martes, 15 de marzo de 2016

Árboles indispensables para la vida

por Alejandro Chitrángulo


La mayoría de los árboles y arbustos en nuestra ciudad se plantan por la belleza o sombra que brindan. Estas son sólo dos excelentes razones para su uso, pero las plantas leñosas tienen además muchas otras funciones. Los beneficios que los árboles nos dan día a día se pueden agrupar en las categorías social, comunitaria y ambiental.
Beneficios Sociales
Los lugares con árboles son más agradables, por eso preferimos tener árboles a nuestro alrededor. Una arboleda despierta en nosotros sentimientos positivos: Nos sentimos serenos, sosegados, descansados y tranquilos; incluso nos encontramos admirando su belleza en silencio. Está comprobado que en los hospitales, los pacientes se recuperan más rápido de cirugías cuando desde sus habitaciones se ven árboles.
  Esta estrecha relación entre personas y árboles se hace más evidente cuando una
comunidad de vecinos se opone a que se talen árboles para ensanchar las calles. O cuando observamos los heroicos esfuerzos de distintos grupos de personas para salvar particularmente grandes o históricos ejemplares de sus ciudades. O simplemente con la famosa frase: “Abraza un árbol”. El tamaño, la fuerza y la resistencia de los árboles les dan un porte admirable. Debido a su potencial de vida larga, con frecuencia se plantan como monumentos vivos, y es inevitable admirarse al ver un ejemplar de más de 100 años. De hecho es frecuente sentirse unido de una manera personal a aquellos árboles que nosotros o nuestros seres queridos han plantado. 
Beneficios Comunitarios
  Aún si los árboles son propiedad privada, a menudo por su tamaño pasan a ser parte de una comunidad. Con una selección y mantenimiento adecuados, los árboles pueden funcionar y resaltar una propiedad sin infringir los derechos y privilegios de sus vecinos. Los árboles de las ciudades a menudo cumplen diversas funciones de tipo arquitectónico o de ingeniería: dan privacidad, enfatizan vistas u ocultan aquellas que son desagradables, reducen la luz intensa, el ruido ambiente y los reflejos indeseados. Y como si fuera poco a veces dirigen el tránsito peatonal y dan frutos comestibles para disfrutar en el camino, como naranjos, mandarinas, moras y kinotos. Los árboles proporcionan elementos naturales y hábitat para la vida silvestre en los alrededores urbanos, aumentando la calidad de vida de los residentes de las comunidades. 
Beneficios Ambientales
  Los árboles son una parte fundamental del ecosistema en el que vivimos: moderan el clima, mejoran la calidad del aire, conservan agua y dan albergue a la vida silvestre. El control del clima se obtiene al moderar los efectos del sol, el viento y la lluvia. La energía radiante del sol se absorbe o se desvía por las hojas de los árboles caducifolios durante el verano, y se filtra sólo por las ramas de esos mismos árboles en el invierno. 
  Los árboles son un refugio durante las horas de calor, pues nos sentimos más frescos cuando estamos a la sombra y no expuestos a la luz directa del sol. Buscamos un árbol de copa amplia para estacionar nuestro vehículo debajo, buscando que el sol del verano no lo derrita. La velocidad y dirección del viento se pueden modificar por los árboles, pues cuanto más denso sea el follaje de los árboles, menor será el impacto del viento. La caída directa de la lluvia, nieve o granizo primero es absorbida o desviada por las copas de los árboles frondosos, dando protección tanto a personas como a animales. Al interceptar el agua los árboles almacenan parte de ella, así reducen el escurrimiento excesivo causado por las tormentas y la posibilidad de inundación. La temperatura es más fresca en la proximidad de los árboles que lejos de éstos. 
  Cuanto más grande sea el árbol, mayor será el enfriamiento. Mediante el uso de árboles en las ciudades podemos moderar el efecto del calor causado por el pavimento y los edificios. Y por supuesto, los árboles siempre mejoran la calidad del aire ya que las hojas filtran el aire que respiramos, removiendo el polvo y otras partículas. La lluvia arrastra la contaminación hacia el suelo. Las hojas absorben el dióxido de carbono del aire para formar hidratos de carbono que son utilizados en la estructura y las funciones de la planta. En este proceso las hojas también absorben otros contaminantes del aire como dióxido de sulfuro, y en su lugar nos regalan oxígeno. Al plantar árboles los pájaros y otros animales silvestres son atraídos a dicha área, y así se reestablece la armonía natural con el ambiente urbano.
Las principales causas de la desforestación
Muchos vecinos quieren sacar los árboles de las veredas, porque es trabajoso barrer las hojas en otoño, por que las hojas secas tapan desagües de los techos, por que el verde follaje por las noches produce sombra en las veredas ocasionando oscuridad que nos hace sentir más vulnerables a los robos.  Por miedo a caídas y roturas de ramas durante las tormentas de viento, porque que en muchos casos las raíces levantan las baldosas de las veredas. Porque sus ramas se encuentran invadidas por decenas de cables de servicios que contaminan visualmente el espacio aéreo de nuestra ciudad, pero sin los cuales ya no podemos concebir nuestra vida. Por que entorpecen una entrada para garaje o sus ramas tapan un cartel, o simple y despiadadamente por que molestan frente a un nuevo emprendimiento inmobiliario o comercial.   
Sin duda podemos creer que cada una de estas razones justifica la extracción de un árbol que fue plantado hace muchas décadas por algún  ancestro previsor que amaba un ambiente natural y que no ignoraba que ese árbol formaría parte de la primera línea de defensa contra la contaminación que estaba por venir. Pero lo que no explican esas razones es porque no replantamos arboles. Si sabemos que los árboles son esenciales para la vida de las futuras generaciones.