por Nahuel Aja*
Durante la última sesión del Concejo Deliberante, hubo una imagen que
llamó poderosamente la atención: madre e hijo sentados uno al lado del otro
(Mariana Ayesa e Ignacio Moroni), ocupando bancas que supuestamente representan
la renovación contra “la casta”. Lo digo con claridad: si hay un símbolo vivo de
la casta, es justamente ese. Hablan de terminar con los privilegios, pero
reproducen las mismas prácticas familiares y cerradas que dicen combatir. Más
casta que eso, imposible. Por otro lado, resulta inadmisible lo ocurrido con la
conformación del cuerpo. Con la licencia de la concejal Rosetti, el oficialismo
permitió el ingreso de un reemplazo masculino -David Fernández- desconociendo,
una vez más, la vigencia del cupo femenino y el espíritu de paridad de género
que tanto costó conquistar. La paridad no es optativa ni negociable: es un
principio básico de funcionamiento democrático. Lo que agrava aún más la
situación es que el concejo ya comenzó a funcionar como una escribanía. En la
última sesión se aprobaron ordenanzas que, sinceramente, son invotables: sin
fundamento, sin debate y sin una sola crítica por parte de los sectores que
deberían ejercer la oposición. Proyectos aprobados a las apuradas para
satisfacer necesidades políticas del oficialismo y no de los vecinos. Como
oposición responsable, vamos a seguir marcando cada una de estas irregularidades
y contradicciones. No defendemos privilegios ni acomodos familiares, y no vamos
a dejar pasar la violación de derechos ni el vaciamiento institucional del
concejo. Nuestro compromiso es con la transparencia, la participación y el
respeto a las normas. Aunque a algunos les moleste, seguiremos señalando lo que
está mal y proponiendo un camino distinto, más serio y más coherente, para
construir el futuro de nuestro distrito.
(*) Ex concejal, miembro de Por Lanús
