miércoles, 2 de marzo de 2016

La semana en pocas palabras

Informe Económico Semanal del Banco Ciudad

Finalmente, los avances registrados en la justicia de Nueva York estarían apuntando a que, después de 15 años, el conflicto por la deuda en default estaría próximo a encontrar una solución definitiva. Ya la semana pasada, tras los acuerdos alcanzados entre el gobierno argentino y algunos de los fondos en litigio, el juez de la causa, Thomas Griesa, aceptó levantar las restricciones que había impuesto para que el país pague los servicios de la deuda que había sido restructurada en los canjes de 2005 y 2010. Más específicamente, el juez indicó que estaría dispuesto a levantar estas restricciones una vez que el Congreso derogue las leyes “cerrojo” y “de pago soberano”, y que la Argentina le pague a los acreedores con los que haya alcanzado un acuerdo con anterioridad al 29 de febrero.
Esta decisión del juez, además de viabilizar la salida a los mercados de deuda para afrontar
los pagos a quienes ya acordaron, generó un incentivo importante para que los acreedores que todavía no lo habían hecho se vieran motivados a aceptar la propuesta argentina, ya que mermaba sustancialmente su poder de negociación al facilitarle a la República volver a obtener financiamiento externo. En este marco, a comienzos de esta semana se anunció el acuerdo con cuatro de los mayores fondos litigantes, llevando el grado de aceptación total a un 85% de la deuda que se encuentra en disputa en la justicia norteamericana.
El gobierno estaría próximo, así, a poner punto final a un extenso conflicto que contribuyó a marginar a la Argentina de los mercados internacionales de crédito, constituyéndose en una limitante importante para el desarrollo del país, en un contexto global con tasas de interés singularmente bajas y abundante disponibilidad de fondos, en el que las demás economías de la región pudieron acceder a financiamiento a largo plazo para inversiones en infraestructura económica y social, en condiciones sumamente favorables.
A su vez, ante la magnitud de los desequilibrios macroeconómicos heredados, el acceso a financiamiento externo resulta esencial para viabilizar un proceso de estabilización gradual de la economía, minimizando los costos para la economía real. Por un lado, la reapertura de los mercados internacionales de crédito para el gobierno nacional, pero también para las provincias y las empresas locales, favorece el ingreso de divisas contribuyendo a moderar las presiones en el mercado de cambios y financiar nuevas inversiones. Adicionalmente, el acceso al crédito hace factible instrumentar un proceso gradual de recuperación del equilibrio fiscal, contribuyendo a mitigar la dependencia de la emisión de pesos del BCRA para asistir financieramente al Tesoro, recobrándose grados de libertad en el diseño e implementación de la política monetaria.
En relación a este punto, la última semana el BCRA volvió a subir sus tasas de interés de referencia, continuando con el giro que había impuesto en su licitación de Lebacs previa. Y si bien terminó emitiendo poco más de $5.000 millones en un contexto de mayores necesidades de efectivo de las entidades financieras vinculadas con la estacionalidad de las regulaciones de liquidez, el alza de tasas que viene llevando a cabo el Banco Central deja en claro la intensión del organismo de propiciar una desaceleración en el ritmo de crecimiento de los agregados monetarios, a niveles consistentes con una pauta de inflación decreciente. De hecho, el crecimiento de la Base Monetaria ha venido experimentando una desaceleración significativa, desde un pico del 41% interanual en diciembre a niveles del 25% en febrero.
El BCRA también volvió a estar activo en el mercado de cambios, en un contexto en el que la demanda ha venido impulsando un alza sostenida en el precio de la divisa norteamericana. Las intervenciones del BCRA apuntan a poner una pausa a la suba del valor del dólar hasta el ingreso de las exportaciones de la cosecha gruesa en el segundo trimestre, junto con los capitales que se anticipa lleguen al país, una vez que culmine el default de la deuda soberana.
En otro ámbito de cosas, durante la semana pasada se conocieron mediciones privadas de la actividad económica y la industria del primer mes del año, las cuales arrojaron resultados negativos. A pesar de esto, las medidas adoptadas recientemente, tendientes a normalizar el funcionamiento de la economía, plantean un mejor escenario a futuro. Si bien el 2016 es un año de transición, la expectativa es que a partir de los próximos meses se materialicen los efectos positivos de la unificación del tipo de cambio, en especial para los sectores transables y las economías regionales, recuperándose la senda de crecimiento a partir del segundo semestre, con favorables perspectivas para 2017. Asimismo, se prevé que las paritarias den lugar a una recomposición de los salarios reales a partir del segundo trimestre, impactando positivamente en el consumo y la actividad agregada, mientras que la eliminación de restricciones cambiarias y las trabas al comercio exterior vigentes en los últimos años afectarían positivamente la inversión y la productividad de la economía.