así, como decía la letra de una vieja canción para chicas y chicos llamada “Pancho López, chiquito pero matón”, que se imita en el título de este noticuento.

                                                                       Leonardo Saphir saphirleonardo@gmaIl.com

                                   Asistente corrección textos, Carolina Cortina, carocor@hotmail.com